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Sobre la Lectura Popular de la Biblia (I) -- Carlos Mesters y Francisco Orofino

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En este artículo abordamos la lectura popular de la Biblia que se hace en las Comunidades Eclesiales de Base de América Latina. Es bueno recordar que ellas son sólo una minoría. La gran mayoría de los cristianos y la mayor parte de las iglesias tienen otra manera de mirar la Biblia. Muchos hacen una lectura más tradicional y más fundamentalista. Sin embargo, el impacto y la irradiación de la lectura hecha en las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) son grandes y significativos para la vida de las iglesias y para la marcha del movimiento popular.

Este artículo es como una fotografía que fija la posición de una persona en un determinado momento de su vida. Una vez hecha, la fotografía no cambia más. Pero la persona fotografiada continúa cambiando y creciendo. Y no para. Tal vez ni se acuerde más de la fotografía. Pude suceder incluso que, después de algunos años, ni ella misma se reconozca más en esta fotografía que aquí presentamos con mucho respeto y cariño.

1ª PARTE – DIEZ CARACTERÍSTICAS DE LA LECTURA POPULAR DE LA BIBLIA EN AL

Como una entrada en nuestro asunto presentamos aquí diez puntos que, en cierto modo, ofrecen una visión global de la lectura popular y que son un resumen de todo lo que vamos a decir.

1. La Biblia es reconocida y acogida por el pueblo como Palabra de Dios. Esta fe ya existía antes de que comenzara la lectura popular de la Biblia. Es en esta raíz o tronco bien firme de la fe popular, que injertamos todo nuestro trabajo alrededor de la Biblia. Es lo que caracteriza la lectura que hacemos de la Biblia en América Latina. Sin esta fe, todo el proceso y todo el método habrían de ser diferentes. «No eres tú el que sustentas la raíz, sino la raíz la que te sustenta a ti» (Rm 11,18).

2. Al leer la Biblia, el pueblo de las Comunidades trae consigo su propia historia y tiene en cuenta los problemas que provienen de la dura realidad de su vida. La Biblia aparece como un espejo, símbolo (Heb 9,9; 11,19), de aquello que este pueblo vive hoy. Se establece así una vinculación profunda entre la Biblia y la vida que, a veces, puede dar la impresión aparente de un acuerdo superficial. En realidad, es una lectura de fe muy semejante a la lectura que hacían las comunidades de los primeros cristianos (Hch 1,16-20; 2,29-35; 4,24-31) y los Santos Padres en los primeros siglos de las iglesias.

3. A partir de esta nueva vinculación entre Biblia y vida, los pobres hacen el descubrimiento, el mayor de todos: «Si Dios estuvo con aquel pueblo en el pasado, entonces Él está también con nosotros en esta lucha que llevamos adelante para liberarnos. ¡Él escucha también nuestro clamor!» (cf. Ex 2,24; 3,7). Así va naciendo, imperceptiblemente, una nueva experiencia de Dios y de la vida que se convierte en el criterio más determinante para la lectura popular y que menos aparece en sus explicaciones e interpretaciones. Pues la mirada no se enfoca en esta experiencia en sí misma.

4. Antes de que el pueblo tuviera ese contacto más vivido con la Palabra de Dios, para muchos, sobre todo en la iglesia católica, la Biblia estaba lejos. Era el libro de los «sacerdotes», del clero. ¡Pero ahora ella está cerca! Lo que era misterioso e inaccesible, comenzó a ser parte de la vida cotidiana de los pobres. ¡Y junto con su Palabra, el propio Dios llegó cerca! «Ustedes que antes estaban lejos fueron traídos más cerca!» (Ef 2,13). Es difícil para cada uno de nosotros evaluar la experiencia de novedad y de gratuidad que todo esto representa para los pobres.

5. Así, de a poco, fue surgiendo una nueva manera de mirar la Biblia y su interpretación. La Biblia ya no es vista como un libro extraño que pertenece al clero, sino como nuestro libro, «escrito para nosotros que tocamos el fin de los tiempos» (1 Cor 10,11). A veces, para algunos, llega a ser el primer instrumento para un análisis más crítico de la realidad que hoy vivimos. Por ejemplo, en relación con una empresa opresora del pueblo, el personal de la comunidad decía: «¡Es el Goliat que tenemos que enfrentar!»

