Un punto limpio y abierto a la esperanza -- Antonio García Pérez

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Moceop

Fue hace ya cinco años en una mañana del mes de Enero. Estaba trabajando en Cáritas y había surgido en otra Vicaría un desaguisado en un poblado marginal por lo que se me «enviaba» para ver que estaba pasando por la Cañada Real. Se sabía que había algo, que había mucha gente que vivía en casas bajas, en chavolas, en infraviviendas y que había una parroquia por allí pero no exactamente qué estaba pasando, con lo cual era necesario tener información de primera mano.

Después de contactar con el sacerdote que estaba al cargo de la parroquia, Vidal, y que me explicara la historia y el presente a grandes rasgos, fuimos a la iglesia. Todo acompañaba a la melancolía y al desánimo. El entorno era brutal, una parroquia en medio de la nada, bueno en medio de la nada, no, en medio del barro, en medio de la basura, en medio del abandono, en medio de la soledad. Estaba junto al barrio, detrás de las casas pero en medio de la desolación. Junto a esta sensación tan física, estaba la sensación de cierre que planteaba el sacerdote, terminaba su presencia allí e intuía que era un periodo de punto y final.

En medio del frío, del desánimo, del cansancio de personas que habían dado lo mejor de sí mismos durante mucho tiempo, de la soledad, del mal olor por la cercanía del gran basurero (físico y social) de Madrid en Valdemingómez, del entorno tan hostil, del barro, surgió la puesta de sol más maravillosa que se puede apreciar en una ciudad que expulsa a las personas que «no caben» a este basurero humano. Estuvimos contemplándola durante unos minutos observando como el mismo sol, el mismo cielo, el mismo Dios se hace presente para todos y en todos los momentos y se hace más increíblemente bella en ese entorno.. .

Me volví revuelto de ver tantas imágenes contradictorias, tantos sentimientos, tantas dudas, muchas reflexiones e inquietudes??.y lleno de barro. Entré en la Vicaría (en aquellos momentos en Cáritas se utilizaba una expresión de «pisar barro» como símbolo de querer comprometerse más firmemente con la realidad, con el compromiso de las personas excluidas) impregnando todo de barro y por donde pisé lo ensucié todo, .

En ese momento me di cuenta que más allá de la expresión bucólica, estaba la realidad de que la exclusión, la marginación nos provoca reacciones contrapuestas. Queremos estar en los sitios más delicados y complejos socialmente pero más allá de la poesía nos cuesta relacionarnos con la parte más oscura, más difícil, queremos trabajar pisando barro pero luego no manchar el lugar donde estamos y vivimos. Queremos decir que estamos apostando por los excluidos pero luego nos cuesta estar junto a ellos por que el olor que tienen nos genera distancia. Queremos decir que estamos institucionalmente con los pobres pero luego nos cuesta liberar recursos para poder trabajar dignamente.

En toda esta situación empezamos a caminar. Más allá de las reticencias institucionales de Iglesia un grupito de personas creyó que la Iglesia (sí con mayúsculas) debía seguir estando allí. Eso no podía quedarse sin atención por parte de una Iglesia que quiere ser testimonio de Jesús en el mundo, que quiere ser luz en medio de las tinieblas, que quiere ser un punto limpio en medio de la basura.

El sacerdote se fue y empezó un proceso de deterioro en lo físico (comenzaron a llenar el entorno de basura, entraron en varias ocasiones para robar en la parroquia, destrozos en la misma??) y en lo que tiene que ver con el apoyo institucional de la Iglesia se desarrolló un tiempo de indefinición (ningún sacerdote quería ir allí, no se veía con claridad la presencia de una parroquia en esa zona??.) En todo este recorrido que llevó desde el verano hasta el mes de octubre se acercó un sacerdote, Angel, para ver de que se trataba esa realidad. Finalmente se incorporó a la parroquia en el mes de octubre.

Hicimos equipo los dos desde las cuestiones más básicas (recoger la basura, hacer gestiones con el ayuntamiento para que nos quitaran los escombros y poder acceder a la puerta, atender las distintas emergencias que se presentaban, gestionar un alojamiento digno a una persona mayor que se había quedado viviendo en la torre del campanario ?al estilo de Cuasimodo en Notre-Dame pero mucho más deplorable, sin agua sin luz, sin ventilación, sin recursos económicos- limpiar los excrementos en medio del templo que dejaban las personas que entraban a violentar la iglesia??) a otras en las que entraban la construcción o reconstrucción de una comunidad de cristianos que tuviera presencia en ese entorno.

