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Gobernar con arrogancia sin procurar el consenso puede producir grandes satisfacciones ideológicas a corto plazo, pero pésimos resultados políticos y electorales a medio y largo plazo. Esto parece haberle ocurrido al PP en esta legislatura marcada por una evidente prepotencia consecuencia de una mayoría absoluta que no han sabido administrar.
Cuando la inteligencia política no alcanza a resolver los problemas económicos y sociales de un país, se impone la contundencia de los hechos. De poco le ha servido a Mariano Rajoy y a su partido vender a los ciudadanos la exigua mejora de la economía cuando el ciudadano medio no percibe la tan cacareada prosperidad atribuida a su gestión política. Pero no solo la gestión económica ha sido la causa de su debacle electoral en estas elecciones municipales y autonómicas, sino también los casos de políticos de este partido implicados en tramas de corrupción y las medidas regresivas en términos laborales, sociales e ideológicos que han caracterizado esta legislatura.
La irrupción con una fuerza inusitada de Podemos y Ciudadanos en la arena política ha acabado con el bipartidismo y con las mayorías absolutas. Los espectaculares resultados electorales obtenidos por estas dos fuerzas políticas nos introducen en un nuevo tiempo político. Un tiempo forzosamente más democrático y favorable para todos dado que el reparto de votos hará que todas las fuerzas políticas se vean obligadas al pacto, al consenso y al control democrático de unos sobre los otros.
Valladolid