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LOS CONSEJOS COMUNALES Y LAS PRIMERAS COMUNIDADES CRISTIANAS

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Ecuvives

Recientemente, cuando Hugo Chávez reasumió la Presidencia de la República de Venezuela, el 10 de enero de 2007, para indicar que esta revolución Bolivariana tiene entre otras, raíces cristianas, tomó de la Biblia en el Nuevo Testamento, la lectura de los Hechos, la cual nos hace referencia a las primeras comunidades cristianas y su forma de vida:
“La multitud de los fieles tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba como propios sus bienes, sino que todo lo tenían en común. Entre ellos ninguno sufría necesidad, pues los que poseían campos o casas los vendían, traían el dinero y lo depositaban a los pies de los apóstoles, que lo repartían según la necesidad de cada uno”([1]).

Posteriormente, el día 17 de enero de este mismo año, al juramentar en cadena nacional las Comisiones Presidenciales para conformar el conjunto de los cinco motores Constituyentes, volvió a señalar como uno de los elementos inspiradores para este proceso el mismo punto y se apoyó en esta oportunidad en un texto similar al leído anteriormente a propósito de esas primeras comunidades cristianas:

“Todos los creyentes vivían unidos y compartían todo cuanto tenían. Vendían sus bienes y propiedades y se repartían de acuerdo a lo que cada uno de ellos necesitaba”([2]).

Quisiera fijarme en esta oportunidad en la idea propuesta a partir de estas citas para realizar una reflexión, ya que lo que estaba ocurriendo en esas primeras comunidades cristianas no fue algo que surgió de la noche a la mañana, sino que fue fruto de una profunda reflexión y relectura de su fe vivida a partir de sus experiencias prácticas y recuerdos del contacto con la persona de JESÚS. No fue simplemente una idea que era bonita o interesante para seguir, sino que nació de ese encuentro con Jesús, en quien descubren al hijo de Dios hecho hombre y que marcó profundamente sus vidas.

Por eso, en este intento por acercarnos a lo que significan esas primeras Comunidades cristianas como una de las posibles fuentes de inspiración para ese Poder Comunal que intentamos construir en este país, nos fijaremos brevemente primero en algunos aspectos visto desde la persona del mismo Jesús que nos pueden iluminar al respecto, luego retomaremos la realidad planteada a partir de esas comunidades cristianas y concluiremos con algunos aspectos descubiertos desde estas comunidades donde la experiencia cristiana juega un papel fundamental en el socialismo del siglo XXI que queremos construir.

LA VIDA DE JESÚS EN NAZARET, LUGAR DE APRENDIZAJE.

Para nosotros los cristianos Dios se hace hombre, en el pleno sentido de la palabra, en la persona de Jesús. Al respecto San Juan, refiriéndose a Jesús lo presenta poéticamente y teológicamente afirmando:

“Y la Palabra (Dios) se hizo carne y puso su tienda entre nosotros”([3]).

Así Jesús, como manifestación del Dios vivo, viene a compartir nuestra Historia y se hace carne de nuestra carne, vida de nuestra vida. El quiere llegar a todos, pero nos da una tremenda lección desde el inicio de su existencia entre nosotros. Su punto de partida es desde quien nada tiene, desde quienes han sido obligados a perder su identidad a lo largo de la Historia, desde quienes fueron excluidos a lo largo de ella, desde los empobrecidos por causa de la injusticia. Recordemos por ejemplo como fue el nacimiento de Jesús en Belén:

“Mientras estaban en Belén, llegó para Maria el momento del parto y dio a luz su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, pues no había lugar para ellos en la sala principal de la casa”([4]).

Esto ocurre porque la familia de Jesús, es decir Maria y José, eran sumamente pobres y por eso no consiguieron ninguna parte donde alojarse en el momento de su nacimiento. Para los evangelistas, es decir quienes escriben los Evangelios, este hecho es sumamente fundamental, por eso lo reseñan. El primer mensaje es que Dios nos habla desde el lugar de los pobres.

