Reflexión sobre Ezequiel 33. 7 – 11; Salmo 119. 33 – 40; Romanos 13. 8 -14; Mateo 18. 15 – 20.
Objetivos: Comprender que el discipulado es un llamado a todo/as y que
debería tener como núcleo el amor a la manera de Jesús.
PARA ORIENTAR LA REFLEXION
Al inicio del capitulo dieciocho (v.1) del evangelio notamos que estas enseñanzas de Jesús son dirigidas a una numerosa cantidad de discípulos/as, entre los que habían niños/as.
El v. 18 muestra que las enseñanzas tienen como núcleo la enseñanza acerca de la convivencia comunitaria, ser cristiano/a, tener fe e Jesús debería producir relaciones personales que muestren el amor de Dios, para que se desarrolle una convivencia fraternal.
Es la comunidad de fe, la comunidad nuclear, la familia, la comunidad mas amplia, la red de relaciones sociales, familiares, amistades, «conocidos/as», la comunidad amplia, la sociedad, la que tiene la invitación ha actuar como cristianos/as: «donde estén dos o tres discípulos [as] reunidos/as] en mi nombre, allí estoy yo».
En ninguna parte del texto dice: «donde estén dos o tres de ustedes reunidos en mi nombre y un pastor, un obispo allí estoy yo».
Lo central en la vida de Jesús fue amar, hacer que las personas con las cuales experimento algún tipo de encuentro sintieran alegría, tranquilidad, aceptación, inclusión.
Para Jesús la ley tiene como punto de partida el amor a Dios y al prójimo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y el grande mandamiento. Y el segundo es semejante á éste: Amarás á tu prójimo como á ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas» Mateo 22:36-40.
Congregarse o reunirse en el nombre de Jesús es un aspecto a destacar. El nombre es un referente de la persona, al reunirnos teniendo en mente y corazón a Jesús, llega a nuestras vidas, el ejemplo viviente de aquel joven maestro el cual fue fiel a sus convicciones y coherente con el amor que predicaba. Para las personas de su tiempo, tener un encuentro con él seguramente fue una experiencia inolvidable y signo de esperanza, del amor de Dios.
Reunirnos en su nombre nos recuerda que Jesús fue un ser humano que con gran fe en el Dios liberador decidió enfrentar las actitudes que trasmitían odio, violencia, exclusión y marginación en su tiempo, con postura clara, sin dobleces, con autoridad y amor.
Es tener presente que las fuerzas contrarias al amor lo capturaron, torturaron y asesinaron de una manera brutal. Por este aspecto y otros antes mencionados, bautizarse en su nombre en los primeros momentos de la Iglesia fue acto asumido con profunda convicción de ser seguidores/as, discípulas/os suyos y correr el riesgo de correr la misma suerte y enfrentar la adversidad con la energía que proviene del amor.
Pablo en su tiempo, recuerda y retoma la enseñanza de Jesús en cuanto al amor para ayudar a las comunidades de Roma en su caminar.
En la vida el reino de Dios avanza, pero no por ello ha desaparecido el reino de las tinieblas, por ello Pablo nos hace recordar que en los peligros esperados e inesperados, en la espiral de violencia expresada de muchas y variadas formas, en las problemáticas cotidianas, puede y debe brillar la luz amorosa de Jesús, mediante sus discípulas/os.
«andar como de día» en la vida podríamos interpretarlo como vivir, avanzar desarrollar la vida en todos sus aspectos de manera que nuestras acciones hagan sentir a otros/as el amor que Dios nos tiene.
Intentar vivir en comunidad en nuestro tiempo, no es muy fácil, las presiones económicas obligan a muchos a trabajar en dos o hasta en tres formas para lograr mas o menos sobrevivir, el tiempo para disfrutar de la familia, las amistades, es limitado y por ello también la Comunidad de fe se ve afectada. Hay muchos jóvenes trabajando en los «Call Centers», descansan solo un día a la semana y no siempre ese día de descanso es domingo.
Las tensiones económicas, las agendas político sociales, religiosas, enfermedades causadas por el medio ambiente altamente contaminado, la cultura de la violencia y lo aparente, los esfuerzos por la sobrevivencia que se reflejan aun cuando se camina por la calle o cuando hay que tomar un transporte publico, coloca una gran carga de tensión emocional.
La vida en este país, esta impregnada de grandes presiones, de ello no se escapa la parte litúrgica que también es parte de la vida.
