El libelo semanal Alfa y Omega, que edita el Arzobispado de Madrid –con el nihil obstat, pues, del cardenal Rouco Varela- acostumbra a perorar mucho más de política que del Evangelio. Este monseñor se ha equivocado de oficio o quizás sucede –a la vista de la historia y del presente de la Iglesia católica- que el verdadero oficio de los clérigos mandamases es el de político, aunque disfrazados con sotana o con capelo. Político muy de derechas, naturalmente.
Ese libelo –que bascula entre denigrar a la izquierda e infamar a todo aquel que discrepe de la ortodoxia vigente- viene a defender lo mismo, en orden a ideologías, ideas y siglas, que defiende la COPE. Apenas hay diferencias.
Gonzalo de Berceo, comentarista de actualidad política de esta revista confesional, se encarga del trabajo más sucio. Compite con sus colegas Jiménez Losantos y César Vidal en vilipendiar a los adversarios. Lo hace con el fervor de los curas trabucaires y con la fe del carbonero.
Contra Rajoy
En el número de esta semana –impreso y distribuido por ABC, como siempre- el llamado Berceo arremete contra Mariano Rajoy, a quien acusa de flojedad en sus principios: “Negociar con los enemigos de España, con los que quieren independizarse y separarse de España, es perder los principios (…); lo haga Rajoy, lo haga Aznar, o lo haga quien lo haga (…) Pregunta el señor Rajoy si ser flexible significa no tener principios. Pues verá usted, depende de con quién y en qué se sea flexible”.
El contrato de don Federico
He aquí otra prueba más de que La Vanguardia acertó interpretando la renovación del contrato de don Federico por la COPE como una jugada de Rouco Varela para atacar a Rajoy. El presidente de la Conferencia Episcopal Española no es partidario del hoy moderado líder de la derecha. Basta, en todo caso, con sintonizar la emisora de los obispos para darse cuenta de que Rajoy no cuenta con la simpatía de influyentes monseñores.
El escudero
Berceo, su escudero, pretende desacreditar a La Vanguardia recordando que “hasta hace no mucho” se denominaba Española. Omite este losantos bis que la palabra Española le fue impuesta al periódico –que ya entonces era un clásico- cuando las tropas franquistas entraron en Barcelona, el 26 de enero de 1939. Cuando regresó la democracia volvió La Vanguardia –fundada en 1881- a su denominación de origen.
Escribidor de sacristía
Sembrador de cizaña, profesional de la injuria, escribidor de sacristía, el tal Berceo esparce su bilis a borbotones. Dogmatiza desde el púlpito de Rouco Varela acerca de las últimas noticias eclesiásticas: “A todo trapo, el diario catalán La Vanguardia (…) ha lanzado una serie de insidias camufladas de crónica periodística, a las que (…) se ha sumado de inmediato todo el coro del rodillo mediático gubernamental y chiquilicuatrero”.
Los plurales y resentidos…
Sin aportar prueba alguna a sus aseveraciones, carga de nuevo el trabuco y aprieta el gatillo: “No hay ni un solo argumento fiable en todo lo que se ha escrito estos días al respecto; hay, en cambio, afirmaciones de testigos según las cuales es rigurosamente falso todo lo que se ha contado, tan rigurosamente falso como todo lo que, sobre la Iglesia católica, dicen y escriben los plurales y resentidos enrics y aguilares, y sus amos, satélites, derivados y compuestos”.
“Almas mesquinas”
Gonzalo de Berceo (1197-1264) fue escritor de relieve histórico. Quien en la actualidad usurpa su nombre debería leer con atención este verso de Berceo en el castellano de la época: “Doliéronse los ángeles d´esta alma mesquina/ por quanto la levavan diablos en rapina/ quisieron acorreli/ ganarla por vecina/ mas por fer tal pasta menguavalis farina”. Si lo lee y se mira en el espejo, podrá hasta verse reflejado. Y es que, por lo general, a las almas mezquinas les falta harina para convertirse en pasta de ángeles.
Enric Sopena es director de El Plural