A lo largo de toda su vida este fue su hilo conductor, lo llamaríamos el eje transversal de su existencia. Veamos en esta misma línea su mensaje cuando comienza su vida pública estando en la sinagoga, al proclamar “su misión”:

“El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha ungido para llevar buenas nuevas a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos y a los ciegos que pronto van a ver, para despedir libres a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor. Jesús entonces enrolló el libro, lo devolvió al ayudante y se sentó, mientras todos los presentes tenían los ojos fijos en él. Y empezó a decirles “Hoy les llegan noticias de cómo se cumplen estas palabras proféticas.””([5]).

Recordemos que todo esto está enmarcado dentro de la propuesta de la construcción del “Reino de Dios”; un Reino no basado en la injusticia, sino en el amor y el compromiso solidario con y desde los más pobres. Debido a que este Reino debe comenzar ya desde aquí, en nuestra historia concreta y no como se ha querido presentar muchas veces, restringido únicamente a después de la muerte, nos habla insistentemente sobre los aspectos en que seremos juzgados([6]), ¿Qué tanto hemos sido capaces de amar activa y solidariamente sobre todo a los más débiles?. Veamos lo expuesto en las Bienaventuranzas([7]) con respecto a ser capaces de tener un espíritu distinto a un mundo que empuja hacia el egoísmo; o el encuentro con el joven rico[8]a quien propone dejar todo por seguirle en ese nuevo proyecto de vida; su encuentro con Zaqueo([9]), quien en contacto con Jesús se descubre a sí mismo como un corrupto y explotador de su gente y se compromete a partir de este encuentro a cambiar de vida. Aceptar este mensaje implica por parte de quien lo acepta un proceso de conversión para estar pendiente de los demás sobre todo de quienes son más explotados por esta injusta sociedad.

Todo esto lo había venido aprendiendo y viviendo Jesús desde Nazaret, el lugar que representa su vida cotidiana durante la mayor parte de su vida. Aunque es muy poca la información que tenemos sobre esta etapa de su vida, alrededor de treinta años, es claro que allí aprende, junto a su pueblo, a descubrir lo que Dios Padre quería de él y en lo cual hará insistencia en su vida pública como ya lo vimos expresado en los textos anteriormente señalados. Aprende además durante este tiempo sobre la forma de comportarse quienes dominaban religiosa y políticamente a su pueblo, los sacerdotes de su tiempo, la manera como imponían cargas pesadas a los fieles, el comportamiento de los fariseos, los publícanos, aprende lo que significa el duro trabajo de quien queda huérfano a temprana edad y tiene que trabajar para dar sustento a su familia, de una madre que queda viuda sin apoyo de un esposo, aprende además del sufrimiento y las luchas de su pueblo por salir de la opresión, reconociéndose a su vez como parte de él.

Encontramos que en Jesús de Nazaret lo cotidiano se convierte en un acontecimiento, nos enseña además que lo que le ocurra a la hermana y al hermano, al otro que a nuestro lado está, también debe importarnos. Descubrimos por medio de él que la vida nos muestra que no se puede hablar de Dios, ni con Dios, sin ser solidario y fraterno con las demás personas en las cuales Dios mismo se manifiesta.

En Jesús de Nazaret descubrimos al hijo de Dios que se hace solidario y compañero de los hombres y mujeres del mundo, y esto es a partir de ser simple obrero perdido durante la mayor parte de su vida, en la condición común de tantos (su profesión durante estos años será ser carpintero), dirá el hermano Carlos De Foucauld.

Descubrimos a través de Jesús de Nazaret que Dios Padre se revela desde los sencillos, lo cual implica una tremenda alegría para él mismo. Recordemos lo que al respecto nos presenta San Lucas en una oportunidad, cuando sus discípulos, hombres sin preparación y sin estudios, vinieron a contarle después de ir a anunciar su mensaje:

“En ese momento se llenó del gozo del Espíritu Santo y dijo: “Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y se las das a conocer a los pequeñitos. Si Padre pues tal ha sido tu voluntad.”([10]).

