Integración -- Francisca Sánchez

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Umoya

?Los 150 millones de personas que se desplazan hoy por el mundo, han puesto sobre la mesa una nueva cuestión: no solo existe el problema de los derechos de las personas inmigrantes sino también los derechos culturales de las mismas. La multiculturalidad hay que entenderla como un hecho biológico en el ser humano y como un proceso social traído por las transformaciones que vive la historia y como un proyecto político vinculado a la creación de un mundo único??. (J. Gª. Roca)

La experiencia de ?integración?? vivida en Francia, nos puede servir para reflexionar sobre cuál debe ser la forma de integración en nuestro país. Las consecuencias de esta forma de asimilación del diferente, ?respetando?? su cultura en la que cada uno vive y se expresa pero no se relaciona con la del país de acogida, da los resultados que todos sabemos: la exclusión social del extranjero.

El reto que tenemos que afrontar es la acogida y no sólo en el momento de llegada del hermano que viene de otros países, sino en la acogida en la realidad social, económica, política e histórica propiciando los intercambios y buscando soluciones a los conflictos que pueda provocar esta diversidad.

El primer paso sería reconocer esta diversidad No existe ninguna sociedad que tenga una sola cultura sino que, a través del tiempo, cada individuo y sociedad se han ido transformando, incorporando o desechando referencias y renovándose constantemente.

El intercambio y el mestizaje son elementos constantes en la historia de la humanidad. De este diálogo sale una verdad nueva que no es ninguna de las dos que entraron en confrontación.

En los espacios comunitarios se encuentran y conviven las personas y los colectivos y es en ellos donde se ejerce la acción ciudadana a través de las diversas organizaciones sociales. En los pueblos, en los barrios, las plazas y en los múltiples lugares comunes, la gente se ve habitualmente, charla, trabaja o se relaja, creando entre sí un sentimiento de unión, de familiaridad, de complicidad que las asociaciones deben animar y reforzar. En estos espacios comunitarios se juega mucha parte del éxito de la integración y de la cohesión social. Es en estos espacios donde los inmigrantes tienen que tener su lugar y donde tienen que arraigarse, ser reconocidos como vecinos y reconocer a los demás como tales. Es ahí donde se gesta la interculturalidad creando un clima de cercanía y confianza.

En las preocupaciones compartidas y las movilizaciones por objetivos comunes se gesta la opción por un determinado modelo de convivencia y desarrollo. Es en este intercambio cercano donde podemos pulsar y hacernos cargo de las consecuencias en la vida de las personas y de las colectividades que producen las decisiones políticas y económicas. Es aquí donde podemos ir cambiando la mentalidad y abrir espacios para que los inmigrantes puedan vivir en comunidades ?inclusivas?? y lugar para la visibilización de aquellos que la ley quiere hacer invisibles, y espacio de convivencia intercultural.

En este reto nos jugamos algo muy importante que es poner las bases de cara a crear la nueva sociedad intercultural hacia la que caminamos, de lo contrario, estamos abocados a que se formen guetos aislados. Es urgente que se vaya dando una integración donde todos compartamos en igualdad y asumamos los valores del diferente desde el encuentro con la persona y su cultura, aunque esta relación de intercambio recíproco suponga la pérdida de parte de nuestras costumbres y valores tradicionales que, a su vez, se verán enriquecidas en la gestación conjunta de algo nuevo. Merece la pena el esfuerzo porque en ello nos jugamos el futuro.

Es urgente recrear y revitalizar estos espacios comunitarios en las calles, en los barrios, en los pueblos y recuperar la falta de conciencia comunitaria en la población y su falta de interés. Debemos tener disponibilidad y poner empeño para crear y enriquecer estos espacios vitales.

(Bibliografía: ?Inmigrante y ciudadano?? E.J. Gómez Ciriano)