¿Es mucho, es poco, es nada?? lo que podemos esperar las mujeres latinoamericanas de la V Reunión del Episcopado, a celebrarse en Aparecida, Brasil? Respuesta difícil de dar, esperanza difícil de esperar?? Es necesario sin embargo plantearse el problema e intentar ver algunos caminos por los que podría ir, el camino de esta respuesta, de esta esperanza.
En estas reflexiones voy a combinar la expresión de constataciones, con la enunciación de deseos y expectativas, igualmente la explicitación de las frustraciones?? Hablo desde mi ser de mujer y soy consciente de que de entrada es bien difícil hacer llegar esta voz a dinámicas e instancias?? a reuniones que por siglos han sido exclusividad de los varones. Dinámicas y reuniones en las que no se vislumbra una intención de cambio en este sentido.
Desde Dónde Venimos
Venimos de una historia de siglos en la que la mujer ha sido silenciada e invisibilizada y su voz ha sido callada e ignorada. Como no vamos a hacer una historia de la iglesia, como punto de partida podemos iniciar un recorrido por los documentos de las tres Conferencias anteriores: Medellín, Puebla, Santo Domingo, para ver en ellos qué alcance ha tenido la presencia de las mujeres y sus inquietudes.
Medellín 1968: En el mundo la mujer se agita, el feminismo avanza?? logrando que un gran números de mujeres en Europa, Norteamérica y América Latina haga oír su voz reivindicativa y empiecen a organizarse. Esas voces sin embargo no parecen haber llegado aún a la Iglesia Latinoamericana. Si se revisan tanto las ponencias como las conclusiones de la Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, la mujer está completamente ausente, su perspectiva no existe. Su reconocimiento como SUJETO, autónomo e indiferenciado, aún no se ha dado.
Por ello Medellín, en tantos sitios impulsó grupos de Teología de la Liberación y Comunidades Eclesiales de Base, pero en ninguna parte dio lugar a grupos y procesos femeninos en busca de liberación, el crecimiento y la organización de las mujeres creyentes.
A partir de la década del sesenta, empiezan a escucharse tímidas voces eclesiales que intenta salir al paso de las reclamaciones de las mujeres en el universo cultural de occidente. El Vaticano II, llama a atender las demandas de participación de la mujer, siempre y cuando estas no vayan en contravía de su vocación fundamental de esposa y madre. Se inician ligeras alusiones a las mujeres bíblicas y al papel que pueden jugar o que han jugado, las mujeres en la Historia de la Salvación.
En este contexto de respuestas insuficientes por parte de la Iglesia a las demandas femeninas, tienen lugar en Latinoamérica, las Conferencias de Puebla (1979) y de Santo Domingo (1992). En ambos documentos se percibe una tímida necesidad de plantearse a la mujer, como tema y como preocupación.
Puebla le dedica unos numerales, al interior del Capítulo Segundo, Agentes de Comunicación y Participación; de la Segunda Parte: La Evangelización en la Iglesia de América Latina. Se reconoce la necesidad de ayudar a la mujer a salir de su situación de marginación y desigualdad, se condenan prácticas económicas o culturales que desde la discriminación salarial, hasta la no valoración de sus aportes, colocan a la mujer en situación de desventaja en la sociedad. Sin embargo, no se profundiza en un análisis que permita detectar las causas históricas e ideológicas de esta marginación o desigualdad.
Se constata la marginación estructural de la mujer en la Iglesia:
?La mujer con sus aptitudes propias debe contribuir eficazmente a la misión de la Iglesia, participando en organismos de planificación y coordinación pastoral, catequesis, etc. La posibilidad de confiar a las mujeres ministerios no ordenados, le abrirá nuevos caminos de participación en la vida y misión de la iglesia?? (Puebla, Documento Final, Numeral 845).
Parece pues, no tenerse una conciencia de marginación ad intra??
Trece años después, en la Conferencia realizada en Santo Domingo, se han realizado algunos mínimos avances. En la Segunda Parte de las Conclusiones, se reconoce que las religiosas están insertas por todo el continente, en los lugares de mayor riesgo y necesidad?? luego se reflexiona un poco más sobre las mujeres en los apartados dedicados a los laicos.