Muchas expresiones eclesiales en nuestro tiempo experimentan una situación difícil en sus momentos litúrgicos. A muchas personas nunca les atrajo y hoy menos atraen a los adultos y mucho menos a los jóvenes, las palabras vanas, ritualismos, clericalismos, elitismos, símbolos sin explicación, vestimentas clericales que mas que acercar separan a «santos/as» del pueblo, discursos que no llegan al oído y mucho menos, al corazón, resultado de la necedad jerárquica que no permite cambios en la transmisión de la buena nueva. Esta situación nos coloca la pregunta: En las acciones litúrgicas: ¿Dónde esta el sentido de las palabras: «reunidos en su nombre», si es que lo hay.
De estas enseñanzas de Jesús y el recordatorio que Pablo nos hace de ellas, podemos recordar que ser discípulas/os de Jesús, actuar como tales no es una cuestión de religiosidad, costumbrismos, ni institucionalidades. La enseñanza de Jesús es vida, amor.
Vivir la vida honestamente, dar y recibir amor, seguir así a Jesús es gozar y compartir las bendiciones de Dios. En ese sentido recordemos unas palabras de Bonhoeffer en «El precio de la gracia»:
«Una verdad, una doctrina, una religión, no necesitan espacio propio. Son incorpóreas. Son oídas, aprendidas, conceptualizadas. Eso es todo. Lo que (exige) el Hijo encarnado de Dios no es solamente oídos, ni siquiera corazones; necesita personas que le sigan. Por eso llamó a los discípulos a seguirle corporalmente, y su comunión con ellos era visible a todo el mundo.»
Y una cita mas:
«La Iglesia es siempre Cristo bajo forma de comunidad, escondido entre los seres humanos, existiendo «para los demás». Y viviendo de la sola gracia.»
La persona que a pesar de tantas circunstancias adversas logra vivir y hacer sentir a otros/as que Dios les ama, esa persona es la que intenta ser discípula/o de Jesús.
En esta dinámica de vida que en el nombre de Jesús intentamos que sea liberadora, en un tiempo que se destiñen cada vez mas las expresiones de un «cristianismo» anquilosado y vació, por causa de personas con poco o ningún espíritu de Dios, resultado de las posturas jerárquicas ultrapasadas, que solo admiten las mismas palabras, acciones, formas y criterios litúrgicos de hace veinte o treinta años, tenemos frente a nosotros/as el reto que los encuentros, reuniones en los que si podemos incidir trasmitan la realidad vivificante de que Jesús esta presente, que su nombre esta tomando vida en cada uno de nosotros/as.
El reto va mas allá: En la medida que el tiempo pasa y estas situaciones no se sacudan y permitan entrar la luz de Cristo a la comunidad de fe, en tanto no surjan personas con talante evangélico que alcen la voz, que no teman ante el riesgo de la posibilidad de perder privilegios, estatus, para cambiar estas situaciones, continuaran las ruinas eclesiales que obstaculizan que sea realidad que esos actos litúrgicos algún día hagan sentir en mentes pero sobretodo en corazones que la reunión, que la acción litúrgica sea hace en el nombre de Jesús.
Cristo, quiere hoy que cada una de las personas que intentamos ser discípulos/as seamos personas realmente con vida, en las que él se haga presente amando con toda intensidad y participando en las reuniones litúrgicas como sujetos/as actuantes de una liturgia liberadora que alcance mas allá de las cuatro paredes de los templos y llegue hasta el ultimo rincón de las vidas, los corazones, los hogares, la patria para llevar amor a todo aquel o aquella que por cualquier causa este sufriendo.
Preguntas para la reflexión:
¿Cómo creen que son las ceremonias litúrgicas en sus comunidades de fe?
¿La institucionalidad, los proyectos, tal como se desarrollan, permiten sentir la presencia de Jesús en la comunidad de fe?
¿Qué podemos hacer como personas para que las acciones litúrgicas tengan como centro a Dios y no al pastor/res, pastora/as, obispos/as?
Si en tu comunidad de fe las acciones litúrgicas no reflejan el amor de Dios y son elitistas, no tramiten vida y esperanza y son concentradas en personas: ¿Qué puedes o pueden hacer para cambiar esa situación, en el nombre de Jesús?
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En la memoria histórica de la Iglesia Cristiana Popular Salvadoreña:
Jesús Jiménez – 1° de Septiembre de 1979 – El Salvador. Campesino, Delegado de la Palabra, mártir de la Buena Noticia a los pobres en El Salvador, asesinado.
*Rev. Héctor Fernández es Teólogo. Instituto Ecuménico Diaconal ‘Esteban’