VALLECAS: OTRA IGLESIA FUE POSIBLE. Jesús Nieto Jurado

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La Opinión de Málaga

Vallecas, en los penosos años cincuenta, era un basto secarral embarrizado donde Madrid perdía sus dotes capitalinas y Andalucía, y Las Hurdes, y las hambres viajaban hacia el Sur en la confusa frontera donde la España oficial y la provinciana se entrelazaban en costuras de miseria.

Esa Vallecas se hizo de noche, con nocturnidad y alevosía, para burlar a los decretos que impedían la construcción a la luz de sol. Cuando los muros de las chabolas se habían erigido, una nueva familia andaluza o extremeña ya había conquistado Madrid, y la emigración a la que cantó Valderrama también existía dentro de los límites de aquella España del Fuero de los Españoles y la unidad de destino en lo Universal.

A aquellos descampados madrileños, llamados a ser vanguardia del cambio social, llegó un jesuita que comprobó que la fe movía las montañas más allá de los cómodos salones de los arzobispados y las catedrales marmóreas: era el Padre Llanos que con el catecismo, en lugar de golpear las seseras, se dedicó a evangelizar en futuro e izquierdas a las vastas extensiones del sur de Madrid donde los acentos de la pobreza pedían el pan que les habían negado los señoritos de más abajo.
Cuenta Umbral que el Padre Llanos llevaba un reloj verde que le regaló la Pasionaria y que en sus misas, además del Cuerpo y la Sangre de Cristo, repartían leche en polvo para los niños destetados por la carestía. Con el padre Llanos, como con Ellacuría o demás prohombres de la `Teología de la Liberación´, la Iglesia tuvo un periodo donde el Evangelio se acercó a los desafortunados y no a los poderosos que, curiosamente, siempre fueron de comunión diaria, fiestas de guardar y caminatas bajo palio.

Con los oropeles barrocos de las tallas cofrades por las calles, el arzobispado de Madrid exige el cierre de la parroquia de San Carlos Borromeo: para Rouco Varela, martillo de herejes homosexuales, que a una parroquia de su jurisdicción espiritual la llamen la `roja´ es motivo de despropósito entre sus fieles. Mientras, a la Vallecas que tuvo futuro gracias a la `Teología de la Liberación´ le quitan uno de sus baluartes de progreso. La Iglesia de estos tiempos, salvo excepciones, demuestra que prefiere pasearse entre inciensos y beatas a caminar con las sandalias del humilde pescador.

Bienaventurados los pobres de espíritu porque suyo será el Reino de los Cielos, o de Vallecas, o de Nicaragua …