Falsificaciones y desorientaciones desde la cúpula de la Iglesia -- Franz Wieser (Perú)

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El Papa Ratzinger, al clausurar el año sacerdotal, ha pedido «severidad» y ha trazado la siguiente reflexión: «Igual que el pastor necesita el bastón para proteger a su rebaño», también la Iglesia debe usar «el bastón del pastor para proteger la fe contra los falsificadores, contra las orientaciones que son, en realidad, desorientaciones». «Justamente el uso del bastón puede ser un servicio de amor. Hoy vemos que no se trata de amor cuando se toleran comportamientos indignos de la vida sacerdotal», ha concluido.

Sólo estas palabras bastan para darse cuenta de quienes falsifican la fe y desorientan al pueblo. Es ?dar al César, lo que es del César, que ha de proceder con ?severidad??, contra quiénes abusen sexualmente a menores, trátese de clérigos, laicos o encubridores. No olvidemos que antes de hacernos discípulos de Jesús, hemos nacido como ciudadanos que, independientemente de su fe religiosa, han de asumir la responsabilidad por una convivencia pública en paz y prosperidad. Esto significa colaborar creativa- y críticamente en lo político y social.

Luego, o mejor dicho, paralelamente hemos de ?dar a Dios, lo que es de Dios??, quiere decir hacer todo con trasparencia, justicia, amor fraternal y con entera libertad. Quiere decir: un auténtico cristiano, ha de ser a la vez un ciudadano ejemplar. Si así lo hiciéramos sin arrogancia y con un auténtico espíritu de servicio, nadie con sentido común se molestaría de la intromisión de la Iglesia, entendida como pueblo unida por la misma fe y en el mismo espíritu.

Si se presenta malestar, confusión, rechazo, hasta persecución de la Iglesia, sus líderes han de preguntarse seriamente si es a causa del Evangelio de Cristo, o a causa de ?pecados en su interior??.

Aplicado lo expuesto a los crímenes cometidos por miembros de la Iglesia, trátese de sacerdotes o obispos, no debe haber ninguna diferencia en la aplicación de leyes, civiles o penales, válidos para cualquier ciudadano.

Que esto no haya sucedido desde siglos atrás, se debe ante todo que desde los líderes en la Iglesia ? el actual Papa hasta non plus ultra ? han enaltecido el sacerdocio poco menos que al mismo Dios. Basta repasar la carta de inauguración del Papa Ratzinger, haciendo suyo expresiones del cura de Ars, J.M.Vianney.

Aquí unas perlas: ?El sacerdocio es el amor de Jesús???? ¡Oh, qué grande es el sacerdote! Si se diese cuenta moriría?? Dios le obedece: pronuncia dos palabras y Nuestro Señor baja del cielo al oír su voz y se encierra en una pequeña hostia???? ?¡Después de Dios, el sacerdote lo es todo!????Si comprendiéramos bien lo que representa un sacerdote sobre la tierra, moriríamos: no de pavor, sino de amor?? ?El sacerdote tiene la llave de los tesoros del cielo??Dejad una parroquia veinte años sin sacerdote y adorarán a las bestias????

En todo el Nuevo Testamento no encontramos nada parecido. Mientras Jesús mismo no quiso que se le diga ?maestro bueno??(Lc 18,18-19), nuestros supuestos representantes de Cristo, no se avergüenzan de dejarse llamar, reverendos, excelencias, eminencias y, hasta su santidad. Y, mientras Pedro, que se tiene como el primer Papa, no toleraba que alguien se arrodille ante él, por considerarse un ser humano común y corriente (Hech 10, 25-26), nuestros Papas y obispos si lo gozan.

Y mientras Jesús exhorta a sus seguidores para que entre hermanos no se den de padres, de jefes o de maestros (Mt 23, 8-12) y no se porten como los gobernantes de este mundo, que dominan a los demás, sino que se coloquen en el último puesto (Mt 20, 25-27), nuestros jerarcas marcan el camino de los fieles con cánones y dogmas, y sancionan, suspenden, excomulgan como ?dueños de nuestra fe??, no como San Pablo quiso aparentar. (2 Cor 1,24).

Más claro aún San Pedro: ?A los ancianos entre vosotros les exhorto, yo anciano también con ellos?? apacentad el rebaño de Dios que está a vuestro cargo, cuidándolo no por la fuerza, sino de buena voluntad según Dios; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cargo, sino como ejemplos para el rebaño. (1Pe 5, 3-4).

Visto todo esto, nos preguntamos: ¿Con qué autoridad reclama el Papa Ratzinger ?el uso del bastón??, cuando a todas luces ?las falsificaciones?? y ?desorientaciones?? de la causa de Jesús parten de él mismo y de sus incondicionados? Es comprensible que el pueblo ante tanto ?honor y gloria?? acumulado desde los tiempos de Constantino y Teodosio de la jerarquía, se cohibía siglos a católicos y católicas denunciar a tanta ?reverencia?? y ?excelencia??, puesto que ni los jueces se hubiesen atrevido de citarlos ante sus tribunales.

Si los palizas anunciadas por el Papa, no pueden ya llegar a tanto para que los tiempos de la Inquisición regresen, no se debe a que hubo una conversión impulsada dentro de la Iglesia institucional, sino a fuerzas externas, como era la revolución francesa, la ilustración, la reforma protestante, la democracia, la declaración universal de los derechos humanos o otras.

Hoy es la nueva técnica de comunicación que lleva a la luz los escándalos, es decir lo largamente encubierto para salvar una imagen engañosa. ?Preferible – dijo el Papa Gregorio el Grande ? que haya escándalos, a que pierda la verdad??