Obispos, cardenales y altos cargos católicos han mirado hacia otro lado e incluso justificado los abusos
La contundencia que trató de transmitir el Papa, Benedicto XVI, contra los abusos sexuales en el seno de la Iglesia con su pastoral del pasado viernes quedó puesta en entredicho sólo dos días después, cuando en su homilía del domingo el Sumo Pontífice apeló al perdón y pidió ser “indulgentes” con los pecadores. Pero esta postura de tibieza no es nueva entre la jerarquía católica.
El periodista Ignacio Escolar recoge en su blog algunos de los ejemplos más recientes en los que obispos, arzobispos y cardenales han hecho declaraciones muy permisivas con este tipo de delitos.
Una de las más polémicas de esas declaraciones la hizo del obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez, que aseguró que “hay adolescentes de 13 años, que son menores y están perfectamente de acuerdo y, además, deseándolo”. “Incluso si te descuidas, te provocan. Esto de la sexualidad es más complejo de lo que parece”, argumentó, a la vez que atacaba a los homosexuales. Sus palabras, y el silencio que guardó la Conferencia Episcopal al respecto despertaron fuertes críticas, que partieron incluso del Defensor del Menor de Madrid. La polémica surgida obligó al prelado a retractarse de sus palabras y asegurar que no quiso justificar la pederastia.
Pederastia y aborto
Otro ejemplo también en nuestro país es el del cardenal prefecto de la Congregación por el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Antonio Cañizares, que no dudó en comparar los delitos de pederastia con el aborto. “No es comparable lo que haya podido pasar en unos cuantos colegios con los millones de vidas destruidas por el aborto”, aseguró, una vez más, ante el silencio de la Conferencia Episcopal.
«La naturaleza humana es débil»
Otro español, Alfonso Carrasco Rouco, el sobrino del presidente de la Conferencia Episcopal, designado obispo de Lugo en 2007, justificaba las faltas de sus colegas asegurando que “la naturaleza humana es débil, frágil, y tiende al pecado”.
El silencio de Rouco
Su tío, en cambio, no se ha pronunciado sobre este tema, más bien ha guardado silencio, eso sí, con todos los medios a su alcance: en 2008 salió a la luz que el Arzobispado de Madrid, que él dirige, había ocultado numerosas denuncias de pederastia contra el fundador de los Legionarios de Cristo. El asunto llegó hasta el Tribunal Supremo, que condenó al arzobispado de Rouco por haber silenciado las denuncias de abusos contra el sacerdote (que, a su vez, fue condenado a dos años de prisión).
«Fruto de la revolución sexual»
Pero esta laxitud no es específica de nuestro país, y muchos otros altos miembros de la Iglesia han justificado los abusos o se han situado de perfil respecto al tema. El obispo de Augsburgo, Walter Mixa, por ejemplo, aseguro que “los abusos son en parte fruto de la revolución sexual”. “Los cargos responsables en la Iglesia se adaptaron demasiado al espíritu de la época, que propagaba la resocialización en lugar de la cárcel”, agregó.
La interpretación de COPE y Alfa y Omega
Esta misma justificación la hizo también la radio de los obispos en España. Según un editorial en la web de la COPE, la «revolución sexual» ha hecho que se dispare el número de abusos sexuales, no solo en la Iglesia, sino en otras instituciones. Más lejos aún llegó Alfa y Omega, el semanario del Arzobispado de Madrid que reparte el diario ABC, que llegó a afirmar que “cuando se banaliza el sexo y se desvincula del matrimonio, deja de tener sentido la consideración de la violación como delito penal”.
«No son pedófilos, son efebófilos»
Por su parte, Silviano Tomasi, el arzobispo y observador permanente del Vaticano en la ONU, aseguró que “dentro del clero católico, solo entre el 1,5 por ciento y el 5 por ciento de los religiosos ha cometido actos de este tipo”. Y añadió que “no se debería hablar de pedofilia, sino de homosexuales atraídos por adolescentes”. “No son pedófilos, son efebófilos”, matizó.