Se parte de una constatación bastante lúcida:
?En nuestro tiempo la sociedad y la iglesia han crecido en la conciencia de la igual dignidad de la mujer y el varón. Aunque teóricamente se reconoce esta igualdad, en la práctica con frecuencia se la desconoce. La Nueva Evangelización debe ser promotora decidida y activa de la dignificación de la mujer; esto supone profundizar el papel de la mujer en la Iglesia y en la Sociedad?? (Conferencia de Santo Domingo, Conclusiones ? Segunda Parte, Numeral 105).
A continuación se dan unas orientaciones pastorales, que van en sentido de denunciar situaciones que atenten contra la dignidad de la mujer y se insiste a los sacerdotes y agentes de pastoral que tomen conciencia de la igualdad de la mujer y de sus condiciones de discriminación.
En las líneas de acción, se asume el compromiso de realizar denuncias de las situaciones que causan dolor y/o violencia a la mujer igualmente se hace una especie de exhortación para motivar a los sacerdotes y agentes de pastoral para que ?acepten y valoren a la mujer en la comunidad eclesial???? ¡No deja de ser llamativo que en una institución, en la que la mayoría de las participantes son mujeres, haya que realizar en 1992, un llamado como este!
Al finalizar las líneas de acción, leemos este párrafo:
?Denunciar todo aquello que, atentando contra la vida, afecte la dignidad de la mujer, como el aborto, la esterilización, los programas antinatalistas, la violencia en las relaciones sexuales; favorecer los medios que garanticen una vida digna para las mujeres más expuestas: empleadas domésticas, migrantes, campesinas, indígenas, afroamericanas, trabajadoras humildes y explotadas; intensificar y renovar el acompañamiento pastoral a mujeres en situaciones difíciles: separadas, divorciadas, madres solteras, niñas y mujeres prostituidas a causa del hambre, del engaño y del abandono?? (Santo Domingo, Numeral 110).
Llama la atención el que se considere como un atentado contra la mujer, todas las políticas de contracepción y/o el aborto?? mientras se silencien aspectos tan graves como la violación, la violencia doméstica, la falta de palabra que tienen las mujeres en tantas instituciones, entre otras en la Iglesia Católica.
Con posterioridad a la reunión de Santo Domingo, el Episcopado Latinoamericano en su conjunto no se ha pronunciado en torno al tema de la mujer. Aparecen sí algunas orientaciones generales desde el Vaticano, especialmente dos documentos: SOBRE LA DIGNIDAD DE LA MUJER, Carta de Juan Pablo II y el reciente documento, COLABORACI?N DEL HOMBRE Y LA MUJER EN LA IGLESIA Y EL MUNDO, de la Congregación para la Doctrina de la Fe (2004).
La carta de Juan Pablo II, presenta una visión amplia e interesante de la mujer, arraigada en la antropología bíblica. Se parte de afirmar, en el nivel de los principios, la igualdad radical del hombre y la mujer, igualdad ante Dios, igualdad de destino salvífico?? sin embargo, no se sacan las consecuencias necesarias de ello en todos los órdenes. Se sigue considerando como el destino natural de la mujer, todo aquello que tiene que ver con la familia y la crianza de los hijos. En este sentido la Carta deja ver una concepción del destino femenino ligado a una supuesta naturaleza?? Igualmente no se sacan las consecuencias de esa igualdad declarada en todo lo relacionado con la vida eclesial.
Con el Documento de la Congregación para la Fe, nos situamos en otro terreno. El Documento retoma la mirada tradicional sobre las relaciones y diferencias de destino, alrededor del hombre y la mujer. Una de las principales orientaciones del documento, es la acusación al movimiento feminista, de causar crisis en la familia y crisis de valores en el mundo moderno. El documento, en medio de reconocimientos retóricos de igualdad y grandeza de la mujer, lo que pretende es reafirmar los roles tradicionales de la mujer, como los únicos válidos y descalificar muchas de las reivindicaciones que impulsan las organizaciones femeninas.
