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SANARNOS DEL OPORTUNISMO EN CUARESMA. Leonardo Belderrain (Argentina)

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Todos como señala Sanchez podemos maximizar nuestras conveniencias (ego oportunista) y viene bien en cuaresma preguntarnos por donde fluye la máxima energía que no siempre es el placer inmediato (apego)

A menudo en muchas ciudades de Occidente, la religión oficial ha marcado su beligerancia ética con los proyectos de salud reproductiva, afirmando que repartir DIU entre las mujeres – para evitar los embarazos no deseados – implica despreciar vidas humanas; que los DIU imposibilitan la anidación de un óvulo fecundado. Con experticia biológica se da status de persona incluso a los embriones preimplantados, exhortando a la sociedad a respetar esas vidas, por ser vidas humanas.

También se analiza con vehemencia y radicalidad el derecho que asiste a parejas homosexuales para acceder a un status jurídico que les evite sesgo y discriminación. Se señala que esto daría paso a la adopción, e implicaría para los futuros adoptados el riesgo de crecer en un ámbito inadecuado. Esta falta de tolerancia en materia de bioética resulta curiosa, frente a la amplitud de criterio que demuestran los mismos grupos religiosos con relación a estafas económicas que comprometen la vida de las personas (tanto de las que han nacido, como de las que habrán de nacer, al perjudicar seria y directamente a sus progenitores y el ámbito adecuado que necesitamos para desarrollarnos).

Pareciera que existe una suerte de doble moral: por una parte, en lo que respecta a cuestiones que involucran la sexualidad, rige una ética escrupulosa; y en temas relativos al tráfico económico, se advierte una postura laxa y permisiva. Es probable que quienes hoy se alejan de la Iglesia, no lo hagan a causa de su doctrina sobre los ideales evangélicos de pobreza, amor y humanidad, sino por la sospechosa ambivalencia de exigencias y realidad, por el extrínseco formalismo y moralismo de muchas de sus respuestas. Hay quienes argumentan que una causa de esto radica en un ancestral temor a la ciencia que la Iglesia ha tenido, y a no advertir realmente dónde se compromete la vida.

Otros dicen que lo que hay es hipocresía y remarcar la moral sexual es una cortina de humo para distraer la mirada poco moralista hacia personas corruptas Para Reich «La cura de los trastornos síquicos requiere en primer término el restablecimiento de la capacidad natural de amar»; creo que algunos sacerdotes están limitados para amar – por ejemplo – a sus Obispos, y corregirlos fraternalmente – si fuera necesario -, simplemente por temor.

Opino como señala Reich, que: «El acorazamiento del carácter es la base de la soledad, del desamparo, del insaciable deseo de autoridad, del miedo a la responsabilidad, de la angustia mística, de la miseria sexual, de la rebelión belicosa impotente así como de una resignación artificial y patológica a la droga y alcohol. Ese enajenamiento no tiene un origen biológico y económico, sino social y psicológico.» Para el autor que seguimos,”

Quien fue educado en una moralidad compulsiva y una actitud también compulsiva frente al trabajo, intenta destruir la decencia espontánea y la autorregulación natural de las fuerzas vitales.»

Toda civilización mecanicista y autoritaria, busca que los individuos pierdan la confianza en sí mismos. El auténtico anhelo de democratizar la vida social, tan antigua como el mundo, se basa en la autodeterminación, en una socialidad y moralidad naturales, en la alegría en el trabajo y la felicidad terrenal en el amor. Quienes sienten ese anhelo consideran toda ilusión un peligro.

Para este autor, la familia y la moral están minadas por la familia y la moralidad compulsivas. Profesionalmente, debemos acometer la tarea de reparar el daño causado por el caos sexual y familiar en forma de enfermedades mentales. La función natural de la socialización del hombre es garantizar el trabajo y la realización natural del amor. La hipocresía moralizadora es el enemigo más peligroso de la moralidad natural. La hipocresía moralizadora no puede combatirse con otro tipo de moralidad compulsiva, sino con el conocimiento de la ley natural de los procesos sexuales.

La conducta moral natural presupone la libertad de los procesos sexuales naturales. Recíprocamente, la moralidad compulsiva y la sexualidad patológica resultan aliadas. En mi opinión personal, no es hipocresía lo que trasuntan los neopuritanismos actuales, sino núcleos de perversión renuentes. Se pretende acompañar a los marginados con colectas y bancos para pobres e inescrupulosamente se exhiben sin pudor aliados con los victimarios.

Es cierto que en algunos individuos el grado de compenetración con el mal requiere una virtual conversión, pero en infinidad de casos nos encontramos con personas marcadas por un concepto infantil de Dios, que suma miedo, utilizada por ministros de la fe, que lo retroalimentan y usufructúan, porque aún ellos se educaron en esa concepción. Encontrar a Dios, y servir desde los últimos, suele no estar ligado a la intención de obtener ganancias, de probarnos a nosotros mismos, de tener más poder sobre los demás, y ser quien haga las normas para sumar control.

La perversión uniformiza, minimiza. Lo «mundano» siempre logra su objetivo haciéndonos sentir victimas menesterosas de aquel fatuo poder… Con el tiempo se entiende que viene bien una vez por año “irse al desierto” aquel espacio que elegimos para volver al primer amor (Óseas) Esto significa la cuaresma (como decía Pironio buscar una pobreza radical un silencio Profundo para que sin quererlo se alimente la gran esperanza.

