«No se puede jugar con el derecho a la vida»
El presidente del episcopado dice que “no se puede pensar que el Estado es el dueño de la vida”
«No se puede jugar con el derecho a la vida», porque «la vida es sólo de Dios», y no se puede sostener que «el Estado sea su dueño».
Dos días después de la marcha antiabortista, que convirtió a Madrid en la capital de la vida, el cardenal Rouco Varela, presidente de la Conferencia episcopal española, quiere rentabilizar la marcha, a cuyo éxito tanto contribuyó la Iglesia católica.
De ahí que aprovechase la inauguración de los cursos de formación permanente para sacerdotes, precisamente con el lema «La Familia y la Vida», para reafirmar, una vez más, su condena radical de la cultura de la muerte. A su juicio, «la actualidad nos fuerza a tener que pensar en el pasado, a tratar de aprender de las lecciones de la Historia, y a ver que no se puede jugar con el derecho a la vida, y menos pensar que el Estado es el dueño del derecho a la vida».
Y citó el ejemplo concreto de la primera mitad del siglo XX. «Aquella forma de tratar la vida terminó en la Segunda Guerra Mundial, que es probablemente el capítulo de la historia de toda la humanidad donde más millones de muertos se han producido porque los hombres se dedicaron a matar a otros hombres».
Por eso, para el purpurado madrileño sostener, como hacen los laicistas, que el Estado es el dueño del derecho a la vida significa «empezar a bajar por una pendiente que no sabemos a dónde nos puede llevar».
«Vamos a impedir que bajemos por esa pendiente», instó el cardenal. Y para conseguirlo pidió a los sacerdotes, que son «testigos del Señor y maestros del misterio de Cristo», que ayuden a los fieles para que «todos, desde el punto de partida de la buena reflexión teológica, del buen pensamiento filosófico y cultural, afirmemos que la vida sólo es de Dios, de cada uno de nosotros y de todos nosotros».
Y a los que le reprochan su actitud beligerante ante el Gobierno, Rouco replicó: «La Iglesia responde a uno de los retos y de los problemas más graves que afectan a la sociedad de nuestro tiempo, de una forma mucho más vital y más entrañada en la existencia diaria de lo que muchas veces creemos… Eso, en el marco de la experiencia diaria, de la familia».
Satisfacción plena
En los ambientes eclesiásticos españoles y, especialmente en el arzobispado de Madrid, se respira un clima de satisfacción, que algunos llegan a calificar de «euforia». Primero, por el éxito arrollador de la manifestación contra el aborto. Y segundo y sobre todo, porque se ha demostrado que los laicos son capaces de aglutinar y dirigir a los católicos en la calle. Sin necesidad de que los obispos lleven la pancarta. La Iglesia católica toma buena nota de que en España se ha pasado página del catolicismo vergonzante y los seglares están dispuestos a dar razón de su fe públicamente.
Está especialmente contento el cardenal Rouco, porque lleva años apostando por algunos de los líderes de los movimientos católicos más comprometidos. Y «ha visto fructificar su apuesta», como dicen en medios eclesiásticos madrileños. Entre los líderes laicos de la Iglesia católica emerge, muy reforzado, el triunvirato compuesto por Benigno Blanco, presidente del Foro de la Familia, Alfredo Dagnino, presidente de la Asociación católica de Propagandistas y del CEU, e Ignacio Arsuaga, presidente de la plataforma HazteOir. Rouco ya tiene su «mano larga» y sus tres «capitanes de Dios».