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Adital
Los movimientos sociales hoy están en evidencia, especialmente porque el año pasado la población brasilera decidió salir a las calles a reivindicar derechos y denunciar lo que está mal en el país. Pero, muy antes de ello, han brotado experiencias como la Comisión Pastoral da Terra (CPT) y las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs), que, además de la lucha social, están imbuidas de una espiritualidad liberadora.
Es sobre esta relación entre movimientos sociales y espiritualidad que el joven filósofo y teólogo Thiago Valentim conversó con Adital.
Thiago sostiene que espiritualidad liberadora y las luchas sociales no son realidades distintas, sino complementarias en todos los sentidos. «Creo en una espiritualidad liberadora, que fortalece las luchas sociales por una vida plena, por justicia. Una espiritualidad que no asume las luchas sociales no es liberadora”.
Juntamente con Raquel Rigotto, Thiago Valentim será facilitador del grupo de reflexión «Espiritualidad y Movimientos Sociales”, en el I Encuentro Nacional de Espiritualidad Liberadora, que se realizará del 1° al 4 de mayo, en Fortaleza, Ceará, Brasil.
Los movimientos sociales están, intrínsecamente, vinculados a los ideales de la Teología de la Liberación por su preocupación con los sectores menos favorecidos por el gran sistema. ¿Cómo ve Ud. la importancia de la presencia de la espiritualidad en las manifestaciones políticas populares organizadas?
Thiago: Los movimientos sociales, por si mismos, tienen su legitimidad garantizada, por ser formados por personas de categorías socialmente excluidas, transformadas en sujetos de lucha. Algunos movimientos, por su génesis, están imbuidos de una espiritualidad liberadora, también llamada mística. Estos poseen un elemento más que los fortalece en la lucha y en la resistencia. Esa espiritualidad liberadora es lo que hace con que estos movimientos sociales estén vinculados a la Teología de la Liberación, pues, además de la conciencia de que los derechos humanos necesitan ser garantizados, existe la certeza de que Dios se manifiesta en las luchas del pueblo, pues, si su Reino consiste en vida en abundancia (cf. Jn 10, 10) y en la justicia, en toda y cualquier acción que busca la promoción y defensa de la vida, de los seres humanos y de la naturaleza, preferencialmente de los excluidos de la sociedad, ahí Dios se manifiesta.
En hebraico, espíritu es ruah, es femenino y también significa viento, soplo, disposición, ánimo, sentido. La espiritualidad liberadora es una fuerza profunda que mueve a los hombres y mujeres a luchar por la garantía de sus derechos, que los empuja hacia adelante, da ánimo, da sentido a la lucha, a la vez que hace asumir la causa de la justicia como causas propias, para toda la vida, incluso cuando sus necesidades son satisfechas.
Cuéntenos un poco la historia de la relación entre la Iglesia Católica y los movimientos sociales en Brasil.
Thiago: Con el Concilio Vaticano II (1962-1964) un viento nuevo sopla en la Iglesia, promoviendo una apertura profética. La Iglesia asume, de diversas formas, la lucha por la vida y la opción por los pobres. Esa opción es reafirmada en Latinoamérica por las Conferencias del Episcopado Latinoamericano, especialmente en Medellín (1968) y Puebla (1979), como también en diversos espacios eclesiales. Ante las dictaduras políticas establecidas en los países latinoamericanos varios sectores de la Iglesia Católica y de otras iglesias cristianas escucharon el clamor de los oprimidos (cf. Ex 3, 7), poniéndose, decidida y valientemente a su lado. Florecen las Comunidades Eclesiales de Base y, concretamente en Brasil, fueron creadas pastorales que asumen las luchas sociales, como la Comisión Pastoral de la Terra (CPT), fundada en 1975 y el Consejo Indigenista Misionero (CIMI), creado en 1972, ambos órganos como entidades de servicio y de presencia solidaria, fraterna, profética, ecuménica afectiva junto a los pobres de la tierra. De las CEBs y de esas pastorales, entre otras, van surgiendo movimientos sociales, legítimos representantes de los grupos oprimidos.
A partir de entonces, sectores da Iglesia Católica comprometidos con la transformación social (y aquí es importante destacar que también sectores comprometidos de otras iglesias cristianas han tenido parte en esa historia) siempre estimularon el protagonismo de los pobres y su organización, dando contribución significativa para el surgimiento de los movimientos sociales, en el campo y en la ciudad. Un ejemplo es el Movimiento de los Trabajadores e Trabajadoras Rurales Sim Tierra (MST), que ya cumplió 30 años de lucha por la Reforma Agraria. Los movimientos sociales fueron madurando, conquistando independencia y consolidando sus cuadros, sus luchas. Los sectores de la Iglesia Católica y de otras iglesias continúan actuando como entidades de servicio, siendo ‘parceiras’ [compañeras próximas] de los movimientos sociales, pero, igualmente manteniendo [cada parte] autonomía en sus decisiones y sus luchas.
