Cáritas, Manos Unidas, Misiones Salesianas o Mensajeros de la Paz siguen trabajando en el país
Pierre Dumas: «Debemos mantener el aliento de esperanza para el pueblo»
Hace tres años, el mundo de paró en Haití. Se detuvo como una sacudida de 7 grados de magnitud, que provocó la muerte de 300.000 personas y centenares de miles de heridos. Colegios, hospitales, viviendas e infraestructuras quedaron devastados y los medios de vida de la población, destrozados. Hoy, tres años después, Haití continúa necesitando nuestra ayuda. La labor de ONG de la Iglesia, como Cáritas, Manos Unidas, Misiones Salesianas o Mensajeros de la Paz, continúa siendo imprescindible. Y ellas rinden cuentas.
Cuando se cumplen tres años del devastador terremoto de Haití, Cáritas Española hace una clara apuesta de futuro al situar en el eje de sus prioridades el reforzamiento de la cooperación fraterna con Cáritas Haití y la Iglesia local, junto con el apoyo a la formación profesional de los jóvenes y la mejora de la situación sanitaria en la isla.
En esa línea se enmarca la reciente decisión del Equipo Directivo de Cáritas Española de aprobar un ambicioso proyecto por importe de 692.000 euros destinado a reforzar el sistema de educación profesional de Haití para jóvenes a través de la red de 9 centros de formación profesional que los salesianos dirigen en 5 departamentos de Haití.
Un total de 2.800 alumnos podrán beneficiarse de este programa formativo a cuatro años vista -ahora comienza a ponerse en marcha la primera fase- con el que se pretende garantizar, en colaboración con el Ministerio de Educación Nacional, su capacitación laboral para prevenir futuras situaciones de exclusión social.
Otra de las acciones significativas de Cáritas Española en ese país caribeño durante 2012 ha sido su apoyo a un amplio programa de reducción de la incidencia del cólera y otras enfermedades de transmisión hídrica en zonas vulnerables de la frontera sur entre Haití y la República Dominicana. Este proyecto, al que se han destinado 804.000 euros, pretende mejorar de forma directa la situación sanitaria de una población de 6.500 habitantes de 36 comunidades pobres en 4 provincias de la frontera haitiano-dominicana.
El programa -cuya segunda fase ya están ejecutando Cáritas Haitiana y Cáritas Dominicana desde el mes pasado– contempla también la mejora de las condiciones del agua para uso humano y de los sistemas de higiene, y la capacitación de técnicos comunitarios de salud en las zonas más aisladas de las diócesis de Barahona y Jacmel.
A lo largo de 2012, junto a estos dos proyectos de formación profesional y lucha contra el cólera, Cáritas Española ha apoyado otros tres proyectos de ayuda humanitaria y educación en distintas zonas de la isla. El importe total aportado a estos cinco proyectos, de los que se benefician más de 30.000 personas, asciende a 1.790.306 euros.
A lo largo de estos tres años, Cáritas Española ha llevado a cabo una intensa labor de acompañamiento de la Cáritas Haitiana para desarrollar las acciones del plan de post–emergencia y rehabilitación puesto en marcha a raíz del terremoto, centradas en los capítulos de ayuda humanitaria, reconstrucción de viviendas y escuelas, salud, educación, mayores y fortalecimiento institucional.
Desde el inicio de la emergencia, la aportación de Cáritas Española a los programas de la red Cáritas en la isla ha sido de 14 millones de euros.
El reforzamiento de este apoyo fraterno a Cáritas Haití va a ser una de los ejes estratégicos de la acción de Cáritas Española en ese país de cara a los próximos años.
En un mensaje con motivo del tercer aniversario del terremoto, el obispo Pierre Dumas, presidente de Cáritas Haití, asegura que la educación, el cuidado del medio ambiente y la protección de los derechos socioeconómicos de las personas más vulnerables son esenciales para ayudar a Haití a avanzar tras su devastador terremoto.
Tras reconocer que «la acción de la familia de Cáritas fue intenso, poderoso y vital desde el principio para salvar vidas y dar esperanza», el prelado asegura que «ahora que la emergencia ha terminado, no podemos dejar que Haití caiga en el olvido». «Debemos mantener el aliento de esperanza para el pueblo», añade.
