UNA CRÍTICA BEN?VOLA A LOS MEDIOS DE COMUNICACI?N. Franz Weiser (Perú)

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De la primera visita de Ratzinger como Papa al continente Latinoamericano donde vive casi la mitad de católicos del mundo, los pocos medios de comunicación peruanos serios, a diferencia a anteriores conferencias episcopales, como estas de Puebla o Medellín, apenas informaron al público. ¿Cómo explicarse esto en un país con 80% de católicos? Los directores de estos medios deben saberlo, aunque no lo digan.

Nosotros podemos solamente hacer conjeturas. Todos sabemos que Benedicto XVI era y es como su antecesor amigo del Opus Dei y enemigo temeroso ante la teología de la liberación.

La secta super-conservadora fundada por el ?santo?? Escribá no cuenta con la simpatía del pueblo, y la teología de la liberación en el país y se ha ahogado en las olas de la propaganda adversa. ¿Qué interés puede entonces haber en el público sobre lo que acontece en Aparecida?

Otra causa puede estar en el desprestigio del catolicismo centrado casi exclusivamente en cuestiones del sexo y de la familia tradicional. Los mismos medios de comunicación no conciben en la restricción sexual, ni en la promoción de la familia tradicional temas que den rating. Lo contrario es el caso.

También es incómodo para los poderosos (los medios cuentan entres estas) revocar la manera como se ha desarrollado la primera evangelización bajo el signo de la espada y la cruz con todo que significaba para los indígenas, un tema que ha causado revuelco a causa de expresiones infeliz y con falta a la verdad por parte del Papa Ratzinger. La marginación y la discriminación del indio no ha muerto en nuestro medio.

Puede haber otras razones de esta omisión que no son de nuestro conocimiento. Lo lamentable para un católica con el deseo que este sea cristiano y auténtico, es la ausencia crítica y constructiva del acontecimiento, que por cierto debe basarse en la comunicación objetiva de los hechos. En caso contrario más gente transará a grupos evangélicos (ojalá no a las ciegas) donde sí encuentran transparencia, honestidad y auténtica fraternidad, postulados básicos del mensaje de Jesús.