Su trabajo y su gente son mucho más que las paredes de su parroquia. El sacerdote madrileño Enrique de Castro, conocido popularmente como el cura rojo de Vallecas, lo dijo sin tapujos ayer durante su visita en Catalunya: «Nadie nos puede quitar nuestra comunidad. Una parroquia, al final, no es un lugar físico, sino que es un encuentro de personas y eso, desde luego, no lo cierra nadie».
De Castro dirigía así este mensaje al arzobispado de Madrid, que pretende clausurar la parroquia de San Carlos Borromeo por considerar que allí practica «liturgias no homologables eclesiásticamente». El sacerdote, que ayer recibió un cálido homenaje en Navarcles (Bages) al recoger el premio Pere Casaldàliga, advirtió al arzobispo Rouco Varela de que seguirá su trabajo desde la base de la Iglesia para luchar contra las desigualdades sociales en los barrios más modestos de Madrid.
DIÁLOGO ABIERTO
Sin embargo, De Castro confió en que el arzobispado madrileño «cambie de posición» y decida mantener abierta la iglesia. Explicó que ya ha recibido la llamada del obispo «para sentarnos a dialogar». Pese a todo, admitió ignorar «cómo desembocará la conversación». El rector de San Carlos Borromeo hizo estas declaraciones al finalizar el acto en el que recibió el premio Pere Casaldàliga otorgado por el cuarto Festival de Cinema Solidario de Navarcles (Clam).
La organización le concedió esta distinción por sus «más de 30 años de trabajo dedicados a los más desfavorecidos, a los jóvenes con problemas de drogadicción, por su lucha contra la exclusión social y en defensa de los vecinos de Vallecas», unos valores que, según el presidente del Clam, Josep Maria Carrillo, «conectan con la filosofía del festival». Durante tres fines de semana, el certamen de cine ha proyectado más de 50 filmes sobre las injusticias promovidas desde el poder.
MUCHOS CASALD?LIGA
Los organizadores y la periodista Mònica Terribas, que entregó el premio, coincidieron en señalar que no hace falta ir al otro lado del Atlántico para encontrar un Pere Casaldàliga (el obispo emérito de Sao Paulo), sino que hay muchos otros párrocos en España que hacen la misma función, como De Castro. «San Carlos de Borromeo no es una anécdota. Muchas personas trabajan desde la iglesia de base volcándose con la gente con el mismo espíritu de la teoría de la liberación», dijo Terribas.
Después de recibir el premio, De Castro lo redimió simbólicamente a los representantes de los colectivos de jóvenes y madres contra la droga que ayer le acompañaron desde su barrio. El sacerdote les homenajeó así por haber descubierto juntos «su propia capacidad de lucha y la fe en si misma». Para el párroco, la fe «es humana, y no religiosa» y en ella caben «ateos y creyentes, musulmanes y cristianos». Por tanto, aseguró, no debe ser utilizada por el poder eclesiástico con el argumento de «ganarse el cielo», porque esta actitud no soluciona la pobreza en la Tierra, sino que la perpetúa.