La Iglesia de España aún no ha encontrado su sitio en la democracia. Eso explica sus batallas al progreso de la sociedad española, que tienen una repercusión negativa en esta.¿Acaso aspira la jerarquía eclesiástica a recuperar el peso que tuvo en el régimen anterior?
Es inútil, la batalla la tiene perdida, porque la sociedad ha evolucionado mucho hacia la secularización y no admite ser tutelada por una institución, que se aferra al pasado, en educación, moral sexual y en todo se muestra muy tradicional. Y, por si esto fuera poco, se opone a la autonomía y emancipación de la misma sociedad.
¿Qué pueden aportar a una sociedad que lucha contra la desigualdad, la injusticia y la negación de los derechos humanos, unas instituciones, como la Iglesia, que no pueden ofrecer desde sí mismas estos valores?
Además, el Estado aconfesional plasmado en la Constitución de 1978 está en entredicho. Entre tanto los poderes públicos se muestran débiles y timoratos ante el mandato constitucional, que debe prevalecer por encima de todo. El Estado no puede permitir que una institución privada, que añora el privilegio que gozó en el pasado, prevalezca frente a otras instituciones, que se sienten justamente agraviadas.
La condescendencia, que está mostrando el Estado con la Iglesia española, no es buena para la sociedad ni para la misma comunidad cristiana. Los cristianos, que han asimilado el Concilio Vaticano II y la teología de él emanada, saben que estos tratan con mucho respeto la autonomía secular del mundo, porque la consideran originaria del cristianismo.(La secularidad se origina con la entrada de Jesucristo en el siglo o mundo al encarnarse).
También la mayoría de la sociedad civil está exigiendo del gobierno socialista un esfuerzo en defensa del Estado laico, que sea respetuoso con las propuestas liberadoras que provienen desde instituciones de sentido como son las religiones.
Es urgente y necesario otro planteamiento político y religioso de las relaciones Iglesia/Estado, que algunos órganos, como la revista Exodo, consideran inconstitucionales, a la vez que exigen la reforma de los Acuerdos con la Santa Sede. Apuesta asismismo por la supresión del actual marco de financiación de la Iglesia y de la enseñanza confesional de la religión en la escuela pública.
(Exodo, nº 93, Abril_08