En Dónde Estamos
Es indudable que esta próxima Conferencia del Episcopado Latinoamericano se celebra en un momento bastante clave en todo lo que tiene que ver con la situación de la mujer en el mundo latinoamericano y en general en el mundo occidental. El avance de la mujer, en su construcción como Sujeto Autónomo, como Sujeto de Deseo y Decisión?? es indudable. La mujer ha encontrado nuevas rutas hacia su felicidad y su realización, rutas que la llevan a explorar nuevas posibilidades y a encontrar nuevos caminos. El reconocimiento y la exigencia de sus derechos avanzan cualitativamente de día a día, abarcando amplios aspectos de su vida, su personalidad, sus decisiones??
Las mujeres en el proceso de construcción de sus subjetividades, tanto individual como colectivamente, realizan un recorrido que les permite ir cada día más lejos en sus exigencias. El avance en la construcción del concepto de género, como una herramienta para su propia comprensión y para la comprensión del mundo y sus dinámicas, de la historia y del camino recorrido y por recorrer, como un nuevo paradigma u horizonte de pensamiento y utopía?? ha significado una ruptura epistemológica y política, definitivamente muy importante.
Si la Iglesia se tomara en serio asumir muchas de estas voces, procesos y demandas?? estaríamos frente a una verdadera revolución. El teólogo español Torres Queiruga, plantea él que muchas instituciones en Occidente, entre ellas, la Iglesia, se encuentran en una situación indefinida, que él llama a caballo??
?Se trata de una situación interina, a caballo entre dos paradigmas. Por un lado, el patriarcal, cuya falsedad se ha percibido y cuya presencia ya no es deseada, pero que sigue presente y efectivo, agazapado en la gramática, modelando las instituciones e impregnando el imaginario, tanto individual como colectivo. Por otro el nuevo paradigma inclusivo, simple e integralmente humano, cuya verdad se le ha impuesto al principio, pero que todavía no ha logrado desplegar ni todas sus consecuencias teóricas ni toda su efectividad práctica?? (1).
Esta situación calificada por Torres Queiruga como interina, se vive particularmente en la Iglesia Católica, en la cual hay sectores que se colocan en uno y otro extremo del abanico en lo que respecta a la situación de la mujer y a la perspectiva de género.
En el ámbito eclesial, tienen plena vigencia las apreciaciones de: Felicidad Loscertales:
??? la iglesia, en su actitud frente a las mujeres, ha participado (y todavía participa) de todos los errores y estereotipos sexistas que circulan por la sociedad y algunos más, propio de lo eclesiástico. Por eso, creo que muchas mujeres seguimos, sólo por una inercia disciplinada (o un poco ?disciplinada), siendo miembros de la comunión de los fieles?? y nos entendemos como podemos con la trascendencia y con ese Dios en quien esperamos. Porque lo que es con la Iglesia el entendimiento es bastante deficitario. Supongo que este no es el sentir de todas las mujeres, pero si se pudiese hacer una exploración sincera y completa, seguramente la sorpresa sería mayúscula, en especial la de los varones de la cúpula?? (2).
La Iglesia, en su estructura organizativa y en sus sacerdotes, mayoritariamente no ha dado pasos decisivos en lo que tiene que ver con el reconocimiento de la mujer y su aceptación plena en el interior de su corazón y en sus funciones ministeriales. Y no creo que llegue a hacerlo, sino encuentra una profunda y radical conversión que la saque de su ceguera y la lleve a asumir realmente las sensibilidades de los márgenes.
Sectores cada vez más amplios de mujeres, tienen hoy conciencia de que su dignidad les impide conciliar con estrategias y definiciones pastorales que no respondan a sus inquietudes más íntimas y legítimas. La falta de encuentro y entendimiento entre la Iglesia institución y un número creciente de mujeres, crece especialmente en torno a temas como la práctica de la sexualidad, lo relativo a la natalidad, el papel y la función de la mujer en la iglesia y en la sociedad, la legitimidad de los feminismos??