Quienes andaban con él lo fueron reconociendo y comprendiendo mucho más claramente después de su muerte y resurrección. Recordemos por ejemplo, su encuentro con los discípulos de Emaús([11]). Lo interesante y maravilloso de este encuentro es como al reconocerlo “al partir el pan”, es decir, esa forma particular que había aprendido junto a él, cambia la actitud pesimista y negativa que tenían, retornan donde está el resto de esa primera comunidad cristiana y a partir de de ese momento, comienza a tener sentido sus vidas. Ya no seguían una idea, sino al Dios de la vida. De allí que podamos comprender el sentido de las lecturas a las cuales hicimos referencia al inicio.

LAS COMUNIDADES POPULARES VISTAS DESDE LA PERSPECTIVA DE ESE NAZARET.

Para quienes partimos desde una experiencia de fe, esta anterior reflexión nos debe llevar a descubrir las verdaderas fuentes de nuestra vida y nuestro caminar como Pueblo de Dios que somos en este momento histórico que nos corresponde vivir. Para esto nuestro Nazaret, es decir el espacio en el cual nos movemos a diario, en nuestros barrios, en nuestras comunidades, debe convertirse, así como en Jesús, en el lugar de la manifestación de la voluntad de Dios. Puede ser que tengamos que nacer de nuevo, es decir, cambiar de mentalidad, de forma de existir, ya que crecimos con otra manera de ver la vida, como le afirmó Jesús a Nicodemo, pero se hace necesario que demos este paso. Por otro lado es importante que tengamos en cuenta que este caminar no lo podemos realizar de una manera solitaria, sino fraterna. Es desde ese planteamiento desde donde surgen estas primeras comunidades cristianas a de las cuales habla el Presidente y a las cuales hicimos referencia al principio de este artículo.

Para quienes no terminan de comprender y ver las cosas desde el lugar de los pobres como Jesús nos lo enseña, pueden estar todavía repitiendo la misma pregunta de un hombre llamado Natanael a otro llamado Felipe antes de “conocer” al mismo Jesús: “¿Qué cosa buena puede salir de Nazaret?”([12]). Es la misma pregunta que atraviesa los siglos y nos llega hoy([13]) según la visión de quienes, desde el poder económico, social, político y hasta religioso siguen repitiéndose: ¿Qué cosa buena puede salir de esos barrios, de las poblaciones campesinas, de los caseríos, de los pueblitos olvidados en la geografía, de los indígenas, de esta vida ordinaria de tantos trabajadores, mano de obra barata en el mercado de trabajo, de desempleados, de mujeres que salen en las mañanas para ver que consiguen para dar de comer a sus hijos? ¿Qué cosa buena puede salir de tanta pobreza y de gente tan ordinaria que no ha estudiado y no tiene diplomas? Algunos siguen planteando de muy “buena voluntad” que todas estas personas pueden ser objeto de atención y solicitud, de su servicio y ayuda, pero ¿compartir sencillamente su vida como si algo bueno pudiera salir de allí? Mucho menos pensar el mundo y la realidad desde esta perspectiva. La pregunta de Natanael, surge hoy como ayer en cierto modo indignada ante la afirmación gozosa: “¡Hemos hallado allí al Mesías!” Por eso también la respuesta de Felipe guarda toda su actualidad: “Ven y verás”. El gran descubrimiento está en recuperar esa afirmación dichosa desde el lugar de los pobres y empezar a ver que desde allí podemos construir algo distinto.

APORTES DESDE ESAS PRIMERAS COMUNIDADES CRISTIANAS AL PROCESO REVOLUCIONARIO BOLIVARIANO QUE ESTAMOS VIVIENDO.

Queremos presentar a continuación algunos elementos descubiertos a partir de la experiencia y vivencia de esas primeras comunidades cristianas y que nos pueden iluminar en lo que estamos queriendo construir:

Visión solidaria de la vida. Producto de una profunda convicción de fe, de una reflexión compartida, de una convivencia fraterna, quienes participan de estas comunidades son capaces de entender la solidaridad y la búsqueda del bien común, compartiendo sobre todo con la idea de que nadie pase necesidad. Esta nueva visión no supone la eliminación de los conflictos como muy bien aportó el mismo Presidente cuando, después de leer el texto anteriormente señalado, analizó otro pasaje del mismo libro ([14]), el caso de una pareja (Ananías y Safira) que se vieron implicados en un hecho de corrupción y el cual fue enfrentado por los mismos Apóstoles junto a esas primeras comunidades cristianas.