6. Se está produciendo un descubrimiento progresivo de que la Palabra de Dios no está sólo en la Biblia, sino también en la vida, y de que el objetivo principal de la lectura de la Biblia no es interpretar la Biblia, sino interpretar la vida con la ayuda de la Biblia. Se descubre que Dios habla actualmente a través de los hechos. Por ejemplo, este año de 2001, en que las comunidades reflexionan sobre los Hechos de los Apóstoles, se percibe un entusiasmo muy grande. No es tanto por causa de las cosas nuevas que ellas descubren en Hechos, sino mucho más por causa de la confirmación que Hechos les ofrece de que la marcha que están realizando es una marcha bíblica. La Biblia ayuda a descubrir que la Palabra de Dios, antes de ser leída en la Biblia, ya existía en la vida. «En verdad, el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía» (Gn 28,16).

7. La Biblia entra por otra puerta en la vida del pueblo: no por la puerta de la imposición autoritaria, y sí por la puerta de la experiencia personal y comunitaria. Se hace presente no como un libro que impone una doctrina de arriba hacia abajo, sino como una Buena Nueva que revela la presencia libertadora de Dios en la vida y en la lucha del pueblo. La Biblia confirma la marcha que el pueblo está haciendo y, así, lo anima en su esperanza. Los que participan de los grupos bíblicos se encargan de divulgar esta Buena Noticia y atraen a otras personas para participar. «¡Vengan a ver un hombre que me contó toda mi vida!» (Jn 4,29). Por eso, nadie sabe cuántos grupos bíblicos existen. ¡Sólo Dios mismo!

8. Para que se produzca esta vinculación profunda entre Biblia y vida, es importante: a) Tener en cuenta las preguntas reales que provienen de la vida y de la realidad sufrida en la actualidad, y no preguntas artificiales que nada tienen que ver con la vida del pueblo. Aquí aparece la importancia de que el estudioso de la Biblia tenga convivencia y experiencia pastoral insertada en medio del pueblo. b) Descubrir que se pisa el mismo suelo, ayer y hoy. Aquí aparece la importancia del uso de la ciencia y del buen discernimiento tanto en el análisis crítico de la realidad de hoy como en el estudio del texto y de su contexto social. c) Tener una visión global de la Biblia que involucre a los propios lectores y lectoras y que esté vinculada con la situación concreta de sus vidas. Leyendo así la Biblia, se produce una iluminación mutua entre Biblia y vida. El sentido y el alcance de la Biblia aparecen y se enriquecen a la luz de lo que se vive y se sufre en la vida, y viceversa.

9. La interpretación que el pueblo hace de la Biblia es una actividad envolvente que comprende no sólo la contribución intelectual del exégeta, sino también, y sobre todo, el proceso completo de participación de la Comunidad: trabajo y estudio de grupo, lectura personal y comunitaria, teatro, celebraciones, oraciones, recreos, «en fin, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, honroso, virtuoso o que de cualquier manera merece alabanza» (Flp 4,8). Aquí aparecen la riqueza de la creatividad popular y la amplitud de las intuiciones que van naciendo.

10. Para una buena interpretación, es muy importante el ambiente de fe y de fraternidad, a través de cantos, oraciones y celebraciones. Sin este contexto del Espíritu, no se llega a descubrir el sentido que el texto tiene para nosotros en la actualidad. Pues el sentido de la Biblia no es sólo una idea o un mensaje que se capta con la razón y se objetiva a través del raciocinio; es también un sentir, una consolación, un confortamiento que es sentido con el corazón, «para que, por la perseverancia y por la consolación que nos proporcionan las Escrituras, tengamos esperanza» (Rm 15,4).