¿Cuáles son los principales avances que los movimientos organizados han conquistado en Brasil en estos últimos años? y, ¿Cuáles las metas para los próximos?
Thiago: A partir de la redemocratización del país, con la aprobación de la Constitución de 1988, el pueblo organizado conquistó varios derechos. Pero, ningún derecho fue garantizado por buena voluntad de representantes políticos, sino que fue conquistado a partir de mucha lucha, mucha presión, mucho sudor y sangre derramada. Nada nos fue dado como una dádiva, de mano besada, como expresa un refrán popular. Hay avances en el acceso a la tierra, al agua, a la vivienda, al derecho a la alimentación, a la libertad de ir y venir, entre otros. Sin embargo, no son conquistas universalizadas. Son puntuales o, a veces, solo en la letra de la Ley, faltando ser implementadas. En el semiárido brasilero, por ejemplo, la implantación de tecnologías de convivencia con el semiárido, con subsidios de los gobiernos, es una conquista da sociedad civil organizada, pero aún hay mucho que avanzar. Aún estamos muy por debajo de las conquistas que queremos. Hay fuerzas contrarias en todos los sectores de la sociedad, que impiden a los pobres avanzar en la mejoría de la calidad de vida y, no raramente, amenazan las conquistas obtenidas.
El gran capital avanza sobre los territorios de los pueblos y comunidades tradicionales con el agro-negocio y el hidro-negocio, mineras, especulación inmobiliaria, proyectos de privatizaciones del mar, mientras la Reforma Agraria no avanza. Según datos del Incra (Instituto Nacional de Colonización e Reforma Agraria), «Dilma desapropió 186 inmuebles, con un total de 342.503 hectáreas, incorporó 2.540.772 hectáreas a la reforma agraria y asentó 75.335 familias. Es un resultado insignificante, al comparar estos números a los de los gobiernos Lula (1.987 inmuebles, 48.291.182 hectáreas incorporadas y 614.088 familias asentadas) y Fernando Henrique Cardoso (3.539 inmuebles, 21.129.935 incorporadas y 540.704 familias asentadas)”. El 2011, inicio del gobierno Dilma, era 165 mil el número de familias acampadas. Solo cerca de 45 mil tuvieron acceso a la tierra en los últimos tres años. La Reforma Agraria va de mal en peor. Ante este cuadro preocupante, la perspectiva para los movimientos sociales es fortalecerse internamente para el enfrentamiento del modelo de desarrollo impuesto sobre los territorios, que alcanza dimensiones cada vez más grandes.
¿Cree Ud. que una sociedad justa y fraterna solo va a ser posible si conseguimos a través de las luchas sociales, de la revolución espiritual o va a ser un proceso misto? En su opinión, ¿cómo va a ser la sociedad del futuro?
Thiago: En el Evangelio de Marcos, encontramos un dicho de Jesús: «Quien no es contra nosotros, está en favor de nosotros” (Mc 9, 40). Si el proyecto de Jesús es la vida plena para todos, entonces quién está en favor de la vida y lucha por ella, principalmente por la vida de los últimos de la sociedad, de los victimados por el sistema, está colaborando en la construcción de esa sociedad justa y fraterna, que Jesús llama de Reino de Dios. Creo en una espiritualidad liberadora, que fortalece las luchas sociales por vida plena, por justicia. Espiritualidad liberadora y luchas sociales no son realidades distintas, separadas, más complementarias en todos los sentidos. Una espiritualidad que no asume las luchas sociales no es liberadora.
No sé muy bien cómo va a ser la sociedad del futuro. Depende de una serie de situaciones. Lo que puedo decir es qué sociedad a la que aspiro, la que deseo, por la cual estoy luchando, es una sociedad liberta de toda opresión, en dónde no haya ricos y pobres, dónde todos tengan comida en cuantidad y cualidad suficientes, en dónde no haya nadie sin vivienda, sin tierra para sembrar y sin agua para beber e producir (Is 65, 20-25); en dónde nadie más va a ser traficado, ni esclavizado (cf. Gal 5, 1); en dónde nuestro viejos podrán sentarse en las plazas sin temer a la violencia y los niños y niñas podrán jugar felices (cf. Zc 8, 4-5); en dónde las mujeres no serán más violadas y no habrá más prejuicio y violencia étnica y racial.
