Chile: Reacciones a la carta de Alfredo Barahona

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Carta de Monseñor Ricardo Ezzati Andrello, SDB
Sobre un artículo referido a la Declaración de los obispos reunidos en Punta de Tralca. Fiel a nuestra línea editorial de libertad, objetividad y pluralismo la publicamos íntegra / Consejo Editorial Reflexión y Liberación.

Para Revista ?Reflexión y Liberación??

Apreciados hermanos;

Pocas veces había sufrido tanta decepción de un instrumento de ?reflexión?? que busca caminos de ?liberación??, inspirados en el Evangelio del Señor. La lectura del artículo ?Una voz Eclesial Decepcionante??, del periodista Alfredo Barahona Zuleta, que la ?Comunidad Reflexión?? ha tenido la gentileza de enviarme, lo ha logrado. Y eso, no por la crítica honesta -que es un derecho humano y cristiano, siempre necesario en la vida de la comunidad eclesial-, sino por la arrogancia y la ignorancia que transparenta el escrito, acerca de ?la voz de los pastores de la Iglesia de Chile??.

Claramente, parece que el autor no se ha preocupado de leer las declaraciones del Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile o del Presidente del Área de Educación, como por ejemplo: ?Humanizar la educación, tarea de todos??, del 23 de junio de 2011; parece no haber leído el mensaje del Comité Permanente del Episcopado titulado: ?Recuperemos la confianza y el diálogo??, del 10 de agosto de 2011 y tampoco parece haber leído con atención el punto primero del Mensaje de la 102° Asamblea Plenaria, o lo reportado por los periódicos del 19 del presente, acerca de la conferencia de prensa ofrecida por el Presidente de la CEch. Ideologizar resulta fácil y, a veces, hasta popular??

Prefiero ser parte de ?una Iglesia y un País que aprenden de su caminar?? y que busca humildemente discernir el paso del Dios liberador en la historia. Por eso mismo, me siento abierto para recoger la crítica sana y bien intencionada de hermanos y hermanas con los cuales comparto el don de la fe y el gozo de ser Iglesia, pero, al mismo tiempo, decidido a levantar la voz, cuando las críticas a la Iglesia no se sustentan en una humilde actitud de búsqueda de verdad y comunión.

Deseándoles la paz del Señor, los saluda atentamente,

+ Ricardo Ezzati A.
Arzobispo de Santiago
Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile

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Decepción, ¿Sólo Culpa de la Ignorancia?

Respuesta de Alfredo Barahona a la Carta de don Ricardo Ezzati, Arzobispo de Santiago y Presidente de la Conferencia Episcopal.

Tratando de emular la humildad con que mi Pastor don Ricardo Ezzati busca discernir el paso del Dios liberador en la historia, acepto haber sido tratado por él como ignorante, por mi reciente comentario sobre el mensaje de la 102ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de Chile.
Pero aseguro sinceramente que no pretendí ser arrogante.

Lo que ciertamente hice fue manifestar mi real decepción por la forma y fondo de ese mensaje. Traté de basarme en datos de la realidad educativa nacional que a mi juicio merecerían una actitud profética de mi iglesia que ?me atrevo a sostenerlo- muchísimos no vemos en nuestra jerarquía.

La esperábamos de esa última asamblea, y como no se dio, quedamos decepcionados. En lo personal, tampoco me convencieron los documentos y acciones magisteriales que señala don Ricardo.
Descalificarme por ello no creo sea el mejor recurso pastoral para servir de puente, como entiendo corresponde al pontífice, pero reconozco mi ignorancia frente a la profunda ciencia de mis obispos.

Sin embargo, creo que en virtud justamente de ésta puedo aspirar a que ellos me iluminen y orienten como ocurría de palabra y obra en la iglesia ?Madre y Maestra?? que impulsara el venerado Juan XXIII; aquella del Concilio Vaticano II, hoy relegado al baúl de los recuerdos, pero pleno de vitalidad e ilusiones mientras logró sobrevivir como ?Luz de la gente??, ?Gozo y esperanza?? para legiones de cristianos; esa iglesia que se proyectó en orientaciones magistrales como el ?Anuncio del Evangelio??, del gran Pablo VI, o la exhortación sobre ?Los fieles laicos?? con que Juan Pablo II quiso marcarnos rutas más de veinte años después del Concilio.

