En la vida de estos dos personajes, Sócrates y Jesús de Nazaret, hay una singularidad que los identifica: ninguno de ellos escribió ni una sola palabra y, sin embargo su personalidad, su conducta y su pensamiento han tenido una gran influencia en la historia y en la cultura occidental. La imagen, las opiniones y las doctrinas que ellos expusieron se las debemos a los que de ellos escribieron.
1- Sócrates: (470-399 a.C.) Eminente filósofo griego. No existen textos suyos. Lo conocemos a través de sus discípulos. Su expresión más conocida es “Conócete a ti mismo”.
Entre sus discípulos está Platón (427-347 a.C.) que fue el más notable y el principal portavoz de la filosofía de Sócrates. Una de sus primeras obras de Platón lleva por título Diálogos socráticos y en ella recoge el pensamiento y el método mayéutico de su maestro. (Método mayéutico: El arte con que el maestro, mediante su palabra, va alumbrando en el alma del discípulo nociones que este tenía en sí, sin él saberlo).
Platón también escribió: Apología de Sócrates y Critón”. Y también fue maestro de Aristóteles (384-322 a.C.). Ambos son las figuras más representativas de la filosofía clásica.
Otro de los discípulos de Sócrates fue Jenofonte (430-355 a.C.) Militar, escritor historiador y filósofo. Su obra más importante es Anábasis. En otras obras suyas: Memorables, Apología y El banquete, recoge las ideas de su maestro Sócrates. Dijo de él que era un sobrio maestro con los pies en el suelo.
Otro autor griego que nos aporta las ideas de Sócrates, aunque para rebatirlas, es Aristófanes (445-388 a.C.). Comediógrafo y enemigo de la democracia, en sus obras critica duramente a Sócrates. Lo tilda de charlatán.
Todas las figuras que escribieron de Sócrates, fueron sus discípulos que lo trataron o vivieron en sus mismos años.
2.- Jesús de Nazaret nunca escribió ni una sola línea ni fundó ninguna iglesia ni secta religiosa alguna. Sólo predicó lo que era fundamental de su misión: Que había que instaurar entre los humanos el Reinado de Dios, es decir, que Dios era Padre de todos los hombres por igual sin exclusiones motivadas por la riqueza o pobreza, por la salud o la enfermedad, por el poder y la sumisión, por razones de sexo, de religión, de edad, de etnia o cultura, etc.
La personalidad, las ideas y el mensaje de Jesús nos han llegado a nosotros a través de los Evangelios y otros innumerables escritos.
Los Evangelios se escribieron a partir de treinta y cinco años después de la muerte de Jesús y sus autores no lo conocieron personalmente.
Los Evangelios son narraciones teológicas, es decir, temas de catequesis o adoctrinamiento sustentadas y acompañadas por relatos, muchos de ellos imaginarios o recibidos de la tradición judía. Los evangelios hacen hablar al protagonista y cuentan lo que hizo y lo que dijo. Los textos que han llegado a nosotros no son los originales sino traducciones posteriores en las que se han producido retoques e interpolaciones.
Así como el problema “socrático” es el de fijar con exactitud cuáles fueron sus enseñanzas filosóficas auténticas, así también, es un problema de los evangelios fijar con rigor cuales son las palabras auténticas de Jesús.
Las instituciones religiosas históricas que se han apoyado en su nombre y en su doctrina lo han manipulado y tergiversado hasta el extremo de, en su nombre, cometer los mayores crímenes de la historia de la humanidad.
Sin embargo, la personalidad de Jesús, el ejemplo de su vida y el eje central de su mensaje, es decir su legado, ha cambiado tanto la vida del hombre sobre la tierra que, veinte siglos después, Jesús sigue siendo la figura central de nuestro mundo. Nadie ha influido tanto en la vida del hombre sobre la tierra como este personaje solitario y que no dejó nada escrito. Este es Jesús de Nazareth
Noviembre de 2007