El Obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, exigió ayer que «callen para siempre los artefactos e instrumentos que siembran destrucción y muerte» y abogó por que resurja, «en el momento oportuno y con las debidas garantías», la palabra «responsable humilde y sincera» que «sane heridas, regenere relaciones, acerque posiciones y abra el camino hacia la paz».
Uriarte presidió ayer la eucaristía en la Basílica de Santa María con motivo de la fiesta de San Sebastián. A la misa mayor también acudieron la portavoz del Gobierno vasco, Miren Azkarate, el diputado general de Gipuzkoa, Joxe Joan González de Txabarri, el alcalde de la ciudad, Odón Elorza, así como concejales del Ayuntamiento donostiarra.
En su homilía, el obispo de San Sebastián, ha señalado que la fiesta del patrón de la capital donostiarra de este año ha quedado «notablemente ensombrecida» por el «terrible» atentado que «se ha llevado la vida de dos jóvenes ecuatorianos» y «ha cuarteado la esperanza de una sociedad que anhela una paz justa y estable».
”Tenemos que decirnos a nosotros mismos que la paz es posible”
En su opinión, cuando una comunidad humana se encuentra «desmoralizada» hay algo «más urgente» que «realizar análisis rigurosos, emitir juicios éticos, asignar responsabilidades, exigir decisiones inaplazables» porque todo esto es «necesario pero insuficiente».
Uriarte afirmó que «sin caer en voluntarismos escasamente lúcidos» tenemos que «decirnos a nosotros mismos que la paz es posible» ya que lo ha sido en «centenares de pueblos de la tierra sacudidos por enfrentamientos más crudos y desprovistos de muchos de nuestros recursos humanos».
Esperanza: el mejor activo
El prelado se refirió al ejemplo de Jesucristo y señaló que la paz «por muy frágil que parezca, es más tenaz que la confrontación destructiva» y la reconciliación es «más consistente que la incomunicación excluyente» así como la palabra es «más vigorosa y resistente que la violencia inhumana».
Por ello, Uriarte consideró que la esperanza «es el mejor activo» que pueden aportar los creyentes, algo que les impulsará a «optar y exigir». «A optar por una implicación efectiva que sepa alumbrar o secundar iniciativas pacificadoras y crear puentes que unen, no frentes que desunen», afirmó.
Asimismo, abogó por exigir que «callen para siempre los artefactos e instrumentos que siembran destrucción y muerte» y resurja «en el momento oportuno y con las debidas garantías, la palabra responsable, humilde y sincera que sane heridas, regenere relaciones, acerque posiciones y nos abra el camino hacia la paz».