Pareciera que sólo se expulsan los demonios cuando se cree en el potencial evangelizador de los pobres; a ellos les interesa el amor que poseen. No se ocupan de la falta de virtud de sus próximos. La personalidad perversa suele aliarse con la compulsión del que se siente hombre masa y que suele ofrecer menor resistencia. Decía Reich: «Es más fácil exigir disciplina y reforzarla con la autoridad, que educar a los niños en el trabajo creativo y en el comportamiento natural. Es más fácil insistir en las manifestaciones de respeto y amor legalmente determinadas, que conquistar la amistad mediante una conducta auténtica y decente.

Es más fácil vender la propia independencia a cambio de una seguridad económica, que llevar una existencia independiente, responsable, y ser propio dueño. Es más fácil ordenar a los subordinados – o pacientes – lo que deben hacer, que guiarlos respetando al mismo tiempo su individualidad. Es más fácil representar lo vulgar y lo mediocre y más difícil representar la verdad». Reich nunca perdió la esperanza: «Sea cual fuere el resultado de las luchas sangrientas de nuestro mundo dislocado, la ciencia de la vida es más poderosa que toas las fuerzas negativas y todas las tiranías». Fueron Galileo y no Nerón, Pasteur y no Napoleón, quienes sentaron las bases de la técnica moderna y combatieron las epidemias; quienes exploraron la mente; quienes en otras palabras, otorgaron un fundamento sólido a nuestra existencia.

Los tiranos no hicieron otra cosa que abusar de las realizaciones de los grandes hombres para destruir la vida. Agrega este autor: «Desde hace mucho tiempo, el deber y la obligación han sustituido al goce natural del trabajo y la actividad. La estructura caracterológica corriente de los seres humanos, se ha modificado en dirección a la impotencia y el miedo a vivir en actitudes de irresponsabilidad y de infantilismo». La verdadera democracia y la libertad responsable, pueden ser una ilusión, si prevalece el aniquilamiento de la vida, la educación compulsiva y las instituciones compulsivas.

El psiquiatra que vengo citando, ve claro que un régimen autoritario de cualquier clase, mediante una moralidad compulsiva y una actitud también compulsiva frente al trabajo, intenta destruir la decencia espontánea y la autorregulación natural de las fuerzas vitales. En Reich, la formación del carácter en la pauta autoritaria tiene como punto central no el amor paren tal, sino la familia autoritaria. Su instrumento principal es la supresión de la sexualidad en el infante y en el adolescente.

La negación social externa de la vida conduce a la violencia, así como a perturbaciones síquicas y somáticas del funcionamiento vital. La represión sexual, la rigidez biológica, la manía moralizadora y el puritanismo no están confinados a ciertas clases o grupos sociales. Existen por doquier. Han sido justificadas por la misma ideología. Hay oportunismo moral como señala Sanchez y no es extraño que en algunos estamentos institucionales religiosos se margine al sacerdote que reconoce públicamente su mujer e hijos, y se soslaye al que comete abusos sexuales.

Esto es síntoma de malestar y perversión. Sostiene Neal Walsch: «La gente siempre creerá en el infierno y en un Dios que los enviará allí mientras crea que Dios es como algunos hombres despiadados, interesado, que no perdona y vengativo. Para esas mentalidades Dios no podía elevarse de cierto estilo de gente poderosa. La gente al no poder confiar en sí misma para ser buena tuvieron que crear un estilo de religiosidad del Dios enfadado y castigador que a todos mantiene en línea y que amenaza hasta con la pena de muerte.

El poder surge de la fuerza interior. La fortaleza interior no se obtiene del poder bruto… Quién lo sabe a ciencia cierta. Lo importante, creo, es que en nuestras ciudades con la pascua renazca la confianza en el trabajo y en las entregas afectivas. Se trata de no ser los permanentes huérfanos de una sociedad que puede hacerse más decadente si busca compulsivamente a sus padres cuando se siente frágil.

Para quien quiera terminar con lo perverso esta cuaresma viene bien la frase Neal Walsch: «Actúe como si no estuviera separado de nada ni de nadie y sanará el mundo». Reich pudo aclarar cuando fue obligado a emigrar: «Respecto a mi persona y mi obra pido al lector que considere un hecho sencillo: Los psicoanalistas neuróticos me califican de esquizofrénico, los comunistas fascistas me combaten como tronquista, las personas sexualmente lascivas me han acusado de poseer un burdel, la policía secreta alemana me persiguió como bolchevique, la estadounidense como espía nazi, los charlatanes de la psiquiatra me llamaron charlatán, los futuros salvadores del mundo me calificaron de «nuevos Jesús» o «nuevo Lenin»…

Yo estoy dedicado a otra labor que requiere todo tiempo y la fortaleza de que dispongo: el trabajo sobre la estructura irracional humana y el estudio para comprender por donde pasa la mayor energía vital. »

Feliz cuaresma a todos los que quieran vivir fascinados y bajo el amparo de la mayor energía vital.

* Dr. Leonardo Belderrain – Capellán unidad 32

Diócesis de Quilmes. leonardobelderrain@ciudad.com.ar

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