Un hermano de Taizé está visitando a su familia en Yogyakarta, Indonesia. El 27 de mayo, la ciudad su sacudida por un gran terremoto que tuvo su epicentro en Bantul, el las periferias de la ciudad. Aquí nos comparte algunas de sus impresiones.
La ayuda ha llegado lentamente a las victimas y la vida cotidiana pasa del nivel de la urgencia a la fase de la reconstrucción. En Bantul y Gantiwarno miles de familias viven en tiendas. La gente tiene miedo de quedarse en sus casas. El trabajo de desescombro de las ruinas ha comenzado. Como los temblores secundarios son poco frecuentes, solo seis por día, la gente se anima a comenzar a reconstruir sus casas. Sin embargo numerosos inmuebles, muy dañados, han tenido que ser demolidos por razones de seguridad. A causa de la falta de fondos la situación promete durar una largo tiempo.
Varios edificios público, escuelas, mercados, hospitales, has sido gravemente dañados. Monseñor Suharyo, obispo católico de la diócesis de Semarang, hizo recordar a la población que, durante la reconstrucción, es necesario preservar los valores positivos que existen en la sociedad indonesa. Una de las ?lecciones?? de la reconstrucción, luego del tsunami de Aceh, fue la de reconstruir junto a toda la sociedad. En Aceh, algunas ONG trabajaron de manera muy profesional y muchas cosas fueron evaluadas bajo el ángulo de la retribución de fondos. A largo plazo, esto a modificado la concepción de trabajo que tenía la gente.
El obispo también dijo que en la diócesis, la prioridad para la reconstrucción será dada a lo edificios públicos como las escuelas y los hospitales. Las iglesias dañadas serán reparadas, solo después que las personas hayan podido reconstruir sus hogares. ?l ha enviado muchos saludos a la comunidad. Subrayó el espíritu de compartir y agradeció por la ayuda que la comunidad da. La iglesia de mi parroquia es una de las averiadas. El domingo pasado celebramos la eucaristía en una extensión de la nave dejando afuera a tres cuartas partes de los fieles.
Esta semana comienzan las vacaciones para los estudiantes. La reconstrucción de las escuelas llevará unos seis meses. Hasta entonces habrá que encontrar soluciones para ?enseñar sin aulas??. En muchos lugares, voluntarios cuidad de los niños. Parece que los traumatismos en los niños, a causa del terremoto, son bien menores a lo previsto. ¡Se ponen a jugar de nuevo como de habitud! De hecho, el terremoto, ha dado la posibilidad a algunos de expresar su solidaridad para con sus ?amigos?? menos favorecidos. En una escuela primaria de Tarakanita, por ejemplo, se les pidió a los alumnos traer de sus casas un « nasi bungkus » (almuerzo) para las víctimas. Fue una manera muy concreta de ayudar haciendo estar atentos a los niños del sufrimiento del otro. Numerosas escuelas, grupos y comunidades buscan como ayudar a su manera.
Necesitamos del apoyo de la oración para poder continuar a tener esperanza en el futuro, para tener la fuerza de reconstruir y manifestar la solidaridad con el otro. Y aun más importante para comprender que, más allá de lo que algunos digan, este terremoto no es un castigo de Dios.