2ª PARTE: UN POCO DE HISTORIA

Todo esto que hoy está ocurriendo en las Comunidades Eclesiales de Base tiene una historia que viene de lejos. Muchos factores contribuyeron para que se llegase a este tipo de lectura de la Biblia. Destacaremos tres factores que no pueden ser ignorados para que se pueda entender la coyuntura actual. Hay un cuarto factor que no puede ser evaluado ni verificado. En seguida, veremos las tres etapas que marcaron y continúan marcando este proceso histórico de lectura popular de la Biblia.

1. TRES FACTORES

1. Una nueva manera de ver la revelación de Dios y de la Biblia

Los grandes cambios producidos en la humanidad a partir de los siglos XIX y XX llevaron a los cristianos de varias iglesias a mirar la realidad y la Biblia con una mirada diferente. Por ejemplo, en Alemania, la experiencia de R. Bultmann en las trincheras como capellán militar, durante la primera guerra mundial, 1914 a 1918, lo llevó a un nuevo abordaje de la Biblia que influenció la exégesis bíblica del siglo XX en prácticamente todas las iglesias.

En Bélgica, la crisis de entreguerras y la convivencia con los obreros llevaron al sacerdote J. Cardijn a crear el método Ver-Juzgar-Actuar, que influenció a varios sectores de la Acción Católica y produjo una nueva manera de considerar y experimentar la acción reveladora de Dios en la historia. Antes de buscar saber lo que Dios dijo en el pasado, se busca Ver la situación del pueblo en la actualidad, sus problemas. En seguida, con la ayuda de textos de la Biblia y de la tradición de las iglesias, se busca Juzgar esta situación. Esto hace que, de a poco, la palabra de Dios ya no venga sólo de la Biblia, sino también y sobre todo de los propios hechos iluminados por la Biblia y por la tradición. Y son ellos, los hechos, los que se convierten así en los transmisores de la Palabra y del llamado de Dios y que llevan a Actuar de una manera nueva. Este método Ver-Juzgar-Actuar tuvo una influencia muy grande en los movimientos de renovación de la iglesia católica en el Brasil de los años 50 y 60, particularmente en varios sectores de la Acción Católica, JOC, JEC, JUC y JAC. Fue provocando un cambio en la manera de buscar conocer la voluntad de Dios, y ello abrió a una actitud más ecuménica y menos confesional.

En Estados Unidos, el involucramiento político de N.K. Gottwald en la lucha contra la guerra en Vietnam tuvo una influencia profunda en su manera de releer e interpretar el origen y la formación del Pueblo de Dios. Sus escritos, sobre todo el libro The Tribes of Jahweh (Las Tribus de Yahvé), tuvieron mucha influencia en los estudiosos de la Biblia en Brasil, principalmente en la manera de abordar e interpretar el Éxodo.

En América Latina, en los años 60 y 70, el compromiso político de muchos cristianos repercutió y continúa repercutiendo profundamente en la manera de leer y de interpretar la Biblia. La inhumanidad de las dictaduras militares, algunas realizadas con el apoyo velado de autoridades eclesiásticas o en nombre de la así llamada tradición cristiana, provocó y despertó a las personas más conscientes hacia una nueva lectura de la Biblia en defensa de la vida: una lectura más liberadora y más ecuménica, impidiendo que la Palabra de Dios fuese manipulada para legitimar la opresión y la explotación del pueblo.

2. La renovación de las Iglesias conduce hacia un interés renovado en la Biblia

A partir del terremoto de las dos guerras mundiales, 1914 a 1918 y 1939 a 1945, la mayoría de las iglesias entró en un proceso de conversión y de cambio. Las circunstancias nuevas en que se encontraba la humanidad dejaron en claro que era necesaria una relectura de las cosas de la fe en vistas de la nueva experiencia de Dios y de la vida que estaba surgiendo. Este cambio o conversión fue ocurriendo de manera diferente en las distintas iglesias y en los diferentes países.

En la iglesia católica de Brasil, por ejemplo, el Documento Dei Verbum del Concilio Vaticano II y su relectura para América Latina a través de las Asambleas Episcopales de Medellín y Puebla consagraron esa nueva manera de ver la acción reveladora de Dios de la que hablamos anteriormente. A saber, Dios continúa hablando hoy, dirigiéndonos su Palabra a través de los hechos y de las personas, y nosotros conseguimos descubrir este hablar divino con la ayuda de la Palabra escrita de Dios en la Biblia.

