El comercio justo surge en respuesta, desde el norte, a los efectos de las políticas neoliberales en los países del sur. El movimiento solidario entiende que es necesario también concienciar a los consumidores del norte de que sus hábitos de consumo son tan responsables de la crisis del sur como la acción de las multinacionales.
Numerosos son los criterios que pueden emplearse para clasificar un producto como de “comercio justo”. Según la Coordinadora de Comercio Justo Española, estos criterios por los que se deben regir los productores son el pago de salarios y el establecimiento de condiciones de trabajo dignas, el destino de una parte de los beneficios a las necesidades básicas de las comunidades, el funcionamiento participativo, el respeto del medio ambiente, la elaboración de productos de calidad. Las distribuidoras deben pagar una parte del precio por adelantado, establecer relaciones comerciales a largo plazo, así como emprender labores de sensibilización y de promoción de los productos, para conseguir mercados a un precio justo, que permita el pago de un “sobreprecio” en comparación con los productos tradicionales.
El comercio justo se presenta como un forma de ir cambiando la mentalidad de los protagonistas (sobre todo intermediarios y distribuidores) y hacer evolucionar las prácticas hacia un comercio más sostenible, tanto económica como medioambientalmente.
En el caso del café (segunda materia prima que más dinero mueve diariamente en el mundo, solo por detrás del petróleo, y responsable de la miseria en que se encuentran sumidas más de 25 millones de familias productoras) nos encontramos con que las cuatro grandes empresas tostadoras y comercializadoras de grano aromático ya tienen preparado su “café justo”.
¿Será tan sólo una forma de apropiarse de un nicho de mercado que tal vez suponga el 5% del total de los consumidores de café? Si han sido las grandes empresas las que han llevado a que los precios internacionales de café hayan caído hasta arruinar a las familias que cosechan el café, hay serias dudas sobre sus verdaderas intenciones. Suponiendo que consigan incrementar las ventas de café de comercio justo hasta el 15% de los consumidores globales, ¿qué pasaría con el resto?, ¿verían los campesinos mejoradas sus condiciones en porcentajes similares? ¿Garantizarían estas multinacionales el cumplimiento de acuerdos como la prefinanciación de las cosechas o el mantenimiento de la compra en años sucesivos cubriendo los gastos de producción y con márgenes de beneficio, aún cuando los precios en las Bolsas de Londres o Nueva York cayesen? Nuestra experiencia nos dice lo contrario.
Existen multinacionales de cafeterías de estilo, recientemente implantadas en nuestro país, que venden 250 gramos de café de comercio justo aproximadamente a 5 euros. Si cualquier organización de comercio justo vende un paquete de las mismas características entorno a los 2,50 euros, y teniendo en cuenta que el precio que recibe el productor por la compra de café verde es comparable en ambos casos, y que los gastos sobre el procesado del café son siempre menores cuanto mayor es el volumen que se mueve de café, ¿cómo se justifica esa diferencia del 100% en los precios? Si además se tienen en cuenta las condiciones de trabajo del personal de estas cadenas en el norte, ¿es realmente solidario y transformador comprar el café de comercio justo de estas multinacionales, incluso aunque se afirme que los productores cobran un precio más justo que cuando se consume el café “tradicional”?
Por todo esto, es más urgente que nunca revisar y combatir la “trivialización” del concepto de “comercio justo”. Además y de una vez por todas con la participación de los productores del sur.
Arturo Litón, Espanica.
Organización de Comercio Justo que distribuye en España
el café que cultivan los pequeños productores asociados
de Nicaragua, Centroamérica.