El año pasado, la cuidad de Fortaleza asistió a una cuestionable manifestación de autoritarismo en contra de los movimientos sociales por cuenta de la desproporcional forma cómo el poder público trató a un grupo de manifestantes acampados en un parque público de la ciudad. La violenta represión de la policía paulistana (de la capital de São Paulo) en contra de un grupo contrario a la subida del precio del pasaje del transporte público generó una ola de protestas que tomó todo el País. A pesar de estos relatos que preocupan, ¿considera Ud. que hay una buena relación entre los movimientos sociales y la clase política brasilera?
Thiago: En este punto hay que tomar en cuenta lo siguiente: al igual como son innumerables las demandas, las violaciones y la negación de derechos, también son variados los movimientos sociales, según la categoría, la situación que se quiere superar, así también es diversa la forma como estos movimientos se relacionan con la representación política brasilera. En la actualidad, hay movimientos que cortaron totalmente con las representaciones políticas existentes, con el propio sistema político establecido y algunos movimientos han surgido a partir del corte con determinados movimientos o entidades representativas, por entender que tal movimiento o entidad ya no más representa los intereses de la categoría. Otros movimientos, sin embargo, son más gobiernistas y vinculados a partidos políticos. En general, desde mi punto de vista, no es buena la relación entre los movimientos sociales y la clase política brasilera. Incluso, ante la coyuntura política el tener buena relación en ese caso podría ser cuestionador. La clase política brasilera, con algunas excepciones, es corrupta, patrimonialista, enemiga del pueblo y busca, de diferentes formas, cooptar liderazgos y criminalizar los movimientos sociales.
Las manifestaciones ocurridas a partir de junio del 2013 como también aquellas acontecidas anteriormente, organizadas por campesinos e indígenas, indican claramente como los gobiernos tratan a las personas que, legítimamente, reivindican sus derechos: a través de la represión policial. En un Estado democrático de derecho, pero con actitudes dictatoriales, represivas, en un escenario explícito de violación y negación de los derechos humanos es inviable una buena relación entre movimientos sociales genuinos y gobiernos.
¿Cuáles son las expectativas para el I Encuentro Nacional de Juventudes y Espiritualidad Libertadora?
Thiago: Las expectativas son las mejores posibles, desde el agradable encuentro de compañeras y compañeros al debate serio en torno a los grandes conflictos. En la Comisión Pastoral de la Terra, estamos entrando en el ritmo que nos llevará al nuestro IV Congreso Nacional, que se realizará en julio de 2015, en la ciudad de Porto Velho/RO, celebrando también los 40 años de vida de la CPT. Elegimos como lema la frase de un poema de Thiago de Mello, «Está oscuro, pero yo canto”. El momento político es difícil. Con el Papa Francisco, soplan nuevos aires en la Iglesia Católica. Esperamos y vamos colaborar para que este I Encuentro Nacional de Juventudes y Espiritualidad Libertadora nos anime en la lucha, nos haga reafirmar el compromiso con las grandes causas de la justicia, nos torne más hermanas y hermanos ante tantos desafíos, tanta oscuridad en el camino, nos lleve a clamar: «Está oscuro, pero yo canto”. El canto de la victoria, como el canto de Miriam, hermana de Moisés (cf. Ex 15, 20-21) y de Débora (cf. Jz 5), el canto de quien no desiste nunca, de quien tiene esperanza de ver acontecer el «nuevo cielo y la nueva tierra” (Ap 21, 1). ¡Hasta pronto!
Thiago Valentim nació en Madalena /CE, graduado en Filosofía y Teología en la Facultad Católica Rainha do Sertão, en Quixadá; actualmente cursa Especialización en Asesoría Bíblica – DABAR, en la Escuela Superior de Teología/EST, en São Leopoldo/RS, curso realizado en colaboración entre EST y CEBI; miembro de la Asociación Brasileira de Pesquisa Bíblica (ABIB) y de la Red Glocal de Lectura Popular/Contextual da Biblia, por el CEBI; miembro de la Asociación de Misioneros y Misioneras del Nordeste (AMINE), de la Articulación Antinuclear de Ceará y de la Unión de los Hermanos y Hermanas de Jesús, un grupo de personas que buscan vivir la espiritualidad de Charles de Foucauld. Agente de la Comisión Pastoral da Terra do Ceará (CPT), actualmente integra la coordinación colegiada regional.
Traducción: ricazuga51@yahoo.com