A partir del Concilio Vaticano II, fue creciendo el interés del pueblo católico por la Biblia y, a través de varios canales, la Biblia fue llegando cada vez más a las manos del pueblo. Entre muchos otros, conviene destacar los siguientes canales: (1) La renovación litúrgica. La liturgia renovada, a través del uso de la Biblia en la lengua vernácula, trajo un mayor acercamiento de la Biblia al pueblo. (2) El trabajo pionero del biblista fray João José Pedreira de Castro, OFM. En aquellos años 50, él captó las Señales de los Tiempos y sintió la necesidad de provocar un mayor acercamiento entre la Biblia y el pueblo. Para esto, tradujo la Biblia de Maredsous al portugués, hoy con más de 150 ediciones sucesivas, conocida como Biblia del Ave María. (3) El trabajo de la LEB, Liga de Estudios Bíblicos. Sus miembros realizaron una traducción de la Biblia directamente de los textos originales, que en la actualidad está publicada por la Editora Loyola. Los miembros de la LEB tienen, además, el mérito de haber incentivado la realización de semanas bíblicas por todos lados. (4) La entrada de las iglesias evangélicas de misión en Brasil en la primera mitad del siglo XX, venidas sobre todo de Estados Unidos, las cuales divulgaron e intensificaron la lectura de la Biblia. Su acción evangelizadora contribuyó para que, en la iglesia católica, mucha gente despertase a la importancia que tiene la Palabra de Dios. Inicialmente, era un despertar reaccionario de defensa contra lo que algunos llamaban la «amenaza protestante». Poco a poco, sin embargo, terminó siendo vista como una de las mayores gracias de Dios.

3. La situación del pueblo, el golpe militar y el surgimiento de los círculos bíblicos

La situación del pueblo era (y continúa siendo) de abandono, de opresión y de explotación. Por eso, había todo un trabajo político de concientización para poder provocar un cambio. Miembros de varios sectores de la Acción Católica participaban activamente en este trabajo de concientización. Llegaron a formar un grupo, Acción Popular, que tuvo una actuación política muy importante. Sin embargo, el golpe militar de 1964 mostró, indirectamente, que el trabajo de concientización política con el pueblo no había sido aquello que la vanguardia de la oposición política imaginaba y esperaba. No hubo la reacción esperada de levantamiento popular contra los militares. Todo lo contrario. Se vio la necesidad de realizar un trabajo mucho más capilar y más paciente junto al pueblo, respetando mejor su religión, su cultura y su caminar.

Así, a partir de la mitad de los años 60, comenzó un trabajo renovado de base en medio de los pobres y surgieron las Comunidades Eclesiales de Base. De hecho, en aquella situación de persecución y de control ideológico, las iglesias surgieron como un posible espacio de articulación de la oposición, donde todavía se podía trabajar con cierta libertad. Por eso mismo, sufrieron y fueron víctimas de la represión política. Basta recordar los nombres de Don Helder Cámara, Don Pedro Casaldáliga, padre Henrique, Santo Dias, Margarida Alves y tantos otros líderes, religiosos y laicos, perseguidos, presos, torturados y asesinados.

A partir de esta necesidad de un trabajo pastoral más respetuoso y más capilar, fueron surgiendo en todos lados los así llamados Círculos Bíblicos. El método usado en los Círculos Bíblicos, naturalmente, tenía en cuenta, por un lado, la experiencia adquirida en los grupos de Acción Católica con su método Ver-Juzgar-Actuar y las enseñanzas de Paulo Freire sobre la pedagogía del oprimido y, por el otro, la tradición de los propios evangelios. O sea, la manera de leer la Biblia en las Comunidades Eclesiales de Base imitaba de cerca el método sugerido por el Evangelio de Lucas en la descripción de la caminata de los discípulos de Emaús, donde el propio Jesús aparece interpretando la Escritura para sus amigos (Lc 24,13-35). El proceso de interpretación seguido por Jesús tiene los mismos tres pasos que caracterizan también el método adoptado por los pobres en los Círculos Bíblicos de las Comunidades Eclesiales de Base.

