Sorprendentes y polémicas declaraciones del cardenal de Barcelona -- Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

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martinez sistachSerá la cercanía humana y política, la proximidad, la catalanidad, o algún otro elemento más incorpóreo, pero a mí, por lo menos, me ha sorprendido bastante que el purpurado barcelonés haya defendido la ?honestidad?? de Jordi Pujol. Todavía se puede entender que haya declarado a Pujol un referente político y catalán, pero, ¿también de honestidad? Me perece bien que, en contra de tantos, y tantas veces, de los que ignoran, o, incluso desprecian, la presunción de inocencia, el obispo catalán hay recordado que mientras no se pronuncia el juez, nadie puede ser declarado reo, ni delincuente. Pero los indicios son tan abrumadores que lo más prudente habría sido, en el mejor de los casos, callar.

Hay muchos que, con menos indicios, y hasta con menos evidencias, ni son, todavía, imputados, ni mucho menos procesados, ni se les condena a prisión domiciliar. Hay casos de políticos, de banqueros, de empresarios, y de albañiles, y simples ciudadanos, en esa situación. Pero Don Jordi ha realizado, por lo menos, dos acciones, pública y abiertamente, que demuestran muchas cosas, mas que entre ellas no se encuentra la honestidad. Como son: A), abanderarse, literalmente, en la enseña catalana, para acusar a ?los otros??, entre los cuales el presidente del Gobierno de España, y éste, en su conjunto, y muchos más, de perseguirlo injustamente por su defensa de los derechos catalanes. Cuando la acusación a su partido, cuando él era el presidente del mismo, era, ¡solo!, de cobrar el 3% de las concesiones de obras y servicios de la Generalitat. (Mire, Jordi, esa, y las que a su imitación hacen tantos hijos políticos suyos, como le digo, ¡esa no!). Y B) Su afirmación, desmentida por la extrañeza de su hermana, ante las cámaras, y, sobre todo, por la lógica del sentido común, de que el origen de su enorme fortuna fue una herencia de su padre, de la que no hay ninguna pista testimonial, ni escrita, ni verbal.

Y en cuanto al cardenal, choca, enormemente, que, ¡con la que está cayendo!, el Arzobispo de Barcelona se embarque públicamente en la defensa de un personaje político, que tendrá, como es de suponer, muy buenos abogados, a nivel particular y privado, y en el ámbito de su representación política catalana, y partidaria, de Convergencia. No sé si el prelado de Barcelona se ha preocupado de defender a feligreses suyos, como los del 15M, bastante maltratados, aunque tal vez, justamente, por los tribunales. O por lo menos, si se dio esa defensa y cuidado de sus ovejas, no se hizo pública. Porque si lo que ha movido al cardenal ha sido un estricto y delicado espíritu de justicia, y la voluntad y deseo de que no se atropelle la presunción de inocencia, entonces, desde estas páginas, le enviaría mi felicitación y mis parabienes. Pero entonces también le recordaría que la justicia, para ser tal, exige la igualdad de trato. Y me, nos, parecería bien su proceder con Pujol si tuviera el mismo con todos los encomendados a su celo pastoral.