Mis prioridades como cristiano a la hora de votar -- Manolo González

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Somos Iglesia Andalucía

Todo proyecto humano, todo partido político, es necesariamente como una cesta llena de manzanas sanas y hermosas, picadas, malas e incluso podridas. Ningún proyecto político puede pretender la exclusividad de representar todo lo que considero justo y necesario. Pero ¿por alguna cesta habrá que decidirse..¿Por cuál de ella optar a la hora de votar.?
Creo que el criterio para seleccionar una de las cestas, para mí no puede ser otro, que el que tuvo en su vida Jesús de Nazaret. ?l centro de su predicación en ?el otro que sufre??. Para él ocuparon un primer lugar los enfermos, los pobres, los mal vistos por la sociedad, los oprimidos como las mujeres, los encorsetados por estructuras, esquemas y leyes que suponían una carga pesada, sobre todo las religiosas que atan en lo más profundo, en las conciencias.

Su vida fue fundamentalmente un quitar sufrimiento de los que vivieron a su alrededor. Sufrimientos físicos, de opresión, de esclavitud. Su preocupación por los que les había tocado pasarlo peor. Y consecuentemente tuvo un enfrentamiento con los políticos y dirigentes religiosos que, por lo que decía y por lo que hacía, le llevaron a morir como un subversivo.

Si él volviese a estar presente en nuestros días también él iría a depositar su voto en las urnas y a la hora de escoger la cesta por la que decidirse, algunas de las preguntas más fundamentales que necesariamente hoy se haría, serían:

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?? ¿Qué se está haciendo con las personas mayores que disfrutan de unas pensiones no contributivas, con la rentas de inserción o que no disfrutan de pensión alguna?

?? ¿Qué soluciones se están dando a la problemática que presentan los ancianos, discapacitados, disminuidos, dementes, pobres ?? que han quedado semiabandonados en la cuneta de esta opulenta sociedad que vivimos?

?? ¿Qué se está haciendo con los que están debajo del mínimo vital reconocido?

?? ¿Cómo se está trabajando con los inmigrantes con papeles o sin papeles?

?? ¿Se respeta de verdad a los que pìensan o viven de otra forma a como yo pienso?.

?? ¿Se lucha por la igualdad plena entre hombre y mujer?.

?? ¿Se organiza la sociedad de forma que no haya nadie que se sienta excluido o discriminado por sus creencias, por su estado de vida, por ser homosexual, por organizar su vida personal o familiar como en su conciencia vea mejor?

?? ¿Qué PIB se está destinando a los países que hemos emprobrecidos?

?? ¿Qué proyectos se están dando de cara al agravamiento de las grandes amenazas ecológicas del planeta?

?? ¿Cómo se atiende a los presos?. ¿Se respetan en las cárceles los Derechos humanos dentro de ellas?

?? ¿Como se está luchando por todo lo que suponga privilegios de unos sobre otros?

?? ¿Hasta donde se apoya el seguir vendiendo armas a los países en guerra?

?? ¿Se respeta de verdad la pluralidad de creencias sin tratar de imponer a otros lo que un grupo determinado piensa que puede ser lo mejor?

?? ¿Se defiende una sociedad democrática, pluralista y laica, valorando positivamente la secularización, reconociendo la autonomía del Estado de derecho, sin pretender imponer un modelo de sociedad único para todos?.

En esta legislaturas se han aprobados y puesto en práctica leyes como: La Ley de Dependencia, la Ley del Suelo, la ley de Igualdad de Género ??y muchas otras que dan una respuesta positiva a muchos de estos interrogantes. Personalmente, solo por la Ley de Dependencia, me siento inclinado a escoger una de las cestas.

La problemática que presentan en nuestra sociedad los matrimonios de los homoxexuales, el modo de concebir la familia cristiana, el divorcio, la asignatura de Educación para la Ciudadanía, las negociaciones con ETA ?? etc, que en estos días están en el candelero, son realidades discutibles, sobre las que cada uno desde su fe puede tomar opciones distintas, que de ningún modo tienen un fundamento evangélico, y que por tanto deberían ocupar un lugar bastante secundario a la hora de decidir nuestro voto.

Y sufro cuando veo como los obispos, al no querer asumir una sana laicidad, aceptada ya por los países europeos más avanzados, y al centrar su discurso en estos temas, de manera que lo consideren como decisivo para escoger una cesta, cambiar las leyes aprobadas por el parlamento, a fin de que su criterio sea impuesto a todos los ciudadanos, se estén produciendo en muchos un desprestigio de la iglesia muy acentuado y, en algunos, un laicismo y un anticlericalismo que nos retrotrae al periodo histórico que dió lugar a nuestra lamentable guerra civil.

Si algo bueno va a quedar de las tensiones que estamos viviendo, es que se hable ya de la emisora de los obispos, lo que dicen los obispos etc. como algo distinto de la Iglesia. Que sean cada vez más los que sentimos vergüenza de algunos obispos y que sintamos la necesidad de vivir nuestra fe teniendo como referente único a Jesús de Nazaret, pasando de los obispos y del montaje eclesial que tienen montado, para mantener un poder político, un poder económico y sobre todo un poder moral, el más importante de todos, con el que consiguen que el ciudadano se sienta bueno o malo o perverso en lo más íntimo de su conciencia y ante un dios siempre dispuesto a pedirle cuentas.