Rezaba la pancarta de un manifestante por una vivienda digna que Jesús nació en una casa ?okupa??. Sin pretender frivolizar, lo cierto es que el derecho a una vivienda digna es uno de los más elementales que asisten al ser humano. Y pocas dudas puede albergar un cristiano de que tan importante es dar techo al que no lo tiene como pan al hambriento.
La batalla por el derecho a la vivienda no es nueva. Lo sabía bien el amado abate Pierre, que fundó hace ya 58 años la sociedad de los Traperos de Emaús para acoger a los desheredados de la sociedad francesa. Aquí, en España, a día de hoy, 30.000 personas sobreviven en la calle.
Pero ahora hay una paradójica novedad, la de un tiempo de crecimiento económico y bienestar social que, sin embargo, no redunda en beneficio de todos. Por contra, perjudica a los que menos tienen disparando los precios de la vivienda como consecuencia de la especulación y el afán de enriquecimiento sin límites: el coste de la vivienda se ha doblado en quince años, pero los sueldos no. Se condena así a miles de ciudadanos a vivir hipotecados de por vida.
Y eso que la vivienda es un derecho constitucional. Sin embargo, ningún español puede exigir su cumplimiento. Habrá que esperar para comprobar si la nueva legislación aprobada por Francia, que garantiza jurídicamente el acceso a la vivienda, tiene finalmente efectos prácticos. Y reclamar medidas similares aquí.
Mientras tanto, no podemos olvidar la propia responsabilidad que tenemos como ciudadanos en esta cuestión. Porque se cae en el engaño de creer una buena noticia la rápida revalorización de las viviendas y se aspira a invertir los ahorros en segundas o terceras residencias. Sin reparar en que a costa de esa suculenta inversión, los más jóvenes no podrán aspirar siquiera a soñar con independizarse antes de los 35. También como ciudadanos tenemos la obligación de exigir a nuestros gobernantes el fin de la especulación, el cumplimiento de las leyes y la persecución de la corrupción.
Pero no olvidemos que la vivienda, como el hambre o el cambio climático… son cartas de una misma baraja: la de compartir los recursos que tenemos, con justicia, y en paz.
Otro derecho es el que asiste para reinterpretar a la luz de los nuevos tiempos a personajes tan extraordinarios como el de Teresa de Ávila.
El director Ray Loriga y la productora Lola Films le hincan el diente en una película que se estrena el 9 de marzo, rodeada de cierta polémica por la asimilación de la mística de la santa con una relación carnal, y protagonizada por la actriz sevillana Paz Vega. Ella se defiende en una entrevista en exclusiva para 21rs.
Y explica que ha dado carnalidad y verdad a la santa de las estampitas. Se podrán discutir otras cuestiones, pero lo cierto es que Loriga y Vega han ofrecido una visión actualizada de Teresa de Jesús, como la mujer rebelde y luchadora que fue. Desde aquí les damos la enhorabuena por esta arriesgada apuesta. ??