Yo, pecador y obispo, me confieso
de haber llegado a Roma con un bordón agreste;
de sorprender el Viento entre las columnatas
y de ensayar la quena a las barbas del órgano;
de haber llegado a Asís, cercado de amapolas.
Yo, pecador y obispo, me confieso de soñar con la Iglesia
vestida solamente de Evangelio y sandalias,
de creer en la Iglesia, a pesar de la Iglesia, algunas veces;
de creer en el Reino, en todo caso
-caminando en Iglesia-.
Inicio Revista de prensa espiritualidad Yo, pecador y obispo, me confieso -- Pedro Casaldáliga, obispo
Registrarse
¡Bienvenido! Ingresa en tu cuenta
¿Olvidaste tu contraseña? consigue ayuda
Recuperación de contraseña
Recupera tu contraseña
Se te ha enviado una contraseña por correo electrónico.