Enviado a la página web de Redes Cristianas
En estos días, donde tanto se festeja al Jesús nacido en un pesebre, sería necesario que reflexionáramos sobre su Vida y Proyecto y que nuestras celebraciones fuesen coherentes con su Mensaje. De lo contrario, todo será puro paganismo.
Durante muchos años los cristianos hemos estado preocupados por nuestra “salvación”. Sin saber, o no querer saber, que nuestra salvación humana, y por humana espiritual, se encuentra cuando salvamos aquí a los demás.
Lo mismo podríamos decir de la Iglesia Católica: Sólo se salvará y tendrá futuro si es capaz de salvar a los que más sufren. Ósea, si recupera el Proyecto de Jesús. Fuera de él no existe salvación para la Iglesia. Estará condenada a desaparecer con el tiempo y ya ha comenzado el camino a pasos agigantados.
Recuerdo que un teólogo español envió una carta a los jóvenes del 15M, donde decía:” No salvareis la Tierra si no conseguís cambiar el sistema económico” …añadiendo…” No hay que ser pacientes hasta que todos seáis ricos, sino impacientes para que se acaben pronto los pobres” …” porque el planeta Tierra ya sólo tiene remedio en una civilización de la sociedad compartida”.
Es escandalosa la actual desigualdad existente. Supone una sinrazón que el 1% más rico del planeta acumule la misma riqueza que el 99% más pobre, o que las 18 fortunas más grandes del planeta acapare la misma riqueza que la mitad de la población mundial. Ósea, que 3.600 millones de personas. Sólo así se entiende la inhumana hambruna existente en el mundo, con sus decenas de miles de muertes diarias por hambre, el altísimo nivel de desempleo o los persistentes desahucios, mientras el dinero reposa estéril en paraísos fiscales. Y, para colmo, el agua comienza a cotizar en bolsa. De locos.
La economía debe estar supeditada al bienestar de la sociedad y no de unas pocas, la plusvalía del trabajo debe beneficiar menos a los accionistas o a los poderosos y más al trabajador y, por supuesto, debe estar al servicio de los más desfavorecidos y no beneficiar a los más enriquecidos. ¿O no es lo que pretendía Jesús?
Se ha deshumanizado y descristianizado el Derecho y la Justicia. Y se ha dejado el campo libre de obstáculos al Capitalismo, con unas bases jurídicas fundamentadas en el interés egoísta. También el socialismo (salvo Venezuela, Cuba, Bolivia y grupos opositores latinoamericanos, precisamente los más atacados por el capitalismo mundial) se ha ido deshumanizando y alejándose de sus principios fundadores.
San Romero de América, que entendió muy bien el Proyecto de Jesús, llegó a decir: “Una ley inmoral nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo que se recupere la conciencia y que se obedezca ante a la conciencia que a la orden del pecado”. “La Iglesia, defensora de la ley de Dios, de los Derechos Humanos, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación”. “Estas desigualdades injustas, estas masas de miserias que claman al Cielo, son un antisigno del cristianismo”. “El hombre es tanto más hijo de Dios cuanto más hermano se hace de los demás y menos hijo de Dios cuanto menos hermano se sienta del prójimo”.
Cuando se realizaron unas reformas agropecuarias, con Fondos de Estados Unidos, pero para beneficio de las oligarquías y de Estados Unidos y expropiando a los pobres las tierras que habían labrado con sus manos y heredadas de sus antepasados desde la noche de los tiempos, Romero denunció: “De nada sirven las reformas si van teñidas de sangre”. Y constantemente decía: “La misión de la Iglesia es identificarse con los pobres, con los que sufren injusticias…Es sólo, así como la Iglesia encontrará la salvación”. “Nada me importa más como la vida humana”. Por eso a Romero lo mataron al igual que a Jesús, por salvar al ser humano.
Nadie puede dudar de que Romero de América, ayudo a salvar el Proyecto de Jesús.
