MADRES A IMAGEN Y SEMEJANZA DE MARÍA. Daniel Benadava

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Hacia finales del pasado mes de abril se conmemoró, en la República Argentina, los treinta años de existencia de la agrupación ? Madres de Plaza de Mayo ??, el cual es un colectivo de mujeres que se constituyó, en abril del año 1977, con el objetivo de pedir la aparición con vida de sus hijos que, en el transcurso de la última dictadura militar argentina, fueron detenidos ? desaparecidos. Todas estas Madres, a semejanza de María, nos muestran un modelo de mujer que no es sumisa frente a los poderosos ni practica una religiosidad alienante.

En efecto, a diferencia de la pasividad, o complacencia con la que actuaron muchos integrantes de la sociedad argentina, estas Madres tuvieron la valentía de juntarse en tiempos en los que el simple hecho de andar de dos en dos era considerado un acto subversivo por quienes, en la década del ´70 del siglo pasado, gobernaban y desgarraban la vida democrática e institucional de la Argentina.

Así mismo, al igual que María, que a pesar de no comprender ? en ocasiones ? a su Hijo, angustiarse y sorprenderse por sus actos, no lo rechazaba sino que, por el contrario, se dejaba penetrar por el dinamismo de Su andar y lo guardaba con maternal cuidado en su corazón ? cf. Lc. 2, 48 ? 51 -; las Madres, que en su mayoría no tenían militancia política alguna, con el paso del tiempo, lograron entender a sus hijos que habían sido detenidos ? desparecidos, y supieron mantener en alto, a través de los años, las banderas de fraternidad y solidaridad que ellos, con ejemplar dignidad, habían alzado durante sus vidas.

En este camino, con no pocas angustias y sufrimientos a cuestas, también las Madres comprendieron que a ellas, como a María, Cristo les encomienda el cuidado de los mas humildes, y de aquellos que sufren la opresión de sus anhelos de libertad y justicia ? cf. Jn. 19, 26 ? 27 -. Y así, transitando este sendero de espinas y esperanzas, aprendieron a discernir y denunciar aquellas políticas gubernamentales que son contrarias al interés común.

Claro está que en este andar, al igual que María, que fue una mujer fuerte que conoció la pobreza, el sufrimiento, la huida, y el exilio ? cf. Mt. 2, 13 ? 23 -, las Madres padecieron en carne propia por largos años la incomprensión de sus semejantes, la persecución por parte de quienes temen el desarrollo en libertad de los pueblos y la desaparición de muchas compañeras de angustia y lucha.

De esta forma, mas allá de las divisiones internas que han tenido a lo largo de los años y de algunas declaraciones públicas que causaron conmoción social, las Madres, con su amor maternal, cuidan de los hermanos de Cristo Resucitado que peregrinan entre los peligros y las ansiedades contemporáneas hacia la Patria Bienaventurada.

Por estos motivos, alumbrados por el anhelo de libertad y justicia social de los 30.000 detenidos ? desaparecidos, juntos a sus madres e inspirados por María, levantemos una plegaria hacia el Cielo para que, hoy en día, todos tengamos la suficiente fortaleza espiritual y el necesario compromiso social. Así, tal y como es la Voluntad del Señor ? derribar a los gobernantes que obran a favor de unos pocos y, en forma paralela, favorecen el empobrecimiento de la mayoría de la población mundial; colmar de bienes a los hambrientos y humildes que transitan por esta vida sin ilusión ni esperanza; y despojar de sus riquezas a quienes han construido su fortuna ? gracias ?? a la explotación de los trabajadores ? cf. Lc. 1, 46 ? 56 .-