«SI CALLAREN LA VOZ DE LOS PROFETAS, LAS PIEDRAS HABLARÁN». Misioneros Combonianos, Provincia Brasil Nordeste

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Adital

Los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús de la Provincia del Brasil Nordeste recibieron con indignación la noticia de la sanción que la Congregación para la Doctrina de la Fe impuso al padre y teólogo Jon Sobrino bajo la acusación de que algunos de sus libros sobre Jesucristo presentan, en ciertos puntos, «notables divergencias con la fe de la Iglesia» y que «su divulgación podría ser un grave daño para los fieles».

Presentes en Brasil hace más de 50 años, los Misioneros Combonianos se identifican con la experiencia de una iglesia de los pobres, solidaria y comprometida con los excluidos y con las víctimas de la injusticia y reconocen el inestimable valor de la cristología latinoamericana así como el de la teología de la liberación como fuentes de esperanza y de motivación para una fe comprometida con el Evangelio y con la justicia social.

En nuestro sincero esfuerzo de acompañar el caminar del pueblo sufrido de la América Latina nunca encontramos casos en que los escritos de Jon Sobrino hayan causado algún «daño grave a la fe» de los cristianos comprometidos. Al contrario, lo que constatamos son inúmeros dramas personales y comunitarios causados por ciertas teologías y espiritualidades «inculturizadas» en el dualismo griego. Además, percibimos con tristeza que, en muchas ocasiones, la insensibilidad, la incapacidad para dialogar, la intolerancia, la prepotencia y el distanciamiento de la realidad por parte de muchos líderes católicos alejan cada vez más, y en grande número, a muchos cristianos de sus comunidades eclesiales. En ese contexto, el criterio de autenticidad de la fe señalado por el propio Evangelio continua siendo para nosotros perennemente válido: «Por sus frutos los conocerán» (Mt 7,16). Con certeza, Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, nunca actuaría como fiscal de doctrinas y defensor de liturgias!

En las actuales circunstancias en las cuales realizamos nuestro servicio misionero, estamos cada vez más convencidos de que nuestras iglesias necesitan, con urgencia, de auténticos profetas y pastores que, teniendo como referencia fundamental a la persona y a la practica de Jesucristo, puedan ser «voz de los que no tienen voz» y capaces de, si fuese necesario, «dar la vida por sus ovejas». En la presente y compleja coyuntura eclesial, el Evangelio también nos ayuda a hacer un continuo esfuerzo de discernir las señales de los tiempos, compartiendo, a pesar de nuestras limitaciones, «los dolores y las angustias, las alegrías y las esperanzas» (GS, 1) de nuestro pueblo.

Queremos reafirmar nuestro amor por la Iglesia de la cual hacemos parte. No obstante, al mismo tiempo, repudiamos el «procedimiento grave» impuesto a otro teólogo más comprometido con la liberación de los pobres y excluidos, en aquello que consideramos otra tentativa más de terminar con la teología de la liberación, nacida como un esfuerzo sincero de iluminar el caminar de fe y liberación de nuestros pueblos.

Además, lamentamos el hecho de que una buena parte de la jerarquía de la Iglesia Católica demuestre una grande preocupación con la ortodoxia, pero, al parecer, poco se importa con la ortopraxis, que es la vivencia de la conciencia evangélica de la cual nace la opción preferencial por los pobres, lo que infelizmente parece no ser más una prioridad para muchos sectores de la Iglesia latinoamericana.

Se percibe, en este contexto, que son pocas las voces proféticas y, aún así, aquellas que resisten están siendo calladas por imposición. Sentimos la ausencia de voces como las de Hélder Câmara, Luciano Mendes de Almeida, José Ivo Lorscheider y Paulo Evaristo Arns, entre otras. A pesar de eso, como nuestro pueblo simple canta, creemos que «si callaren la voz de los profetas, las piedras hablarán…!»

De tal forma que, en reconocimiento al testimonio de aquellos hombres y mujeres que, como Oscar Romero, dieron su vida por causa de la fe y del amor evangélico por el pueblo oprimido, queremos manifestar, públicamente, nuestro sincero agradecimiento a Jon Sobrino por su pertinente contribución teológica y, al mismo tiempo, le expresamos nuestra fraterna solidaridad.