La verdadera navidad -- Agustín Cabré

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elcatalejodel pepe

El misterio de la navidad nos lleva a una pesebrera en las afueras del poblado, donde nace un rey. Mejor dicho, donde nace EL REY, porque este niño, a quien se le pondrá por nombre ?Emmanuel??, es el verdadero rey, ?el que será grande y será llamado hijo de Dios altísimo y reinará por los siglos de los siglos??. Todos los otros reyes de la tierra y de la historia son transitorios y serán mas o menos buenos o malos gobernantes; este niño, a quien los ángeles saludan con cánticos de proclamación real, es fundamentalmente distinto: no ocupará la potencia de las armas, ni los argumentos de la sabiduría, ni el prestigio de la cultura, ni las aureolas de los santones religiosos.

Jesús nace como un hombre pobre y humillado, tomando así el camino anunciado por los profetas. Para restituir al ser humano en su dignidad, Jesús quiere pasar primero por la miseria de los hombres: toma la condición del hombre pecador, porque la miseria es consecuencia del pecado social. La situación en que los hombres nacen no es voluntad de Dios: la miseria y la pobreza no son voluntad de Dios, como tampoco lo es la desigualdad social. No fue Dios quien quiso que a su hijo le negaran hospedaje, sino que el Salvador, al asumir la condición humana, experimenta todos los riesgos de los seres humanos: entra en el mundo dominado por el pecado que hace a unos pocos explotadores de los otros. Es lo que san Pablo llama la ?kenosis?? de Cristo.

Queda expuesto a los riesgos sin emplear los medios que la gente adopta para salvarse: la riqueza, la violencia, la cultura, el arribismo, el poder político, la adulación?? Jesús asume en su pleno sentido el ser ?proletario??, como llama Marx al que es explotado y no es explotador de otros. Los cristianos creemos que ese ser ?proletario?? es obra no solamente de sistemas ecónomicos sino que es la condición del hombre pecador: aquel que pertenece a un mundo egoista y que quiere levantar una sociedad a su medida, sin contar con la sabiduría y la fuerza ?que viene de lo alto??.
Siguiendo este mismo camino, la Iglesia necesita experimentar la humillacion y renunciar a los medios que dan poder, prestigio y fuerza en esta sociedad; en la medida que participe de la condición del ser humano que debe enfrentar las consecuencias del pecado, será más libre para buscar los caminos de la liberación sin alianzas corruptoras ni seguridades económicas.

Así tendrá también realeza. No la que impresiona por los oropeles y las ceremonias, las armas y las reverencias, sino la que se experimenta cuando alguien -persona o grupo social- cumple con su tarea de ser verdaderamente humano y al servicio de las grandes y nobles causas humanas, aunque empiece en una pesebrera.
¡Feliz navidad!