Enviado a la página web de Redes Cristianas
Ayer sentí repugnancia profunda hacia el periodismo y hacia los periodistas (hacia los periodistas ya bien situados, unos subvencionados y todos estómagos agradecidos aunque solo sea por el juego mediático y publicitario que da tanta trapacería), al echar un vistazo a La Sexta Noche. Me pareció como un auténtico homenaje al partido de gobierno, independientemente del consabido derecho de todo el mundo a explicarse y a promocionarse en una precampaña o una campaña electoral…
Porque lo cierto es que, más allá de la también consabida presunción de inocencia, todo el país está harto de saber que cientos o no sé si ya miles de miembros del partido del gobierno, imputados o no en el plano judicial, a juzgar por la profusa aportación mediática de datos, escuchas, documentos, confesiones y testimonios acerca de su conducta durante los dos o tres últimos años, periodística, pública y políticamente estamos ante una legión de aprovechados o, sin eufemismos, de ladrones públicos.
Empezando por los sobresueldos del presidente del gobierno y terminando en las interminables fechorías de ellos que han llevado al país a la práctica bancarrota. Hasta tal extremo que la crisis financiera mundial a la que se culpa de la catástrofe, no es en España una causa sino más bien el efecto de una gobernación miserable a todos los niveles, en unos casos, y de un consentimiento tan miserable como la gobernación por parte de quienes lo sabían y no lo denunciaron. En este pecado de omisión incluyo tanto a políticos del propio partido del gobierno, como a políticos de la oposición, como a periodistas hartos de saber infinidad de cosas desde hace años cuya noticia han ido luego dosificando en función de su interés político y de sus intereses financieros, comerciales y contables.
Por todo esto siento una profunda vergüenza de que me llamen español. Cuando la prensa, los canales de radio y televisión debieran hacer en lo posible opaca su presencia o semiocultar a un canallesco ejército de cínicos y presuntos corruptos desde el punto de vista penal pero con toda probabilidad o certeza probados filibusteros, les bailan el agua, les ríen las gracias, les escuchan con respeto y les ofrecen miles de horas de propaganda; propiciando, con todo ello, un significativo plus de ventaja sobre los partidos competidores que se asemeja a la ventaja que durante legislaturas ha logrado ese mismo partido a cuenta de una probada financiación ilegal y por consiguiente ilegítima.
Peste de ladrones públicos, peste de políticos consentidores y peste de periodismo proxeneta… Todo esto, sin tener en cuenta la manipulación que periodistas y sociólogos hacen de sondeos y de encuestas determinando y desviando la intención de voto de una manera artera. Y ello aunque luego no acierten ni una. De momento, la mayoría (y probablemente todas) de las preguntas que se formulan en los sondeos se hacen por teléfono, por definición fijo. Y teléfono fijo sólo lo tienen los privilegiados. A fin de cuentas, ni unos ni otros quieren aventuras revolucionarias. Y revolución pacífica es lo que este país viene pidiendo a gritos desde hace años…
Por último, políticamente hablando hay muchos damnificados, y no sólo los partidos perdedores. También lo somos muchos que en 1978 estábamos presenciando lo que se había constitucionalmente maquinado (monarquía, ley electoral incluidas) y no pudimos hacer nada para evitarlo…
25 Octubre 2015