1º Paso: partir de la realidad (Lc 24,13-24):

Jesús encuentra a dos amigos en una situación de miedo y huida, de descreimiento y desesperación. Ellos estaban huyendo. Las fuerzas de la muerte, la cruz, habían matado en ellos la esperanza. Jesús se acerca y camina con ellos, escucha la conversación y pregunta: «¿De que están hablando?» La ideología dominante les impedía vislumbrar y tener conciencia crítica. «Nosotros esperábamos que él fuese el libertador, pero…» (Lc 24,21).

El primer paso es éste: acercarse a las personas, escuchar la realidad, los problemas; ser capaces de hacer preguntas que ayuden a mirar la realidad con una mirada más crítica.

2º Paso: usar el texto de la Biblia (Lc 24,25-27):

Jesús usa la Biblia no para dar una clase sobre la Biblia, sino para iluminar el problema que les hacía sufrir a sus dos amigos y, así, aclarar la situación que estaban viviendo. Con la ayuda de la Biblia, él los sitúa dentro del proyecto de Dios y muestra que la historia no se había escapado de la mano de Dios.

El segundo paso es éste: con la ayuda de la Biblia, iluminar la situación y transformar la cruz, señal de muerte, en señal de vida y de esperanza. Así, aquello que impedía vislumbrar, ahora se vuelve luz y fuerza en la caminata.

3º Paso: celebrar y compartir en comunidad (Lc 24,28-32):

La Biblia, por sí misma, no abre los ojos. ¡Pero hace arder el corazón! (Lc 24,32). Lo que abre los ojos y lo que hace a los dos amigos reconocer la presencia de Jesús, es el partir el pan, el gesto comunitario del compartir, la celebración. En el momento en que es reconocido, Jesús desaparece. Pues ellos mismos experimentan la resurrección, renacen y caminan por sí mismos.

El tercer paso es éste: saber crear un ambiente orante de fe y de fraternidad, donde pueda actuar el Espíritu que nos hace entender el sentido de las cosas que Jesús dijo. Es sobre todo en este punto de la celebración, que la práctica de las comunidades ayudó a reencontrar el antiguo pozo de la Tradición para beber de su agua.

El resultado: resucitar y volver a Jerusalén (Lc 24,33-35):

Todo cambió en los dos discípulos. Ellos mismos resucitan, toman coraje y vuelven a Jerusalén, donde continúan activas las fuerzas de la muerte que mataron a Jesús, pero donde ahora se manifiestan las fuerzas de la vida en el compartir de la experiencia de resurrección. Coraje, en lugar de miedo. Retorno, en lugar de fuga. Fe, en lugar de descreimiento. Esperanza, en lugar de desesperación. Conciencia crítica, en lugar de fatalismo frente al poder. Libertad, en lugar de opresión. En una palabra: ¡vida, en lugar de muerte! ¡En lugar de la mala noticia de la muerte de Jesús, la Buena Noticia de su Resurrección!

El resultado de la lectura de la Biblia debe ser éste: experimentar la presencia viva de Jesús y de su Espíritu, presente en medio de nosotros. Es él quien abre los ojos sobre la Biblia y sobre la Realidad y lleva a compartir la experiencia de Resurrección, como hasta hoy ocurre en los encuentros comunitarios.

4. La acción del Espíritu Santo

Son éstos los tres factores que ayudan a entender la coyuntura actual. Como dijimos, hay un cuarto factor, el más importante de todos, que no puede ser evaluado ni verificado, pero que actúa a través de todos los otros factores. Es la acción del Espíritu Santo, que nunca fue atrapado in fraganti, pero que, invisiblemente, actúa en esta caminata y la conduce. «¡Quien tiene oídos, que oiga lo que el Espíritu les dice a las iglesias!» (Ap 2,7.11,17.29; 3,6.13.22)

Así, a partir de los años 60 y 70, el pueblo comenzó a leer la Biblia. Los Círculos Bíblicos tuvieron una expansión muy rápida. En pocos años se divulgaron en todo Brasil. Señal de que estaban respondiendo a una exigencia real. Nadie sabe cuántos son actualmente los Círculos Bíblicos. Sólo el mismo Espíritu Santo. Fueron y continúan siendo la raíz de un nuevo modo de ser iglesia.