Se contactó con personas que «no iban cabiendo» en estructuras de iglesia normalizada y que empezó a trabajar en lo físico y en lo comunitario para dignificar ese espacio. Se contactó también con las personas que vivían allí y que eran referente y que acudían los domingos a la Eucaristía en la anterior etapa. Con sus avances y retrocesos pudimos celebrar el 1 de febrero de 2004 la Eucaristía en medio todavía de las montañas de escombros en el exterior, tocando una campana sin badajo para convocar a la asamblea, al barrio con una sartén que nos encontramos en medio de la basura y con una sencillez en el interior que nos conmovió a todos y todas aquellas que participamos??

Durante todo este tiempo los cambios han sido espectaculares en contraste con la realidad que encontramos. Se ha recuperado el entorno (aparte de limpiar los escombros se han plantado árboles ?uno por cada bautizo que se ha celebrado, se han instalado unas porterías que permiten jugar al fútbol, se ha creado un perímetro alrededor de la parroquia que permite visualizar un «punto limpio» en medio de todo aquel caos).

Se han realizado un montón de actividades con niños tanto de carácter periódico (apoyo escolar, escolarización de menores, coordinación con colegios) como otras más ubicadas en determinados momentos (Campamentos de verano, excursiones en fines de semana, Carnavales, Circo en Navidades) Los miércoles que es el día fuerte en la parroquia se desarrollan un montón de actividades: alfabetización, Atención social, atención sanitaria en el consultorio que hay en la torre de la Iglesia.

Más allá del trabajo que se desarrolla en la Parroquia se desarrolla una actividad muy extensa en el barrio: se realiza la alfabetización en las chavolas con los padres y madres de los chavales, se participa en la mesa de coordinación en el barrio con Asociaciones de vecinos y vecinos para analizar el futuro de la Cañada y vertebrar el trabajo a realizar, se han desarrollado acciones de sensibilización y denuncia (bazucada solidaria, se han elaborado calendarios con textos elaborados por los propios vecinos, contactos con medios de comunicación, ruedas de prensa, presencia en radio, reportajes tv.).

Junto con el trabajo más organizado y estructurado se han gestionado y acompañado a los vecinos en las diferentes crisis y emergencias que se han producido y se producen (falta de agua potable en determinadas zonas, cortes y averías permanentes en el tendido eléctrico, incendios, detenciones, desahucios, demoliciones ilegales??),

?ltimamente se ha visto la necesidad de cuidarnos un poquito más de manera que estamos liberando espacios para vernos, para encontrarnos, para reflexionar del sentido de nuestra presencia para reafirmarnos desde la teoría en una praxis que tenemos mucho más desarrollada. Se han creado espacios de crecimiento y comunicación grupal de forma que nos siga ayudando a sostener el trabajo que hacemos.

Quizá unos de los aspectos más flojos que se tienen es el contacto y la interacción con otras estructuras de Iglesia que pudieran servirnos de contraste. El riesgo podría ser que nos pudiéramos convertir en una isla maravillosa pero en una isla. El grupo valora la necesidad de estar en comunión con otros grupos y experiencias que nos hagan sentirnos parte de algo más amplio.

Todo este movimiento se ha ido manteniendo a través del tiempo por un grupo de unas 15 personas con sus idas y venidas, con reincorporaciones y salidas pero se ha mantenido un grupo dinámico, participativo, comprometido y militante del trabajo que realizamos. En algunos momentos de dificultad que nos encontramos sin sacerdote tuvimos que «autogestionarnos» y nombramos democráticamente un coordinador (laico) de la Parroquia que animara y motivara el trabajo y la experiencia fue especialmente interesante.

Este proceso de cambio y transformación no ha sido lineal. Hemos tenido nuestros avances y nuestros retrocesos, la tensión de la coordinación institucional en la que no queremos aparecer con una actitud en permanente oposición pero sí de permanente crítica y denuncia a la desidia y falta de implicación política y religiosa, nuestras plantaciones y a la semana siguiente ver que los árboles nos los habían quemado, nuestros criterios definidos y la realidad obligarnos a transformarlo por que aquí no vale una lógica de planificación a largo plazo pues la realidad es increíblemente cambiante

Todos estos cambios tienen que ver con la vivencia de una Fe viva, encarnada, con especial tozudez en estar presente entre tanta hostilidad, con una apuesta por los seres humanos olvidados, no visibilizados, con una creencia en las Bienaventuranzas de manera firme. Es verdad que surgen problemas, desánimos, faltas de coordinación pero están encajados en lo que es la vida de una comunidad. De una comunidad que apuesta por estar presente donde nadie quiere estar, donde nadie lo ve, donde no representa un interés electoral, donde no luce. Pero es ahí donde sí que queremos estar, apostamos y creemos en una Luz de esperanza por el ser humano.