A principios de diciembre, el Tribunal Penal Internacional para Ruanda (ICTR) sentenció a 15 años de cárcel al sacerdote católico de este país, Athanase Seromba, por cargos de genocidio y crímenes contra la humanidad. El padre Athanase Seromba, el primer sacerdote en presentarse ante el Tribunal Penal Internacional, defendió su inocencia frente a los cargos presentados contra él.
Los jueces de la Sala Tercera del Tribunal encontraron al acusado culpable por su implicación en las masacres de 1994 en Rwanda y explicaron que cometió los crímenes contra la humanidad en la modalidad de exterminio.
Los magistrados indicaron que entre los factores agravantes consideraron la autoridad del religioso en su comunidad y la confianza que le tuvieron algunos tutsis que se refugiaron en su parroquia para escapar de las masacres y a quienes no protegió.
Por otra parte, como elemento mitigante al dictar la condena, la Sala tomó en cuenta que Seromba tenía buena reputación antes de 1994, que era relativamente joven cuando ocurrieron las matanzas y que se entregó voluntariamente al Tribunal.
El sacerdote, de 42 años, se asiló en 1997 en una iglesia de Florencia, Italia, desde donde se declaró inocente y obtuvo el respaldo del Vaticano. Sin embargo, la entonces fiscal del ICTR, Carla del Ponte, insistió en que el religioso fuera presentado ante la justicia, por lo que Seromba se entregó el 7 febrero del 2002 al Tribuanal en su sede de Arusha.
Ruanda ha acusado a Francia de albergar a muchos sospechosos de ser responsables del genocidio y de no cooperar en la persecución de estos crímenes contra la humanidad. Se estima que 937.000 tutsis y hutus moderados fueron asesinados por extremistas hutus durante el genocidio de 1994.