2. TRES ETAPAS, TRES ASPECTOS

En el transcurso de todos esos años, fueron apareciendo tres aspectos de la interpretación popular, aspectos simultáneos, mezclados entre sí. A lo largo de los años, cada uno de ellos fue teniendo su momento privilegiado. Son como tres etapas. Se trata de los tres aspectos de la misma actitud interpretativa del pueblo frente a la Biblia. Indican los tres objetivos distintos, que están presentes y mezclados, a veces en conflicto, en el uso popular de la Biblia.

1. Conocer la Biblia – Instruir

El proceso de conocer mejor la Biblia comenzó en el siglo XIX con el trabajo renovador de los exégetas de Europa, tanto evangélicos como católicos. Los nuevos descubrimientos aportaron nuevos conocimientos, abriendo una nueva ventana sobre el texto bíblico y sobre el contexto de su origen.

La voluntad de conocer la Biblia estimuló a mucha gente a una lectura más frecuente. En la iglesia católica, la renovación de la exégesis, las encíclicas de León XIII, Benedicto XV y Pío XII, las nuevas traducciones de la Biblia y el trabajo de divulgación de los exégetas llevaron la Biblia más cerca del pueblo. Además, en Brasil, como ya mencionamos, lo que ayudó a provocar en los católicos un interés mayor por la Biblia fue el vigor misionero de las iglesias evangélicas misioneras.

Fueron surgiendo, por todos lados, las semanas bíblicas, cursos bíblicos, escuelas y escuelitas bíblicas, gincanas y maratones bíblicos, y muchos otros movimientos e iniciativas para divulgar la Biblia y estimular su lectura, como por ejemplo el así llamado Mes de la Biblia, que fue celebrado durante más de 25 años y continúa celebrándose hasta hoy en muchos lugares, o el Movimiento de la Buena Nueva (MOBON). Éste surgió inicialmente como un movimiento más apologético de defensa del catolicismo contra la influencia creciente de las iglesias evangélicas. Actualmente, es uno de los movimientos de evangelización libertadora más difundidos, que anima a más de 15.000 grupos en varios Estados de Brasil. Es difícil recordar y enumerar todas las iniciativas que la creatividad popular inventó para divulgar la lectura y el conocimiento de la Biblia.

2. Crear Comunidad – Celebrar

En la medida en que la Palabra comenzaba a ser conocida, producía sus frutos. El primer fruto fue aglutinar a las personas y crear comunidad. Semanas bíblicas populares, difusión de la Biblia en lengua vernácula, cursos, encuentros, entrenamientos, innumerables grupos y círculos bíblicos, mes de la Biblia, movimiento de la Buena Nueva: todo esto produjo un hervidero comunitario muy grande alrededor de la Palabra de Dios. El movimiento de renovación litúrgica hizo que se multiplicaran y se intensificaran las celebraciones de la Palabra.

Fueron surgiendo y creciendo las Comunidades Eclesiales de Base que a su vez suscitaban, en todos lados, círculos bíblicos, grupos de reflexión, grupos de evangelio, grupos de oración. Al comienzo de los años 70, tenemos la iniciativa de los Encuentros Intereclesiales de las Comunidades de Base, que fueron teniendo lugar periódicamente y que el año 2000 celebraron el décimo Intereclesial en Porto Seguro, Bahía, en ocasión de la conmemoración de los 500 años de la llegada de los europeos al Continente Latinoamericano. La dimensión comunitaria renovó varias parroquias que pasaron a organizarse como una comunidad de comunidades.

