Una rápida crónica del ecumenismo en España nos lleva a señalar que la Semana de la Unidad de 2007 pasó sin pena ni gloria. Nada nuevo, ningún compromiso especial, sí la consiguiente adormilada esperanza de mayor cercanía y una pequeña y prevista escaramuza en la diócesis de Madrid, donde, por demasiado nerviosismo en ambas partes, la Iglesia católica y la Iglesia Evangélica Española, se tiraban los trastos a la cabeza, por si pongo a la teóloga Pintos en la lista de intervenciones en mi Iglesia, según la pastora y presidenta del presbiterio de Madrid, Esther Ruiz, o no debes ponerla por no representar a la Iglesia católica, según algunos obispos de Madrid por medio del delegado diocesano de ecumenismo. Si es cierto que aparecieron en prensa algunas notas un tanto exageradas contra el que titulaban falso ecumenismo de la Iglesia católica, pero no pasó de ahí y pocas fechas después la asistencia de católicos a la instalación del pastor Juan Varela o al In memoriam de uno de los más insignes pastores evangélicos, D. José Cardona Gregori, fue normal y llena de fraternidad.
Hacia Sibiu
La actividad ecuménica del primer trimestre de este 2007, uno de los años más ecuménicos que se van a dar, ha girado en torno a la III Asamblea Ecuménica Europea, que se celebrará entre los días 4-8 de septiembre próximo en la ciudad rumana de Sibiu.
La singular forma de esta Asamblea ha tenido como tercera etapa la celebración de actos ecuménicos en las diversas naciones europeas a lo largo de 2006, como preparación y contribución a las jornadas finales en Sibiu. Otra vez más España ha ido retrasada en su participación ecuménica, pues lo que en otras naciones finalizó con la Semana de la Unidad de enero de 2007, en España va a culminar con la Vigilia de Pentecostés, el sábado 26 de mayo.
El acto ecuménico del día 26 de mayo comenzará a las 5 de la tarde en la Iglesia de la calle de Calatrava 25, con varios foros sobre temas de ecumenismo a tratar en Sibiu y después de un sencillo ágape fraterno comenzará la Vigilia ecuménica a las 22 h, a la que asistirán grupos ecuménicos de toda España.
El lema: “La luz de Cristo ilumina a todos, Esperanza de renovación y unidad en Europa”, será el núcleo de donde partirá ese nuevo impulso ecuménico para toda Europa. Asistirán unos 4000 delegados de las diferentes Iglesias ..
El tesón ecuménico de los laicos
Parece que son sobre todo los laicos quienes están empeñados en España en la preparación de la Asamblea Ecuménica Europea en Sibiu, lo que hace ver la importancia de estos grupos en la marcha del movimiento ecuménico entre nosotros. Sin embargo, han sido las jerarquías de las Iglesias las que han preparado esta esperanzadora Asamblea. La Conferencia Episcopal Española, por medio de su Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales, presidida por Mons. González Montes, obispo de Almería, confeccionó ya en noviembre pasado una lista de 40 personas: delegados diocesanos de ecumenismo, directores de algunos Centros Ecuménicos, asesores de la misma Comisión, profesores de ecumenismo y de teología de algunas facultades teológicas y otros allegados a dicha Comisión, para asistir a Sibiu representando a la Iglesia española.
Por otra parte, otras personas en la brecha diaria del ecumenismo tratan de asistir a este evento tan extraordinario para el ecumenismo en Europa y también en España. Las Iglesias no católicas de España enviarán también sus representantes.
Después de la IX Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias, celebrado en febrero de 2006 en Porto Alegre (Brasil), esta III Asamblea Ecuménica Europea deberá ser un punto de renovación para el movimiento ecuménico en nuestro continente y también en España donde posiblemente el movimiento ecuménico necesita despertar a las realidades del momento.
La esperanza es fuerte, pero la perspectiva, a juzgar por el escaso interés, incluso en algunos de los asistentes, es incierta. Habrá que estar en tensión para subrayar nuevas posiciones ecuménicas, contrastar las posibilidades españolas en el campo ecuménico y, sobre todo, lanzar un reto a las Iglesias cristianas en España para avanzar en el conocimiento mutuo y en el testimonio común que la sociedad de nuestros días reclama a los cristianos.
Uno de los puntos nucleares de esta Asamblea será la “Carta Ecuménica Europea”, firmada en la Pascua de 2001 por representantes de las Iglesias Europeas. Se trata de un verdadero programa ecuménico puesto ya en marcha en Europa y que nuestra nación no ha tenido repercusión alguna. Al tratarse de documentos con una principal participación de los laicos, es posible que puedan comenzar entre nosotros nuevos proyectos y formas ecuménicas, apropiados a las realidades y necesidades que el siglo XXI reclama.
En los días 19-20 de enero pasado en Valencia se celebró, en el horizonte de Sibiu, la llamada “Ruta de S Vicente, mártir”. Varios centenares de cristianos ecuménicos de diversas Iglesias cristianas acudieron a estos actos, donde hubo conferencias y celebraciones ecuménicas. Por su parte en Barcelona y con la asistencia del cardenal Walter Kasper, Presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, dentro de unas Jornadas de Pastoral, organizó la delegación diocesana de ecumenismo y el Opus Dei unas conferencias de diversos temas ecuménicos, que se inscribieron también en el contexto de la Asamblea Ecuménica de Sibiu.
Las preguntas que se dibujan en el aire ante este acontecimiento ecuménico para Europa, son trascendentales en el ámbito español. Puede pasar como un hecho singular y hasta bonito, con cierta repercusión en algunos medios de información de la Iglesia, sin pasar de ahí. Es posible que algunos responsables del movimiento ecuménico en España hasta decidan poner algo en práctica. Probablemente la apatía y la falta de compromiso ecuménico en jerarquías y pueblo católico pongan resistencia a todo proyecto nuevo. Acaso hasta tengan lugar algunas conferencias, incluso algunos esforzados ecumenistas españoles se empeñen en publicar interesantes análisis de los retos ecuménicos de esta III Asamblea. Pero el empeño en una renovación ecuménica para España es posible que quede tan lejos como hasta ahora. Una cosa no fallará: el esfuerzo de ciertos grupos ecuménicos compuestos especialmente por laicos, comprometidos a continuar con el tesón que les aporta su carisma ecuménico.