InicioRevista de prensaespiritualidadTentaciones de Cristo y nuestra tentación##José Maria Castillo, teólogo

Tentaciones de Cristo y nuestra tentación -- José Maria Castillo, teólogo

Publicado en

josemariacastillo

Hoy, primer domingo de cuaresma, la liturgia de la misa nos rescuerda el evangelio de las tentaciones de Cristo en el desierto. Evidentemente, no se trata de un relato histórico. Porque no puede ser verdad que un hombre, que se pasó cuarenta días y curante noches sin comer, sólo sintiera hable al final, como dice ese relato tan extraño. Podemos estar seguros de que ahí se cuenta algo que le pasó a Jesús, pero no en un momento determiando, sino a lo largo de su ministerio público.

Y con ello, lo que se pretende es decirnos, a quienes leemos los evangelios, que también nosotros, al igual que Jesús, estamos sometidos, durante toda nuestra vida, a las mismas tentaciones, que son, sin duda alguna, las perores tentaciones que podemos sentir en este mundo. ¿De qué tentaciones se trata?

Para tener algo de claridad, en un asunto tan serio como éste, lo primero es caer en la cuenta de que las tentaciones más peligrosas no son las que nos impulsan directamente, descaradamente, a hacer el mal, sino todo lo contrario: las tentaciones más malas de la vida son las que nos proponen que hagamos el bien, pero utilizando los medios que, en lugar de conducir al bien, lo que hacen es convertirnos en agentes del mal.

El demonio, en efecto, no le dijo a Jesús que abandonara su misión de Hijo de Dios, sino que, si efectivamente era el Hijo de Dios, lo que tenía que hacer es lo que el diablo le proponía. Por tanto, las peores tentaciones no son las que sienten los «malos», sino las que sufren los que se consideran los «buenos», los que quieren ir por la vida como «hijos de Dios», predicando el Reino de Dios. En este caso, el peligro está en los «medios» que Satanás las propone a los misioneros de Dios, para que su misión resulte lo más eficaz posible. Ahí está el peligro. El peor de todos los peligros. Y el más difícil de detectar. Porque el que sufre semejante tentación la ve como una propuesta «inteligente» para lograr el «buen» fin que se persigue.

Esto supuesto, venimos al centro del asunto. A mi manera de ver, quien mejor ha sabido interpretar y explicar el fondo de todo este complicado problema ha sido el genio de Dostoievski, en el episodio del Gran Inquisidor, en Los hermanos Karamazov. El relato de Dostoievski, como sabido, se sitúa en Sevilla. Y en él se finge que un buen día Jesús se presentó en Sevilla. Inmediatamente, el Inquisidor lo matió en la cárcel. Y le dijo por las claras: «¿Por qué has venido a molestarnos?» Y así empieza el alegato que el Inquisidor le hace a Jesús.

A juicio del viejo y austero Inquisidor, Jesús nunca debería haberse resistido a las tentaciones diabólicas: convertir las piedras en pan, aceptar el reinado sobre todos los reinos del mundo, y lanzarse desde la torre más alta del templo y caer al suelo, sin gacerse daño y entre palmas de ángeles. Jesús, a juicio del Inquisidor, nunca debió resistirse a las propuesta del diablo. Porque sólo hay tres fuerzas – prosigue el Inquisidor – capaces de subyugar la conciencia humana: el milagro, el misterio y la autoridad: «Y tú quieres ir por el mundo con las manos vacías, predicando a los hombres la libertad que la necedad y la ignominia natural les impiden comprender, una libertad que les da miedo, porque no existe y jamás ha existido nada más intolerable para el hombre y a la sociedad…

Además, te formaste una idea demsiado alta de los hombres, que en el fondo sólo son esclavos….». Nosotros, sin embargo, sigue el cardenal Inquisidor, hemos corregido tu obra basándonor en el «milagro», el «misterio», la «autoridad». Y los hombres han vuelto a regocijarse de que los guíen como un rebaño y de que los hayan liberado de ese finesto don que les causaba tales tormentos». Y el Inquisidor termina diciéndole a Jesús: «Mañana, tras una señal mía, verás cómo el dócil rebaño lleva carbones candentes a la hoguera donde subirás, por haber venido a entorpecer nuestra obra». La respuesta de Jesús, al viejo Inquisidor, fue acercarse a él y besarle los labios exangües. El anciano se estremece, le tiemblan los labios; se acerca a la puerta, la abre y le dice a Jesús: «Vete y no vuelvas más… ¡nunca más!».

La cosa está clara: la institución religiosa le teme a Jesús, le teme al Evangelio de Jesús. Y, en el lugar del Evangelio de la libertad, ha colocado los tres pilares de la Religión: el «milagro», el «misterio», la «autoridad». Asentada sólidamente sobre esos tres pilares, la institución religiosa ha sustituido la libertad por la sumisión. Por eso, sin duda, las noticias y los comentarios sobre la religión interesan más que las explicaciones sobre el Evangelio.

En definitiva, se trata de algo tan claro como sobrecogedor: en nosotros manda más el Inquisidor que Jesús. Lo que queremos es tener políticos con autoridad, obispos con autoridad, empresarios con autoridad, líderes de todos los colores, pero que tangan autoridad, mucha autoridad, para que se produzca el nuevo milagro, el inesperado misterio que tanto anhelamos. Aunque para tener eso, sea preciso que nos controlen más la libertad, que nos quiten de encima el insoportable peso de la libertad. Y es que, en el fondo – y aquí es donde yo quería venir -, lo que queremos es que otros nos resuelvan el problema.

Porque nosotros no estamos dispuestos a cambiar, a asmumir nuestra responsabilidad, porque nos han educado a vivir de una forma a la que ya no estamos dispuestos a renunciar. En el fondo – y quizá sin darnos cuenta – lo que realmente estamos haciendo es lo mismo que hizo el Inquisidor: ¡Que se vaya Jesús!, que nos va muy bien con el milagro, con el misterio y con la autoridad. Es decir, nos va bien así, soportando nuestra «llevadera» esclavitud.

Últimos artículos

Abusos espirituales de poder y abusos sexuales -- Juan José Tamayo, teólogo

El Blog de Juan José Tamayo Ante el encuentro de los obispos españoles con el...

Cancelado el viaje del Papa a Dubái a petición de los médicos -- Salvatore Cernuzio

Vatican News Francisco se encuentra en estado gripal desde el sábado con una inflamación de...

Tras cinco horas de reunión, el Papa evita cualquier reprimenda pública a los obispos españoles -- Jesús Bastante

eldiario “Ha sido un diálogo cordial y no un tirón de orejas”, asegura el presidente...

Noticias similares

Abusos espirituales de poder y abusos sexuales -- Juan José Tamayo, teólogo

El Blog de Juan José Tamayo Ante el encuentro de los obispos españoles con el...

Cancelado el viaje del Papa a Dubái a petición de los médicos -- Salvatore Cernuzio

Vatican News Francisco se encuentra en estado gripal desde el sábado con una inflamación de...

Tras cinco horas de reunión, el Papa evita cualquier reprimenda pública a los obispos españoles -- Jesús Bastante

eldiario “Ha sido un diálogo cordial y no un tirón de orejas”, asegura el presidente...