Aquí conviene mencionar el fenómeno intrigante de la evasión en masa de los fieles de las iglesias tradicionales hacia las iglesias pentecostales, que tiene que ver con el cambio socioeconómico ocurrido en los últimos 50 años. A mediados del siglo XX, alrededor del 75% de la población brasilera vivía en el campo, en el área rural. La industrialización y el éxodo rural produjeron un cambio radical. El censo de 2001 indica que el 82% de la población vive en la ciudad y solamente el 18% en el campo. Lo que antes parecía imposible, en la actualidad se volvió un hecho normal: antes, la autoridad moral mayor que, en Brasil, orientaba a las conciencias era la Iglesia Católica. En las pequeñas ciudades del interior, el vicario ejercía un poder sagrado muy fuerte. Difícilmente, el pueblo tenía el coraje de enfrentar o de romper con este sistema secular. Hoy, en nombre de una experiencia comunitaria en los grupos pentecostales de las periferias de las grandes ciudades, millones de brasileros rompen con la que antes era la mayor autoridad moral. Por más contradictorio y ambivalente que pueda parecer este hecho, no deja de tener un aspecto positivo: en nombre de la Palabra de Dios y de un encuentro con Jesús, el pueblo tiene el coraje de romper y de entrar por caminos nuevos que tal vez no sean nuevos, sino que son diferentes y tienen una dimensión comunitaria muy profunda.

3. Servir al pueblo – Transformar

Sobre todo a partir de 1968, se dio otro paso más. El conocimiento de la Biblia y la preocupación comunitaria encontraron su objetivo, que es el servicio al pueblo. No teniendo dinero ni tiempo para leer los libros sobre la Biblia, los pobres en sus comunidades y en los círculos bíblicos comenzaron a leer la Biblia a partir del único criterio de que disponían, a saber, su vida de fe, vivida en comunidad, y su vida sufrida de pueblo oprimido. Leyendo así la Biblia, descubrían lo obvio que no conocían: una historia de opresión igual a la que ellos mismos sufrían, una historia de lucha por los mismos valores que ellos persiguen hasta hoy: tierra, justicia, compartir, fraternidad, vida de gente. El resultado de esta práctica libertadora fue explicitado en la Teología de Liberación, que intenta sistematizar la vivencia nueva que está ocurriendo en las comunidades.

Es el período en el que comienza a ser acentuada la dimensión política de la fe. En la Iglesia Católica, desde el Concilio Vaticano II y, sobre todo, desde la conferencia episcopal de Medellín (1968), tuvo lugar una evolución importante. Ante la situación dramática de los indios, se creó el CIMI (Consejo Indigenista Misionero). Ante la situación cada vez peor de los agricultores, se creó la CPT (Comisión Pastoral de la Tierra). Ante la situación de los obreros, se creó la CPO (Comisión Pastoral de los Obreros). Ante la situación de los pescadores, se creó la CPP (Comisión Pastoral de los Pescadores). Son instrumentos nuevos de pastoral que ayudan a estas clases y grupos de personas a defender mejor su vida, su tierra, sus derechos, su identidad. Tienen en común lo siguiente: surgieron por causa de la fe renovada en Jesús y, como Jesús, defienden la vida, son ecuménicos, incomodan a la sociedad establecida, provocan polémica. Todo esto revela la evolución que está ocurriendo en la conciencia que las iglesias tienen de sí mismas y de su misión: luchar por la defensa de la vida amenazada del pueblo. Es en este mismo período de los años 70 que surge el CEBI, Centro Ecuménico de Estudios Bíblicos, para la Pastoral Popular, que tiene por objetivo articular, explicitar, profundizar, divulgar y legitimar la lectura de la Biblia que el pueblo venía realizando en sus comunidades.

Aquí deben ser recordados los mártires, los testimonios de fe, esa «nube de testimonios a nuestro alrededor» (Hb 12,1), que dieron su vida por la causa de la libertad, de la justicia y de la fraternidad. Así como el autor de la carta a los hebreos hace memoria de los testimonios de la fe (Hb 11,1-40), la Agenda Latinoamericana, cada año, de nuevo hace memoria sobre los miles y miles de mártires latinoamericanos, hombres y mujeres, laicos y religiosos, conocidos y anónimos, que imitaron a Jesús, que dijo: «Vine para que todos tengan vida y la tengan en abundancia» (Jn 10,10).

[Continúa…]

Traducción: Daniel Barrantes – barrantes.daniel@gmail.com

* Centro de Estudios Bíblicos

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