Conocí a Toni Catalá cuando él era profesor de cristología en Madrid y yo una veinteañera que recién estrenaba el Evangelio. Recuerdo que salía emocionada de sus clases, me hacía llorar con su modo de transmitir a Jesús, ese Jesús que se compadecía de los indigentes y extraviados “por estar él también envuelto en flaqueza”. ··· Ver noticia ···