Corresponsabilidad en el trabajo. Una segunda característica en estas comunidades es la de compartir los trabajos, para que las cargas no fueran llevadas por unos solos, así entre todos asumir la corresponsabilidad de ellas([15]). Estos nombramientos no presumían una visión verticalista de organización, sino una cooperación entre todas y todos para que las cosas salieran mejor[16]. En este sentido son capaces de ir diagnosticando los distintos grupos de necesidades por atender y la urgencia por ir delegando funciones a partir de esta misma realidad.

Capacidad de Celebración de la Vida. Estos espacios son capaces de ir convirtiéndose en puntos de encuentro de comunidades que luchan, reflexionan, acogen a todas y todos sin excepción, sin sectarismos, que celebran sus logros y aprenden a vivir colectivamente lo que van descubriendo como voluntad de Dios en ese caminar que realizan.

Visión integral de la vida. En estas comunidades se busca abordar la realidad en todas sus dimensiones. Aunque parten del hecho religioso (fe), sin embargo no se quedan allí. Afrontan temas como el de las relaciones familiares, sociales, culturales, organizativas y hasta económicas, buscándolas comprender no de una forma parcelada, sino en su totalidad, teniendo como eje transversal continuamente lo aprendido del mismo Jesús.

Comunidades en y para la Misión. Estas comunidades tienen la particularidad de que no son guetos, espacios cerrados, u ombliguistas, sino que tienen como fin ser comunidades abiertas para los demás y para la Misión. Van donde son necesarios, poniéndose a disposición de quien les necesite. Esto les permite irse multiplicando en los lugares donde van llegando. Simplemente manifiestan con sus vidas lo aprendido de Jesús.

La fracción del Pan. Una de las características de estas comunidades cristianas es la de compartir el pan, tal como se formaron junto a Jesús durante todo el tiempo que estuvieron con él y que quedó plasmado en la Ultima Cena. Para todos ellas es a partir de esta experiencia que se comprende la necesidad de compartir no solo ideales, sino hasta la vida misma. Por eso cada vez que se reunían y aún hoy se repiten las mismas palabras de Jesús: “Cada vez que hagan esto háganlo en memoria mía”.

Capacidad de tomar decisiones colectivamente. Para estas comunidades la importancia de las asambleas era fundamental, sobre todo porque en las distintas circunstancias que van viviendo como organización, a lo largo de su andar, tienen que ir tomando decisiones. Para esto se reúnen, dialogan, se consultan, discuten, ven que puntos tienen en común, cuales son sus diferencias, para luego poder llegar a un acuerdo de acción común([17]).

Vivencia de los Valores. Aunque ya los hemos asomado a lo largo de nuestra exposición simplemente quisiera recogerlos brevemente y expresarlos: amor, solidaridad, corresponsabilidad, respeto mutuo, búsqueda del bien común, capacidad de escucha y de dialogo, flexibilidad, compartir, apoyo mutuo, humanismo, sencillez, apertura, son características con las que se pueden identificar a estas comunidades. Todos estos valores y muchos más permitieron que donde estos grupos iban surgiendo tuvieran un impacto real en esos espacios y se convirtieran en un punto de referencia importante.

