Es de noche. Las tiendas iluminadas y decoradas anuncian la fiesta de la Navidad ya próxima. El tráfico es denso. Mientras camino por la acera, veo de pronto a un hombre tumbado en el mismo suelo. Parece inanimado. Le rodean unas cuantas personas. Un chico con su móvil pidió de inmediato una ambulancia.
¿Quién es este hombre que yace en la acera? Viste sencillo, pobremente. Ninguna bolsa ni objeto alguno junto a él. Las arrugas surcan su rostro. Tiene los ojos cerrados.
De pronto dice unas palabras: « tengo frío ». En varias ocasiones, repite esta misma frase.
Sin esperar, una chica se quita su chaqueta y la extiende sobre el cuerpo de este pobre hombre. Luego enrolla su jersey para colocárselo debajo de la cabeza.
Otro chico le habla para reconfortarlo: « le estamos atendiendo. No se preocupe. La ambulancia ya no tardará en llegar ».
« Ya llega la ambulancia » anuncia el que la había llamado por su móvil.
Mientras el hombre recibe los cuidados de los socorristas, una mujer, que debe de ser de aquel barrio, expresa su sentir: « ¡Quien quiera que sea este hombre, no deja de ser un ser humano! ».
Lleno de admiración por estos jóvenes que han intervenido con tanta humanidad, les doy las gracias.
« es normal, me dicen, es alguien como nosotros ».