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TRAUMA, MEMORIA Y OLVIDO. Manuel Fernández Blanco

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La Voz de Galicia

La discusión parlamentaria sobre la ley de la memoria histórica ha suscitado un debate
sobre si es más conveniente recordar u olvidar. Esta disyuntiva es falsa, por dos razones: sólo se puede olvidar lo que se ha recordado y hay recuerdos que no se dejan olvidar; son los
recuerdos traumáticos.

¿Qué es un trauma? Un trauma es aquello que no debiendo ocurrir, ocurrió. Lo traumático no se deja capturar por el olvido y por eso retorna, insiste y se transmite a través de las generaciones. Lo traumático, por innombrable, retorna una y otra vez al no poder ser expresado a cielo abierto.

Una fosa común no es lo mismo que una inscripción en la lápida de una tumba. Una fosa
común, o el drama de los desaparecidos, es la expresión máxima de la abolición de la
existencia; es la negación más radical de la herencia y de la transmisión simbólica; es una
segunda muerte, ya que borra los rastros de un ser humano de la faz de la tierra.
Del mismo modo, cuando se impide restituir la dignidad de una persona objeto de una condena
injusta, se aboca a cargar con este trauma a sus descendientes. La restitución es un acto de
salud mental individual, familiar y social. Sí, también social, porque la lógica colectiva es
idéntica a la individual.

Esto explica que las sociedades puedan sufrir colectivamente traumas,
culpas y vergüenzas. Sabemos, por ejemplo, que la ilegalización de las organizaciones nazis en Alemania no impide la existencia de una culpa y vergüenza colectiva muy profundas.
Resulta muy llamativo que algunos de los sectores sociales y de opinión más críticos con el
relativismo de la sociedad posmoderna, se apunten al relativismo en materia histórica para
diluir o igualar cualquier responsabilidad de nuestro pasado.

Pero el auténtico olvido no vendrá de la negación relativista, sólo puede venir del recuerdo. De lo contrario sustituiríamos el olvido por la represión y nos condenaríamos al retorno de lo reprimido como síntoma. El síntoma de una sociedad que no habría tenido el coraje de tratar adecuadamente sus experiencias traumáticas.
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