Igualmente la Iglesia no avanza en su sensibilización en torno a problemas tan serios como la violación y la pederastia, en torno a nuevas y diversas posibilidades de realización humana, como los caminos de la homosexualidad, el lesbianismo y las transexualidades??
Desde mi punto de vista y desde mi sensibilidad de mujer, no se avizoran cambios significativos en este sentido en el panorama eclesial. En algunos sectores se nota alguna preocupación sincera de abrirse a los nuevos paradigmas, a los nuevos sujetos?? pero en los sectores más institucionalizados y mayoritarios, la perspectiva de género y la aceptación de la mujer en su plena subjetividad no es algo que pueda pensarse que va a llegar en los próximos años.
El Documento Preparatorio
Esta mirada sobre el presente en el que nos encontramos, creo que puede complementarse con una aproximación mínima al documento que los obispos han presentado como preparatorio a la reunión. El documento, como la reunión, pretende centrarse en el discipulado y la misión. Se reconoce la importancia de conocer bien y ubicarse claramente, frente al sujeto actual, ante el que hay que realizar la misión. Por ello, dedica un apartado amplio a la sensibilización ante el mundo del tercer milenio.
Leyendo con mirada crítica, se percibe, sin embargo fácilmente, que no hay una comprensión real de las circunstancias que rodean este siglo XXI y de la evolución que los sujetos sociales han tenido y continúan teniendo. Me interesa centrarme en la mujer, cuya subjetividad queda todavía a las puertas del documento. La mujer aparece principalmente en los numerales: 101, 107 y 121 del texto. Aunque en otras ocasiones se le menciona, la atención que se le dedica realmente es mínima. Hecho ya sorprendente si se tiene en cuenta que muchos analistas y cientistas sociales, reconocer como la principal revolución del siglo XX, la revolución femenina.
En el numeral 101, se le mira por primera vez: Se reconoce que ha cambiado su sentir (o el sentir) sobre su identidad y su misión. Este cambio se acepta en la medida en que se conciba como una ligera ampliación de la visión tradicional, pero se cuestiona radicalmente por cuanto no se acepta otra finalidad en la existencia de la mujer, que su destino de y hacia la maternidad. Se cuestiona entonces y se rechaza, todo aquello que puede llevar a las mujeres a optar libremente frente a esta posibilidad y a organizar su vida y su cuerpo autónomamente de acuerdo a su elección. Es necesario explicitar que al negársele a la mujer su autonomía frente a su propio ser, esta autonomía no se está delegando en Dios, sino que por el contrario se está dejando en manos de los varones, como ya es tradición en Occidente, tradición que precisamente las luchas feministas quieren quebrar y ya han quebrado.
En el numeral 107, se establece una relación entre las luchas en contra de cualquier tipo de discriminación: la de la mujer entre otras y algunos conceptos extraños y parcializados de verdad y de justicia. Según el texto, habría casos en que la ?verdad y la justicia??, estarían justificando la discriminación de la mujer o la explotación de la tierra. Nuevamente en el numeral 121, se insiste en que no se puede desviar la identidad y la misión de la mujer, concebidas ambas ahistóricamente.
En síntesis, el Documento de Consulta, para la V Conferencia, está mostrando una vez más que las concepciones que la Iglesia maneja sobre la mujer están muy distantes de su sentir actual y de apoyarla en la construcción de su subjetividad, una subjetividad nueva y liberada. La visión que presenta el documento sobre la familia por ejemplo, es una visión que la realidad actual, múltiple y diferente de los núcleos familiares y de convivencia ha rebasado completamente. La visión que refleja la Iglesia sobre los derechos de minorías discriminadas como los gays es una visión recortada de esos derechos.
Hacia Donde Querríamos Ir
Es difícil soñar y proyectar un futuro distinto al interior de una institución que secularmente ha mantenido y reforzado la marginación no sólo de la mujer, sino de lo femenino en sus estructuras. Sin embargo podemos expresar algunos sueños, muy ocasionalmente los sueños se hacen realidades??
