El comunicaros un nuevo encuentro entre nosotros siempre es motivo de sincera alegría. Esta reunión la tendremos en Antequera y, como es costumbre, en el Colegio Salesiano (Telf. 952-84.19.64). La fecha señalada es el día 10 de Junio (sábado) a las 10,30 de la mañana. Nos encontraremos las dos Andalucías: Occidental y Oriental.
El orden de la reunión será el siguiente:
?? Saludo de bienvenida y oración inicial.
?? Presentación del tema que servirá de diálogo y debate en los grupos: ?Bases para un nuevo caminar de Moceop» (Ver «Tiempo de hablar», nº. 104, Pág.62, Ramón Alario, 2ª parte. apartados: a-b-c-d.)
?? Reunidos por grupos: Estudio del tema propuesto.
?? Breve receso y oportunidad para tomar un café o… lo que sea.
?? Puesta en común de las opiniones y sugerencias surgidas en los grupos.
?? Redacción de las conclusiones.
?? Aportaciones de los distintos grupos de MOCEOP en Andalucía: Cádiz, Huelva, Sevilla, Córdoba, Jaén. Málaga, Almería y Granada.
?? Breve información sobre Cosarese.
?? A la 1,30 celebración comunitaria de la Eucaristía.
?? A las 2,30 Comida.
?? Con el final de la comida, termina nuestro encuentro y nos desearemos un feliz verano.
PUNTOS A TRATAR EN EL DEBATE P?R GRUPOS :
1.- Nos gustaría que nuestra aportación a la iglesia universal estuviera siempre enmarcada en la línea de acentuar su servicio a los más desfavorecidos,.
No es nuestra manía «meternos con la iglesia», tirar o destruir algo que funciona, enzarzarnos en debates más o menos ideológicos; sino confrontar esa comunidad de creyentes con su misión prioritaria. Confiamos que sea esta confrontación la que le vaya abriendo caminos de servicio: la que la convierta cada día más en la Iglesia de Jesús.
2.- Nos gustaría que nuestra aportación siempre estuviera avalada por los hechos, por los compromisos liberadores con personas concretas. Aquí deseamos que se encuentre nuestro reto profundo. Y por ello debemos luchar cada día.
Son los hechos, la apuesta comprometida por vivir lo que creemos, contra viento y marea, soportando la marginalidad y aun la exclusión, lo que da sentido y consistencia a nuestra aportación.
3.- Nos parece que la forma más coherente y eficaz para que la iglesia sea sacramento y símbolo de salvación, es elegir como eje de su vida -y de su misión- convertirse en auténtica comunidad de iguales. Sabemos la dificultad de esta apuesta. Pero deseamos insistir: nada debería ser planteado ni decidido sin una comunidad que lo respalde y lo asuma.
Son estas pequeñas comunidades las que nos han recibido con los brazos abiertos y las que nos acompañaron en nuestros procesos de secularización. Son ellas las que pueden hacer realidad la desaparición de las desigualdades y la asunción de responsabilidades por parte de todos sus integrantes.
4.- En esas pequeñas comunidades no deberíamos hablar ya nunca del ministerio: toda la comunidad es ministerial y una real pluralidad de ministerios debería ocupar el lugar que durante tantos siglos les ha arrebatado el ministerio sacerdotal ordenado.
Tenemos muy claro que nuestra urgencia no es volver a presidir comunidades -menos aún, volver a celebrar la misa-; y por eso decimos que la crisis actual no es de vocaciones, sino de comunidades que repartan las responsabilidades y las tareas entre sus miembros. Donde hay comunidad auténtica, no puede haber falta de ministerios, a no ser que intervengan factores -leyes- externas a la propia vida de la comunidad, que impidan o dificulten