El cardenal Rouco y Ramón Jáuregui escenificaron ayer la plena colaboración de las autoridades con la JMJ. Un evento histórico, que traerá a dos millones de personas en torno al Papa -ojalá que en torno a muchas cosas más- el próximo verano a Madrid. En el encuentro, el ministro y el cardenal hablaron de la situación actual de crisis, y del papel insustituible de la Iglesia para su resolución.
Es conveniente que los obispos empiecen a llenar de contenido el magno encuentro, y lograr que éste vaya mucho más allá. Hace meses hicimos una serie de propuestas, entre ellas la necesidad de que se hable de solidaridad, de paz, de propuestas para un mundo mejor. Es preciso que los obispos hablen más de la crisis, de los pobres, de lo que la Iglesia hace.
Y no tanto de esa propuesta del «no» que tan bien retrataba hace unos días en sus viñetas el hermano Cortés. Nos jugamos toda la credibilidad en esto. Y, lo que es más interesante, con la mejor mano de la partida: Cáritas, Manos Unidas, los religiosos, tantas y tantos voluntarios/as…. Una fuerza que puede cambiar la sociedad en su conjunto, y no sólo lo que algunos han dado en llamar «la cuarta» (el espacio entre la bragueta y la cartera).
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