El presidente, además de señalar que «la red internacional de la organización está acompañando a Cáritas Haití de manera coordinada y articulada», destaca los esfuerzos dirigidos en la actual fase de rehabilitación a «la construcción de viviendas dignas para la población, en lugar de alojamientos temporales». Y, entre los desafíos más inmediatos, se refiere a la educación, porque «nadie nunca ha podido avanzar en su desarrollo sin tener un nivel mínimo de educación».
El medio ambiente es también otro de los retos identificados por Dumas. «Hay deforestación, desastres naturales y provocados por el hombre, y la Iglesia tiene un papel a la hora de impulsar que la vida puede comenzar nuevamente en Haití, asegurándose de que exista un plan estratégico y de educación cívica entre los haitianos», señala.
Monseñor Dumas subraya la voluntad de Cáritas de «participar en el desarrollo a largo plazo y duradero de los haitianos, y de tomar parte en el renacimiento de Haití, algo que no podemos hacer sin los propios haitianos». «Cáritas -escribe– está ahí para alentarlos, promover proyectos y para ayudarles en sus propios destinos y para crear un futuro diferente», pero «no imponiendo un diferente tipo de desarrollo, sino respetando la tradición local y su sabiduría; y lo haremos para que el pueblo haitiano, que ha sufrido tanto, pueda vivir a través de una nueva resurrección».
La red Cáritas, que estaba en Haití antes y durante el terremoto, ha permanecido allí desde entonces. Su personal en el terreno ha vivido, hombro con hombro con las comunidades locales, el trauma de ver calles enteras destruidas y sin saber si los miembros de sus propias familias estaban vivos o muertos. Cáritas estuvo allí durante y después de la catástrofe, cuando era difícil encontrar comida y agua, y cuando solo quedaban escombros donde una vez había viviendas.
El 12 de enero se cumplirán tres años del terremoto que devastó Haití. Han sido tres años de duro trabajo, pero ya se empiezan a ver los frutos del esfuerzo y de los apoyos recibidos. Hoy, 20.000 niños, niñas y jóvenes reciben educación en alguno de los centros salesianos del país, más de 300 niños de la calle son atendidos en Puerto Príncipe y Cap Haitien y cada día se da una ración de comida a más de 10.000 personas en las 18 Escuelas del Padre Bohnen. Además, en la actualidad ya se cuenta con dos Escuelas Agrícolas (Cap Haitien y Fort Liberté), una Escuela Universitaria de Enfermería (Fort Liberté), dos centros para niños de la calle (Puerto Príncipe y Cap Haitien), cinco internados, once centros escolares (uno de ellos en Gressier donde estudian alrededor de 1.000 niños y jóvenes), nueve centros de formación profesional y dos centros de formación de profesores. «El objetivo de sacar a los alumnos de la calle ya se ha logrado. Ahora seguimos trabajando para mejorar la calidad de la formación», explica Sylvain Ducange, provincial salesiano de Haití.
Tissidor quiere jugar al fútbol y le gusta el color blanco. Julius se forma para ser soldador. Como ellos, más de 300 niños de la calle acuden al centro Lakou donde reciben atención y aprenden a leer y a escribir. Tras los 45 segundos que asolaron Haití, miles de niños perdieron a sus padres y acabaron en las calles. «Queremos que los niños y jóvenes de la calle sean útiles para la sociedad. No una pieza que se pueda cambiar. Sino jóvenes que aporten», dicen en el Lakou. Todo este trabajo con los menores queda recogido en el documental «Hijos de Haití» producido por Kanaki films y dirigido por Raúl de la Fuente.
En 15 minutos, vemos a los hijos de Haití que tratan de sobrevivir cada día, en la calle, amenazados, sometidos a abusos… Pero también se habla de esperanza porque hay alguien que confía en ellos, que les acoge y que les ofrece una esperanza en el futuro. Son los misioneros salesianos que trabajan por un nuevo Haití. El documental puede verse en el canal de Misiones Salesianas en Youtube.
En MISIONES SALESIANAS, seguimos comprometidos con Haití, con sus niños y con sus jóvenes, que son el futuro. Son ellos los que harán de Haití un país mejor de lo que era hace tres años. Por ello, los misioneros salesianos seguirán trabajando cada día y la sociedad española y la comunidad internacional no pueden bajar la guardia. Seguimos sin olvidar a Haití.