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EL presidente del gobierno hizo ayer una defensa acalorada, grandilocuente, pero nada apropiada ni acertada, de su Política, sobre todo la económica, que según él es la importante. Y la contrapuso a los «chismes». Chismes como: la corrupción ¡ingenua e infantil! de la Gurtel; la refrescante política del uso del agua cristalina de Madrid para enriquecerse, o intentarlo, unos pocos; de los «papeles de Bárcenas»; de las comisiones para obras en los municipios de Madrid: de los tejemanejes del Señor González y del señor Granados; de la opacidad de la Señora Esperanza Aguirre; y de otros asuntillos económicos en los que se han extraviado cientos de millones, ¡pero son Chismes!, ¿eh?.
Y otro chismes peores: la sospecha de continua tentativa del ejecutivo de cubrirse las espaldas con nombramientos jurídicos favorables; las contradicciones del fiscal general y del fiscal anti-corrupción; el menosprecio del ejecutivo por el Parlamento, del que no paran de proclamar que es la sede de la soberanía popular; de que hayan sido recusados por la Cámara de los diputados el ministro de Justicia, el Fiscal General, y el de anticorrupción, y solo éste haya dimitido no por esa recusación, sino por su participación en una empresa financiera en paraíso fiscal. Señor presidente, no nos trate como niños, ni como minusválidos mentales, tenga más consideración por sus conciudadanos, y un poco más de equidad y dignidad.
Y la Economía no va tan bien. Depende de quien se lo diga, y a quien se lo pregunte. Si se trata de los capitostes de la UE, o de los amigos empresarios de las grandes empresas españolas, o de los que ganan al mes más de 5.000 euros, le dirán que la economía va muy bien. ¡Claro!, no tienen ningún problema para llegar a fin de mes. Sí, ya sé que a Vd. no le gusta nada que le recuerden estas pequeñas miserias domésticas. Pero un padre de familia no puede ser considerado buen economista, o, mejor, y más claro, un buen administrador, si tiene cuatro hijos, y para que los padres y los tres primeros hijos puedan mantenerse, sacrifica al cuarto, y lo condena a la inanición, y a un futuro oscuro. Esto es lo que hace su Gobierno con el 23% de sus conciudadanos, que casi equivale a ese cuarto hijo que le he mencionado. ¿Alguien en sano juico consideraría a ese padre de familia, o a ese jefe de Gobierno, un buen administrador?
Lo importante, señor Presidente, no puede ser ninguna otra consideración mientras casi un 25% de sus conciudadanos están expuestos a un riesgo descorazonador de exclusión social. Y tampoco es tan importante, ni da para sacar pecho, que el paro haya bajado en mayo en poco más de 100.000 personas, si el 92% de las mismas accede a un puesto de trabajo temporal, de sueldo birrioso, y con nulas garantías de continuidad mínima gracias a su Reforma Laboral, propiciada a los empresarios españoles por verdaderos ángeles de la guarda, y amigos del alma.
Y otro chisme con visos de suma importancia es que, como dijo ayer el papa Francisco, estemos hablando tanto de Paz, y se sigan vendiendo armas, por lo visto de adorno para salas de aficionados a la caza humana. Y, Señor Presidente, ¿España está con la conciencia tranquila de la venta de armas a países que tienen prohibido ser compradores de las mismas, por estar en guerra, u otras consideraciones que aparecen en los protocoles de la ONU? En mi opinión, estos asuntos no son chismes, sino temas muy importantes en la vertiente ética y humanista. ¿Vd. piensa que la preocupación por estas últimas, ética y humanismo, no son importantes, sino chismes de chismosos?
Dé gracias a Dios, señor Rajoy, de que tiene conciudadanos muy despiertos, inteligentes, informados, atentos a las obras, y también a los pronunciamientos de sus gobernantes, y que no se chupan el dedo, ni es fácil darles gato por liebre.