Cuando hoy nos planteamos construir el socialismo del siglo XXI y los Consejos Comunales como una de las formas de poder contribuir en esa explosión del Poder Comunal dentro de este nuevo socialismo, la experiencia de estas comunidades cristianas, no debe ser dejada de lado, sino más bien tenerla como uno de los puntos de inspiración ya que ellas están preñadas de una práctica histórica liberadora, que aunque muchas veces ha querido ser dejada de lado e ignorada hasta por las propias jerarquías eclesiásticas, tiene grandes repercusiones revolucionarias en esa nueva sociedad que se quiere refundar. Igualmente podemos afirmar esto de las comunidades indígenas y su forma de vida. Encontramos gran similitud entre la vivencia cristiana y lo expuesto en la Constitución de 1.999, sobre todo en el Preámbulo y en sus Principios Fundamentales. No es que en ella no se presenten incongruencias, pues las ha habido y seguirán sucediendo, pero con todo respeto a otras posiciones que pudieran no estar de acuerdo con esta posición, si no tenemos una vivencia profunda de los valores, vividos personal y colectivamente como comunidades organizadas, el planteamiento del socialismo del siglo XXI no se dará, al menos no en estas circunstancias. No estamos pidiendo que se conviertan estos espacios, el de los Consejos Comunales y el poder comunal, en comunidades con denominación exclusivamente religiosa, ya que sabemos que existen personas o grupos que no profesan esta fe, que viven en nuestras comunidades y también están queriendo, así como nosotros, construir esta revolución y a los cuales hay que respetar, sin embargo estas experiencias no pueden ser dejadas de lado y de la misma forma todas aquellas que puedan contribuir al respecto. Queda ahí nuestro aporte, en todo caso esperando sea enriquecido con la experiencia de cada quien en el propio lugar donde le corresponde desenvolverse. Finalmente es bueno señalar que a partir de la década de los 60 en el siglo pasado, muchos grupos y comunidades cristianas de base, sobre todo ubicados en sectores populares, realizando una relectura del Evangelio desde el lugar de esas comunidades empobrecidas, redescubrieron en estas primeras comunidades cristianas su punto de inspiración para continuar un trabajo más solidario a favor y desde los más pobres, lo cual significó un gran cambio a lo largo y ancho sobre todo de América Latina. Junto al Presidente Chávez afirmamos que estas experiencias son antecedentes del nuevo socialismo que buscamos construir.

NOTAS

[1] Ver Hechos Cap. 4,32-35.
[2] Ver Hechos Cap. 2, 44-45.
[3] Ver Evangelio de San Juan Cap. 1, 14
[4] Ver Lucas Cap.2, 6-7.
[5] Ver Lucas Cap. 4,18-21.
[6] Ver Mateo Cap. 25, 31-40.
[7] Ver Mateo 5,1-11.
[8] Ver Marcos Cap.10, 17-22.
[9] Ver Lucas Cap.19,1-10.
[10] Ver Lucas Cap. 10, 21
[11] Ver Lucas Cap.24, 27-35.
[12] Ver Juan Cap. 1,46
[13] Una publicación interesante de analizar al respecto es el libro “Yo soy tu hermano, en las huellas de Jesús de Nazaret”, en el capítulo “Una aventura donde lo cotidiano se vuelve acontecimiento” de Benito Cassiers, p.80. Centro de Estudios Y Publicaciones (CEP), Lima, Perú. Septiembre 1990.
[14] Ver Hechos Cap. 5, 1-11.
[15] Ver al respecto en Hechos Cap. 6, 1-7, la elección de los primeros Diáconos.
[16] Intentaban poner en práctica lo aprendido con el mismo Jesús con respecto a quien tiene cargos y responsabilidades a cumplir: “Los reyes del mundo y de las naciones se portan como dueños de ellas y en el momento que las oprimen se hacen Lamar bienhechores. Ustedes no deben ser así. Al contrario, el más importante de ustedes se portará como si fuera el último y el que manda como el que sirve”. (Lucas Cap. 22, 25-26)
[17] Ver por ejemplo en los Hechos de los Apóstoles Cap. 15, 2 y 15,4 y la Carta a los Gálatas Cap. 2,1, la forma como se aborda el conflicto entre los judíos cristianos, los circuncidados y los cristianos no judíos, no circuncidados. Lo interesante de estas discusiones es que se estaba dando una discriminación de un grupo porque no cumplía ciertas reglas y esto motivó todo este movimiento y la búsqueda de una solución al respecto.

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