Un amplio colectivo de cristianos de base: seglares, clérigos, religiosos, teólogos…, formado por mas de 150 grupos de ámbito estatal, caracterizados por un talante crítico y aperturista, inspirados en el Evangelio y el espíritu del Vaticano II, ante la compleja situación que está atravesando la sociedad y la Iglesia, hemos decido coordinarnos para actuar con mayor eficacia y responsabilidad y para dar mejor respuesta a los problemas de índole eclesial y social que hoy se plantean. Como seguidores de Jesús de Nazaret nos proponemos anunciar con alegría la Buena Noticia del Reino de Dios, presente ya como semilla en este mundo y en la Iglesia.
Somos grupos de base que nos sabemos con escaso poder de decisión tanto dentro de la Iglesia como en la sociedad (en muchas ocasiones ignorados por ambas) que pretendemos ser una voz crítica y alternativa. A este colectivo le hemos denominado Redes Cristianas.
Nuestro objetivo prioritario es el crecimiento del Reino de Dios, éste es el núcleo del mensaje y de toda la actividad de Jesús. Reino de amor, justicia, paz y libertad, y también promesa de un mundo futuro de plenitud. Reino que es patrimonio de todos, creyentes y no creyentes, de todas las razas y culturas. Nadie tiene el monopolio de la verdad y mucho menos de la exclusiva de Dios. Los cristianos de este colectivo estamos comprometidos con toda la humanidad para hacer posible un mundo más justo; participamos en las instituciones públicas y colaboramos con los movimientos cívicos construyendo una ética social desde la autonomía de las ciencias sociales, es decir desde las instituciones del mundo laico. Esto no excluye nuestra militancia en el seno de la Iglesia mediante actividades pastorales y catequéticas.
Estamos comprometidos a trabajar junto con aquellos que se esfuerzan por un mundo más equitativo y libre, convencidos de que otro mundo es posible. Nuestra condición de creyentes nos compromete a colaborar en esta tarea. La solución de los graves problemas humanos que aquejan a buena parte de la humanidad es aspiración común de creyentes y no creyentes; es más, muchos de éstos manifiestan un testimonio, una solidaridad y un coraje para reivindicar, denunciar y comprometer sus vidas por la causa de los más desfavorecidos que son un ejemplo para los que nos confesamos cristianos. En el Reino de Dios prometido, los pobres, los que más sufren, los que peor lo pasan son los preferidos La propuesta de Jesús, en definitiva, es un mundo al revés en el que los últimos serán los primeros.
Queremos contribuir dentro de nuestras posibilidades a una necesaria y profunda transformación de la Iglesia, tanto en el modo de la celebración y vivencia de la fe como de su presencia en el mundo. Si somos fieles al Evangelio se comprende fácilmente la necesidad de esta renovación.
El papa Juan XXIII lo tuvo claro y por ello convocó el concilio Vaticano II. Lamentablemente bajo el pontificado de Juan Pablo II se frenó su aplicación. Los cristianos que constituimos Redes Cristianas intentamos llevar a la práctica esta renovación eclesial y social partiendo de la revisión de nuestro estilo de vida y de los medios y métodos de formación que utilizamos en los diversos grupos, siempre desde el criterio evangélico y la diaconía o actitud de servicio al otro. Procuramos que el servicio a los demás, la ayuda o la entrega sea nuestra manera de vivir la comunión eclesial.
Rememorando el sueño de Luter King podemos decir que soñamos a la Iglesia como una Comunidad de comunidades que, ante el inmenso dolor del mundo, da respuestas de esperanza y sentido. Soñamos a la Iglesia como misterio de comunión de iguales ante Dios, sin innecesarios protocolos, con un enorme respeto hacia los demás y sus diferencias de género, pensamiento, tradición, etnia y confesión. Comunidad en la que la diferencia y la libertad son una riqueza puesto que representan distintas manifestaciones del mismo Dios.
Soñamos una Iglesia de misericordia y de paz, que anuncie proféticamente la utopía del Reino y que no mida los resultados de su acción pastoral en cálculos políticos, eficacia económica o número de bautizos. Una Iglesia que no ponga el principal acento en las prácticas religiosas, sino en una pastoral de profundización en la fe mediante grupos de talla humana: grupos reducidos donde todos se conozcan y puedan compartir vida y fe, orar en común, interpelarse desde el Evangelio ante la realidad social y asumir compromisos eclesiales y sociales.
Creemos en una Iglesia que sea comunidad cercana que acompaña a los pobres, siendo pobre ella misma: pobre de poder y pobre de dinero. Asumiendo la opción preferencial por los pobres, entendida como compromiso con los desheredados y sus luchas por establecer la justicia. Que evangeliza más con hechos que con palabras, tratando de acortar la diferencia abismal entre ricos y pobres. En expresión del teólogo González Faus «los cristianos no podemos instalarnos en la comodidad y en el confort a los pies de la Cruz».