Soñamos con una iglesia diferente: La Iglesia del encuentro de Betania, el consenso, la teología y la decisión alrededor de una mesa redonda, en medio de la cena cotidiana. Un iglesia sin ropajes extraños, sin jerarquías monárquicas?? Soñamos con la iglesia que se construye a diario en medio del discípulado de iguales, en busca de las huellas del maestro (3).
Una iglesia de hermanas y de hermanos, pastoreada en el servicio, no en el poder. En pleno siglo XXI, los obispos siguen hablando de excomunión ante el aborto (no ante la violación??), cuando se trata en este mundo de exclusiones, de generar dinámicas de espiral inclusivas (4), a las que se acerquen los y las habitantes de los límites.
Soñamos con una iglesia del testimonio y la liminalidad, que no se erija en juez, sino que por el contrario recoja a los polluelos siempre bajo sus alas. Una iglesia en ruptura real con las estructuras sociopolíticas y económicas del poder?? pero sobre todo, soñamos como mujeres, en una asamblea eclesial, en ruptura con las relaciones, el sistema y el simbolismo patriarcal, metido hasta los tuétanos en el corazón eclesial actual.
Soñamos con una iglesia servidora de los pobres, de las mujeres, de las etnias y pueblos marginados, de los desposeídos y las desposeídas?? de los y las que lloran?? Una iglesia que no pelee por sus privilegios en un mundo que se organiza laicicistamente, sino que se ocupe de vivir en los márgenes y se organice comunitariamente a la manera popular, en la forma barrial y asamblearia, donde la palabra de todas y de todos sea la verdad buscada en compañía??
Soñamos con una iglesia en la que el evocar la memoria de Cristo, no esté más reservada a los varones, sino que sea un patrimonio común de la comunidad. En el mundo actual cuya conciencia de discriminaciones se ha ampliado tanto, el estar marginadas de presidir la eucaristía, la memoria?? es una herida abierta en el corazón de las mujeres.
No basta con que la la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano haga muy buen estudio y muy buen diagnóstico de la globalización, de la pobreza, de las guerras?? Es definitivo, a mi juicio, que se mire a sí misma y se deje transformar en su interior por lo caminos del espíritu y de la sabiduría que lo renueva todo.
Soñamos con que en esta V Conferencia, haya presencia, voz y participación de mujeres: laicas casadas y solteras, religiosas?? Soñamos con que esta voz, que es la voz oficial de la Iglesia, denuncie valientemente tantas violencias que se ejercen en el mundo contra la mujer?? y pida perdón públicamente por el daño que la Iglesia ha hecho a la mujer, especialmente por el daño hecho por la vía de la manipulación de las conciencias?? práctica eclesial que duró siglos y aún persiste a través de las homilías y las confesiones, especialmente en los sectores más populares, pobres y sencillos de la población.
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NOTAS Y BIBLIOGRAFÍA:
(1) Andrés Torres Queiruga:
TEOLOGÍA Y G?NERO EN EL CAMBIO DE PARADIGMA
En: Carmen Bernabé, CAMBIO DE PARADIGMA, GENERO Y ECLESIOLOGÍA
Editorial Verbo Divino, Estella 1998
(2) Felicidad Losertales:
YO A LA IGLESIA LE PIDO MUCHAS COSAS
En: AA. VV. QU? ESPERAMOS DE LA IGLESIA ? LA RESPUESTA DE 30 MUJERES
Editorial Desclée de Brouwer, Bilbao 2001
(3) ?El Discípulado de iguales y la eclesia de mujeres?? son términos acuñados por la teóloga católica norteamericana, Elizabeth Scüssler Fiorenza, para referirse a una iglesia más cercana a la dinámica evangélica instaurada por Jesús en su grupo.
(4) Planteamiento desarrollado por: Latty M. Russell, en su texto:
LA IGLESIA COMO COMUNIDAD INCLUSIVA, Una interpretación feminista de la Iglesia
Edición de la Universidad Bíblica, Costa Rica 2005
Este texto fue publicado en la revista ALTERNATIVAS, Editorial Lascasiana, N°. 32 (2006)