Niños y ancianos le ponen rostro a la pobreza en España. Suyas son las tasas más altas de privación y necesidad. Uno de cada cuatro menores vive por debajo de los umbrales de la pobreza, proporción que se dispara a uno de cada dos en el caso de los inmigrantes, los que más padecen la exclusión socioeconómica. Además de un baldón para cualquier sociedad, la pobreza infantil carga en España con un agravante; las políticas públicas no han conseguido reducirla en casi una década de bonanza económica.
Así lo atestigua el Informe 2008 de la Inclusión Social elaborado por Caixa Catalunya. El trabajo retrata a España como un país con grandes lagunas en la lucha social contra la pobreza. Es, de hecho, el país de la antigua Europa de los 15 con mayores tasas de precariedad infantil, un 24%, que se eleva al 52% en el caso de los hijos de inmigrantes.
El estudio desmenuza la situación por comunidades autónomas. En todas se cuenta tanto los ingresos económicos como el coste de la vida, lo que atenúa las diferencias entre ellas. De media, el 19,9% de los españoles vive por debajo del umbral de pobreza moderada. Este porcentaje se reduce al 9,8% en el caso del País Vasco y Navarra, las comunidades con menos índice de personas necesitadas. Por encima de esa barrera se encuentran Ceuta (37,3%), Castilla La Mancha (29,3%) y Canarias (28,3%).
Las condiciones de vida de la población extranjera respecto de la autóctona representa «uno de los principales riesgos de fractura social», según el estudio. Los extranjeros de países no comunitarios están entre los afectados por la pobreza más severa. Las tasas de precariedad alta -13%- doblan a las de los españoles oriundos (6,5%) y las triplican en los casos extremos -10% frente al 3% de los nacionales-.
La precariedad económica castiga sobremanera a las familias inmigrantes con hijos menores de 16 años; el 52% de estos niños viven en situación de pobreza moderada, 2,5 veces más que entre los menores españoles. Esa desproporción se mantiene también en los cuadros de pobreza alta y severa, con tasas del 32 y el 28%, respectivamente. Entre los niños extranjeros no sólo hay más pobres, «sino que su pobreza es más intensa», lo que puede afectar negativamente «a sus oportunidades vitales», asegura el estudio. Es el resultado de una discriminación socioeconómica y laboral en origen; sus progenitores acceden a empleos peor remunerados y con altos índices de temporalidad.
El estudio distingue tres niveles de carencia. Moderada es la de quienes viven en hogares con menos de 6.860 euros anuales. Pobres ‘medios’ son los que subsisten con rentas inferiores a los 4.573 euros al año, y sufren pobreza extrema aquellos que cuentan con menos de 3.219 euros. Hay unos 9 millones de españoles en alguno de estos tres estadios; es decir, el 20% de la población.
En muchos casos la pobreza no es una foto fija, sino un estado de carencia que varía en el tiempo; se entra y se sale, en función de circunstancias como la pérdida del empleo o una ruptura matrimonial, entre otras causas. Muchos son pobres «que nunca pensaron que llegarían a serlo», refleja el trabajo.
Según sus autores -Carmen Gómez Granell y Pau Marí-Klose-, la pobreza alta y extrema se ceba en los menores de 16 años, con tasas del 10,3 y el 5,4%, respectivamente. La necesidad moderada alcanza a un 24%. En total, más de 1,7 millones de menores. Los factores que les convierten en niños pobres varían, pero abundan los hijos de familias inmigrantes, monoparentales y de hogares en los que sólo se percibe un salario.
Mayores
La pobreza media afecta con mayor crudeza a los mayores de 65 años. Un 31% de la llamada tercera edad vive en situaciones de carencia moderada, un 7,5% es pobre ‘medio’ y un 1,9% puede definirse como severo. La situación empeora a partir de los 75 años, en especial en el caso de las mujeres, muchas viudas con bajas pensiones.
El informe subraya el trato desigual dispensado por las políticas públicas en España a ambos extremos del ciclo vital, la infancia y la vejez. La mejora progresiva de las pensiones ha servido, al menos, para proteger a la tercera edad de las peores formas de pobreza, aunque no ha rebajado los niveles de carencia moderada. En el caso de los menores, ni eso. «La infancia no ha sido una prioridad en las políticas de inclusión», ni se ha aprovechado «el ciclo expansivo para reducir los niveles de pobreza y exclusión», aseguró Marí-Klose.
De hecho, España es el único país de la UE-15 en el que empeoró la capacidad de reducir la pobreza en ambos grupos de edad entre 1999 y 2006, y la crisis económica puede acentuar aún más las carencias del sistema público de bienestar, alertan los autores, que piden políticas integrales y coordinadas entre todas las administraciones.