Resulta que los obispos, y esto no es novedad, son partidarios de la eutanasia pasiva. El caso de Inmaculada Echevarria es un caso de eutanasia pasiva en la que una paciente en estado irreversible y que precisa del funcionamiento de máquinas para vivir desea morir desconectándole las máquinas.
Personnalmente creo que hay que apostar por la vida antes que por la eutanasia, pero ciertos casos delicados no podemos evidentemente aspirar a que sean las maquinas y no nosotros mismos quienes nos mantengan con vida y contra nuestra voluntad. En algun momento todos morimos, y viendo el caso de esta mujer manifiesto mi apoyo y respeto por la decisión que desee finalmente tomar, aunque ciertamente me pesa que muera una persona.
Total, que aqui les traigo el testamento vital redactado por los obispos, que prueba que los obispos considerarían moralmente aceptable la decisión de esta mujer y la de aquel italiano al que el Vicario de Roma, el Cardenal Ruini, le negó recientemente las exequias por eutanasia pasiva.
A mi familia, a mi médico, a mi sacerdote, a mi notario:
Si me llega el momento en que no pueda expresar mi voluntad acerca de los tratamientos médicos que se me vayan a aplicar, deseo y pido que esta Declaración sea considerada como expresión formal de mi voluntad, asumida de forma consciente, responsable y libre, y que sea respetada como si se tratara de un testamento.
Considero que la vida en este mundo es un don y una bendición de Dios, pero no es el valor supremo absoluto. Sé que la muerte es inevitable y pone fin a mi existencia terrena, pero desde la fe creo que me abre el camino a la vida que no se acaba, junto a Dios.
Por ello, yo, el que suscribe……………………
pido que si por mi enfermedad llegara a estar en situación crítica irrecuperable, no se me mantenga en vida por medio de tratamientos desproporcionados; que no se me aplique la eutanasia activa, ni que se me prolongue abusiva e irracionalmente mi proceso de muerte; que se me administren los tratamientos adecuados para paliar los sufrimientos.
Pido igualmente ayuda para asumir cristiana y humanamente mi propia muerte. Deseo poder prepararme para este acontecimiento final de mi existencia, en paz, con la compañía de mis seres queridos y el consuelo de mi fe cristiana.
Suscribo esta Declaración después de una madura reflexión. Y pido que los que tengáis que cuidarme respetéis mi voluntad. Soy consciente de que os pido una grave y difícil responsabilidad. Precisamente para compartirla con vosotros y para atenuaros cualquier posible sentimiento de culpa, he redactado y firmo esta declaración.
Firma:
Fecha:
Otra cosa es que luego hayan cambiado de opinión, pero entonces este documento no tendría sentido que siguiera en la web de la conferencia episcopal.