Enviado a la página web de Redes Cristianas
Comparto con Mariano Rajoy el gusto por el juego del escondite, pero con algunas diferencias. A mí me gusta, por ejemplo, esconderme del jugador al que le toca buscar; a él, de los periodistas, de los debates y de las situaciones comprometidas. En cuanto a los sitios, a mí me gusta esconderme en cualquier rincón de la casa; a él, tras una agenda, un televisor de plasma, en el palacete de Doñana o en la casa de Bertín Osborne.
Ahora bien, que yo juegue al escondite, teniendo una edad similar a la de Rajoy, puede resultar chocante, pero, que lo haga él, siendo presidente del Gobierno y aspirante a seguir siéndolo, me parece lamentable. Me parece digno de lamento -por antidemocrático- que nos prive a los ciudadanos de la oportunidad de comparar sus propuestas con el resto de candidatos en lid en esta convocatoria electoral.
Claro que, a lo mejor, lo de seguir gobernando ya le importe un comino, pues, a tenor de las confidencias que le hizo a Bertín Osborne, se deduce que él ya ha conseguido su meta en la vida, y que esta no es otra que haber llegado a presidente del Gobierno, pues, según sus propias palabras: ?Ser presidente del Gobierno de España es la pera??. Es decir, que a mí me da la impresión de que, este hombre, no está en política por vocación, sino por prestigio personal.
Valladolid