Red Catalana de Entidades de Diálogo Interreligioso
Frente al choque de civilizaciones que algunos pronostican, otras personas de todo el mundo, de distintas religiones y tradiciones espirituales, apostamos por un mundo donde el choque se transforma en solidaridad y conocimiento mutuo, en enriquecimiento y avance humano, fruto de la voluntad de compartir la vida desde el respeto y la valoración de la diferencia. Solamente el hecho de poder celebrar este II Parlamento es ya un reflejo de que existe esta voluntad y compromiso de mantenerla.
Todas las tradiciones religiosas y espirituales, así como las formas de creencia y convicción seculares, son caminos de realización humana de los cuales no podemos prescindir, porque se interrelacionan y se interfecundan mutuamente. La humanidad es más rica con la diversidad de tradiciones espirituales y religiosas que sin ellas. Así pues, no hay que menospreciar ninguna tradición religiosa y espiritual o convicción, si no se quiere truncar el desarrollo humano.
Aún así, existe un criterio de discernimiento al cual todas deben exponerse: el cuidado y la promoción de lo más humano. Manifestamos nuestro rechazo de la utilización fundamentalista de las identidades religiosa, porque empobrece las mentes y crispa los corazones, y pedimos perdón por las veces en que el exclusivismo de nuestras tradiciones ha sido causa de deshumanización. Saber reconocer los errores y pedir perdón es el primer testimonio de humanización que podemos dar.
Testimoniamos que las religiones y tradiciones espirituales son caminos hacia la plenitud, lo que comporta dos dimensiones: el cuidado y búsqueda de la interioridad, ofreciendo herramientas para la pacificación, la serenidad y la sabiduría, al mismo tiempo que desarrollan su vertiente exterior, la solidaridad y la compasión, lo que no se limita a los seres humanos, sino que llega a todos los seres vivos y al planeta Tierra que nos contiene a tod@s.
Creemos firmemente en la capacidad y potencialidad de las religiones para ser co-inspiradoras de un nuevo orden mundial, en el que no sólo se respeten los derechos humanos de todo el mundo, sino que se fomente la solidaridad con los sectores más desfavorecidos.
Expresamos también nuestro compromiso frente al fenómeno de la inmigración, para que el encuentro intercultural e interreligioso resultante se haga en condiciones de mayor igualdad.
Lo que nos humaniza no es que pensemos todos igual, sino que sepamos mirar tod@s en la misma dirección, de forma que nuestras diferencias, en vez de ser obstáculos, sean fecundación y, al mismo tiempo, interpelación para una autocrítica honesta que nos impulse a una mayor colaboración.