Por otro lado, nunca en la historia, por continuar con el legado de Jesús, hemos visto a un Papa tan sólo y criticado por sus propios hermanos. Y todo, por ser fiel al Proyecto de Jesús. Un Papa que nombra al capitalismo salvaje y asesino y llama a la revolución del amor. Un Papa que se ha convertido peligroso para las élites económicas, muy distinta a la sumisión cómplice de tantos obispos a nivel mundial, tan alérgicos todos a la Democracia. Un Papa, que ha escandalizado al mundo neoliberal con su última encíclica: “Fratelli tutti” (Hermanos todos). Cuando sólo llama a la igualdad y a la fraternidad mundial.
Aún recordamos todas y todos, con mucha tristeza, como Juan Pablo II, reprendía públicamente a un Ernesto Cardenal, arrodillado ante él, y daba la comunión, 24 horas más tarde, a un altivo Pinochet. Esa es la Iglesia que “santifica” el Capitalismo y no a esas comunidades eclesiales de base, surgidas en Latinoamérica, tras el Concilio Vaticano II, que perseguían la Liberación del ser humano, ante tanta opresión y represión de los poderosos, sencillamente porque creyeron y se tomaron en serio el Proyecto de Jesús, muchísimos mártires del pueblo latinoamericano, mujeres, hombres, sacerdotes y obispos, pagaron con sus vidas el extender el Mensaje de fraternidad mundial que enseñó Jesús.
Una vez concluido ese genocidio o exterminio cristiano, que nos recordaba a ese otro perpetrado por el imperio romano contra los primeros cristianos que se tomaron muy en serio el Proyecto de Jesús; de que todos somos iguales y teníamos que compartirlo todo como hermanos, Estados Unidos se encargó de extender por todo Latinoamérica decenas y decenas de sextas religiosas, pseudo cristianas, pero adormecidas bajo ritos, plegarias y rezos para que sea Dios quien salve al mundo. Jugada perfecta; vaciar al cristianismo de la gran amenaza que supone la lucha por la Igualdad, la Libertad y la Fraternidad y descansar esa responsabilidad humana en la Divina.
¡Qué sublimidad, elevada espiritualidad y apaciguar de conciencias significa “hablar” con Dios para pedirle la paz en el mundo, que acabe con el hambre o que le dé techo a las familias sin ellas!
No nos queremos enterar que Dios, el Padre o Madre, la Transcendencia, el Misterio o lo que queramos llamarle, nos regala con la Vida la capacidad de amar, de ser justos, de compartir, de entender que todos somos hermanos y hermanas y que tenemos que tratar a la Naturaleza como a nuestra Madre que es. Todo está en nuestras manos. Pero nos resulta más fácil, traspasar esa responsabilidad en el Todopoderoso. Y eso es lo que pretenden los poderosos que mueven los hilos en la Tierra, desviar las soluciones al que Todo Lo Puede, para así salvarse ellos de ser el centro de la diana de la culpabilidad, de las críticas y, por tanto, de las soluciones.
Pongamos tres tiendas, que aquí se está muy bien, le propuso Pedro a Jesús en el monte Tabor, pero Jesús, a pesar de saber la que le venía, más o menos le respondió, déjate de tonterías y bajemos al “tostadero”, que es donde quiere el Padre que estemos para solucionar esta sinrazón en la que se ha convertido la convivencia en este Planeta. La meditación, la reflexión y la oración son necesarias en cuanto se convierten en un medio para conseguir el verdadero Fin: La fraternidad y felicidad mundial en armonía con la Madre Naturaleza. Jesús lo tenía bien claro.
Cada vez que montemos, nos acerquemos u observemos un Belén, no sólo debemos recrearnos en la magnificencia con la que los evangelistas nos describieron el momento; los reyes magos, María y José, la mula y el buey o el ángel anunciando a los pastores el nacimiento, sino que deberíamos profundizar en la realidad de la Vida de un niño pobre, que supo aprovechar, como nadie, los valores que nos regala el Universo, para poder hacer de este Planeta un lugar de fraternidad y felicidad para todas y todos. Es la única forma de salvar el Proyecto de Jesús. Un Jesús que ofreció su vida por ello. Si nosotros creemos que sólo se puede conseguir con rezos y limosnas, o nos estamos engañando o nos interesa creer en cuentos de hadas.
Comité Oscar Romero de Cádiz