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Feliz Pascua Cristiana -- Benjamín Forcano, teólogo

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Compartimos el Pan en MEMORIA del NAZARENO
Aunque no lo podamos creer de pura alegría, Jesús ha resucitado.
“Nunca,
de nadie,
en ningún lugar,
se dijo lo que de Jesús:
ha resucitado”

. La resurrección de Jesús. Benjamín Forcano

. ¿Qué haría Jesús Hoy?

Pedro Casadáliga

José Antonio Pagola

1
LA RESURRECCIÓN DE JESUS

Benjamín Forcano

Hoy, es uno de los días más grandes de la cristiandad.
En este día, Jesús de Nazaret resucitó y por eso
desde entonces tal día es llamado Domingo,
Día del Señor.
Sentados a la mesa, dispuestos a compartrir
los alimentos comunes del pan y del vino, cumplimos
lo que Jesús nos encargó: “(Cuando comáis el pan)
hacedlo en memoría mía» (Lc 22,19).

Tomaremos, pues, de este pan
y beberemos de este vino, viendo en ellos un signo,
una imagen de la propia vida de Jesús.

La vida de Jesús fue una lucha incesante
por la igualdad, la justicia, el amor, la liberación
de toda opresión y sufrimiento, la defensa de los
más débiles e indefensos. Vino para anunciar
la Buena Noticia del Reino de Dios, un proyecto
al que El dedicó toda su vida.

En esencia proclamaba que todo ser humano tiene
una misma dignidad y que Dios tiene un mismo amor
por todo ser humano, sin que nadie quede excluido
ni menospreciado, un amor tierno e infinito.

Este anuncio lo hizo Jesús con libertad en la capital
de Jerusalén, en el templo ante las autoridades
religiosas y en las calles y plazas ante las autoridades
políticas. Tuvieron tiempo para informarse y saberlo.
Las gentes acudían a él de todas partes y confesaban
no haber visto nunca cosa igual.

En poco tiempo, vieron el peligro, se confabularon
contra él y decidieron eliminarle:´Habéis oído la
blasfemia, no hacen falta más testigos´.
Y todos sin excepción pronunciaron sentencia de
muerte» (Mr 14,64).

Los representantes del poder civil y eligioso creyeron

que con la crucifixión todo había acabado. Se había

mostrado que los sueños de aquel hombre habían fracasado.

Pero, ocurrió lo inesperado. Jesús de Nazaret
resucitó, Dios lo liberó de la corrupción y lo hizo
escapar al poder de la muerte, mostrando que
la última palabra sobre la vida y la historia
humanas la tiene El.
Dios avaló la vida de Jesús, la acreditó como
auténtica e incorruptible, nada de lo que él hizo fue
en vano. La muerte, la injusticia, el oprobio
quedaron vencidos para siempre.

Con la resurrección, Dios validaba cuanto
el Nazareno había enseñado. Y validaba que otros
continuaran anunciando y viviendo su mismo
proyecto. Y, el anuncio se hacía creíble en el terreno
más difícil de imaginar: en el de la resurrección;
también nosotros resucitaremos, y resucitan todos
los que han luchado por la justicia y han sido
víctimas de la iniquidad.
A final son vencedores y obtienen
vida plena y gloriosa.

Esto es, pues, lo que recordamos. Hacemos memoria
de lo que vivió y enseñó Jesús, las causas por las que
le mataron y las consecuencias de todo esto para nuestro
presente y futuro.

Debemos animarnos, estar contentos y seguid firmes:
él está en medio de nosotros, con su Espíritu,
que es Amor, y nos impulsa a proseguir su obra:
el anuncio de la Buena Noticia del Reino de Dios.

. En RUIDERA, Los Villares, 8 de abril de 2012 .
Compartimos el Pan en MEMORIA del NAZARENO

2
¿Qué haría Jesús hoy?

l. Pedro CASALDALIGA

Haría lo que hizo, cumpliendo la misión de su vida; anunciar y practicar el Reino. Para eso Dios se hizo “Emanuel, Dios-con-nosotros”. Para eso es el misterio de la Encarnación.

Ese Reino que intentó explicar de todos los modos y que ni la muchedumbre, ni los apóstoles , acababan de entender ; y que no cavamos de entender nosotros, hoy, incluidos los obispos.

Jesús repetía el mensaje y lo practicaba con gestos de solidaridad y liberación. Mensaje que El sintetizó con una fórmula definitiva: “Yo vine para que todos tengan vida en plenitud”:

El anunciaría el Reino por activa yu por pasiva, inculturadamente, hoy, aquí, y denunciaría el anti Reino , a todo riesgo, al riesgo de la Cruz, que herencia de todas las personas subversivas que optan por el Reino.

Anunciaría y practicaría el Reino siempre a partir de los pobres. Proclamándolos dichosos porque son los preferidos de Dios. Y daría a entender muy claramente que no se puede servir a Dios y al dinero; que no se puede servir a la justicia y a la fraternidad universal sirviendo al mismo tiempo al capitalismo neoliberal.

Dentro de la Iglesia, en las religiones, armaría la mayor confusión por su fidelidad total a la voluntad del Padre que es amor por encima de todas las leyes y cánones. Con su presencia compañera en medio del pueblo y su aversión profética a l poder ayudaría a desmontar muchos tinglados, en la religión y en la política, en la desolación del desempleo, en las fronteras de la migración, en la geopolítica del hambre y de las armas, en la deshumanización del consumismo. Nos enseñaría de nuevo, con una novedad radical, el “Padre nuestro y el Pan nuestro”. (El Ciervo, Abril 2012, nº 733)

2. José Antonio Pagola

Nadie se enteró de su venida al mundo pues nació en una pequeña chabola, en un suburbio de El Salvador. Un día consiguió llegar a Europa como inmigrante. NO tenía “Papeles”. Tampoco amigos y conocidos. LO acogieron en un albergue para los sin techo. Pronto se le vio por los barrios más marginados, comiendo con gente indeseable y ofreciendo su amistad a los más solos y hundidos. Les empezó a hablar de u n Dios sorprendente: “Dios no es como os lo imagináis. No es propiedad de los buenos. Sino amigo de los pecadores. No pertenece a los ricos. En su corazón, los últimos son los primeros.

Quería anunciar a todos el Proyecto de ese Dios. Un día se acercó a un Corte Inglés y gritó: “Dios está más cerca de nosotros de lo que pensáis. Quiere construir un mundo más digno y dichoso para todos, empezando por los últimos. Hemos de cambiar. Creed en este Buena Noticia”. La gente se reía. Un domingo se acercó a una iglesia a pedir ayuda. Al comenzar la misa, interrumpió la celebración: “No os engañéis. No podéis servir a Dios y al Dinero. No pudo continuar. Lo mecharon.

Al poco tiempo, en los telediarios se hablaba de él. Algunos decían que era un “indignado” que se había vuelto loco. Otros aseguraban haberlo visto más de una noche mirando a las estrellas, rezando a su Padre querido. Lo habían visto también abrazando a los niños. Parecía bueno, peor era peligroso. Mucha gente empezaba a creer en él. En el despacho del alcalde se recibió una llamada discreta del obispado: aquel hombre estaba haciendo mucho daño a la religión y se había convertido en un peligro para el orden público. La policía municipal se lo llevó del albergue una noche de jueves santo después de la cena.

Nadie sabe hoy dónde está. Sólo sus amigos y amigas le echan en falta. (El Ciervo, Abril 20112, nº 733).

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