Tales enseñanzas alentaron el caminar de muchos en nuestras lejanas juventudes, e impulsaron nuestras ansias de cambiar el mundo comenzando por nuestra Latinoamérica, que se nutrió en la voz de grandes pastores en Medellín o Puebla, los que no se quedaron en palabras; muchos sufrieron amenazas y vejaciones, y varios perdieron la vida en testimonio de la justicia, la verdad o la solidaridad con sus pueblos sufrientes.
No escaseó tampoco el ejemplo vital de los Pastores en nuestro país.

Cuando el abuso, la barbarie y el desconocimiento de los derechos más fundamentales se apoderaron de Chile, grandes obispos nuestros, como el venerado cardenal salesiano don Raúl Silva Henríquez, alzaron su voz con claridad y valentía, se jugaron enteros por las consecuencias del Evangelio, y pagaron por ello muy duro precio.

Si a pesar de tan luminosas orentaciones sigo siendo un ignorante, me atrevo a pensar que tal vez ello se deba en parte a que junto con los años se me ha venido encima, como a muchos cristianos, un mundo cuyas realidades y desafíos en continua evolución requieren de nuevas orientaciones pastorales tan claras, firmes y testimoniales como en el pasado.

Quizás por mi ignorancia no he llegado a aceptar que la búsqueda del Dios liberador aconseje hablar hoy día en tonos menores, sin levantar la voz ni hacer demasiado ruido cuando a nuestro alrededor se está desmoronando el mundo.
Ignorantes como somos, muchos hemos buscado la sabiduría y ciencia de nuestros Pastores. Al ansiarlas con la vehemencia que agudas situaciones concretas parecen ameritar, talvez hayamos rozado la arrogancia.

En lo personal, doy gracias al Señor de que ello se me impute en estos tiempos, por sólo tratar de asumir la responsabilidad laical a la que me siento obligado. Hoy sólo se me descalifica, a Dios gracias. No mucho tiempo atrás pude haber sido anatematizado. Y siglos antes, mi supuesta arrogancia pudo costarme ante algún tribunal eclesiástico harto más caro. Pero no busco polemizar con mi pastor jerárquico. Mi ignorancia podría llevarme a la temeridad o contumacia, e incluso realmente a la arrogancia.

Pero lamento que así como a veces un árbol no deja ver el bosque, tras el gesto de un ignorante no se perciba el peso abrumador de la realidad. Ella señala en forma palmaria que la credibilidad de nuestra iglesia viene desde hace tiempo cayendo aceleradamente en picada. ¿Será sólo por culpa de los ignorantes? Trato de responderme yo mismo, sin arrogarme lucidez para hallar la respuesta.

Alfredo Barahona Zuleta
Periodista
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Una Crisis de Autoridad en la Iglesia

Nuestra opinión sobre la Carta de Mons. Ricardo Ezzati, a raíz de un artículo pubicado en este Portal de Noticias con motivo de la Declaración de la CECH.

Leyendo la carta enviada a la revista de monseñor Ricardo Ezzati, Arzobispo de Santiago y Presidente de la Conferencia Episcopal, me llama la atención la profunda crisis de autoridad que tiene la Iglesia no solamente en temas doctrinales y morales pero también en los conflictos que surgen en la sociedad.

Las descalificaciones son propias de enfrentamientos en todas las crisis y revelan la especial dificultad para lograr soluciones verdaderas a los conflictos.

No faltan descalificaciones en la carta de quien Roma preparó y dejó a la cabeza de la Iglesia chilena: palabras como ?arrogancia??, ?ignorancia??, ?ideologización», se exige crítica ?sana??, ?humildad????Estas palabras no ayudan para abordar los temas discutidos y dan por cerrado, de antemano, una discusión con declaraciones y toma de posición anteriores que se cuestionan.

Si algo caracteriza los conflictos actuales es justamente la falta de interpretación de parte de las instancias que deberían interpretarlos. No se percibe ni en los ambientes políticos ni en los ambientes eclesiales quienes logran encauzar una salida a estos problemas con iniciativas claras.

No bastan palabras menos palabras autoritarias, se necesita una discusión franca y democrática porque la Verdad no se posee, se ?busca?? y en eso tiene razón el señor Arzobispo. En cuanto a la ?comunión?? que demanda, es su rol de Pastor de lograrla quizás de otra manera que por esta carta.

Paul Buchet / Consejo Editorial de Reflexión y Liberación.