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El papa Francisco acaba de publicar una “Constitución Apostólica” que sella la reforma de la Curia vaticana.
Se le había encargado esta tarea cuando los cardenales lo eligieron papa hace 9 años. No comenzó el papa presentando un proyecto de reforma, sino que la fue implementando poco a poco en la administración del Vaticano, mediante cambios progresivos. Fue reorganizando las finanzas, eliminando la pedofilia, enfrentando el integrismo, denunciando el ‘carrerismo’, combatiendo el clericalismo, deteniendo la búsqueda de poder…
Su tenacidad enraizada en el Evangelio, su sencillez y su cercanía con todos culminó con un texto definitivo, consensuado con cardenales y encargados de la misma Curia.
Fue el pasado 19 de marzo cuando publicó el documento que confirma los cambios realizados durante sus 9 años de pontificado. Lo tituló: “Constitución apostólica “Anuncien el Evangelio”, poniendo primero la Evangelización
según el mandato de Jesús. Ya los papas anteriores habían aportado sus modificaciones para actualizar la organización de la Curia vaticana. El papa Francisco hace notar que la Curia vaticana esta al “servicio de la Iglesia en
el mundo”.
La Iglesia no existe para sí misma, sino para colaborar a la humanización del mundo mediante la fraternidad y la justicia. El objetivo del papa es lograr “una Curia humanizada, desclericalizada, laical, femenina y servicial”. Se trata de fortalecer "la conversión misionera de la Iglesia", tal como lo expresa el preámbulo, para la construcción del Reino de Dios en la tierra.
El título del documento parte de la decisión del papa Francisco de “anunciar el Evangelio del Hijo de Dios, Cristo el Señor, y con él incitar a todos los pueblos a escuchar la fe”. El papa pone una nueva característica al anuncio de Evangelio. No se trata de imponerlo autoritariamente, sino trabajar a si “anuncio, proclamación, predicación y testimonio… y con eso incitar a escuchar la fe”. La misión es una propuesta, una invitación para entrar libremente en un proyecto de vida: la colaboración a la construcción del Reino de Dios entre nosotros.
Varias novedades en el documento papal llaman la atención. Hasta ahora, en la Curia vaticana el departamento administrativo que tenía el primer lugar era él de “la Doctrina de la fe” que sí, durante los pontificados anteriores de Juan Pablo y Benedicto ‘imponían la verdad’. Ahora lo va precediendo el departamento de
la Evangelización y en tercera posición viene el de “la Caridad”. También aparecen nuevos ‘ministerios’, por ejemplo, “el Servicio del Desarrollo Humano Integral, la Comisión para la Protección de los Menores y Personas vulnerables, la Secretaría de Comunicación”…
Son cambios de acentos que exigen, según el papa, una “conversión misionera” para no llegar a ser el personal del Vaticano meros funcionarios de una institución intocable y por encima del pueblo cristiano. El tiempo de servicio de este personal está limitado a 5 años. Además, “su servicio debe ser sinodal”, es decir, interrelacionado con los demás servicios, los obispos y con el mismo pueblo de Dios…. ¡Menuda tarea! El papa quiere que las decisiones sean tomadas con los interesados. Además, el papa ha nombrado numerosos seglares, en particular
mujeres, en estos servicios, no sólo en espacios secundarios, sino también en puestos de decisiones.
Así se va cumpliendo el proyecto de una Iglesia sinodal, donde los seglares pueden tener autoridad “en funciones de gobierno". Eso ayuda a la conversión misionera de la Iglesia: una renovación que le permita ser “luz del mundo, estrella que muestre los horizontes de nuestro camino… (mediante) el don sobrenatural de la fe”.
Estas tareas exigen, según el papa, una fuerte espiritualidad centrada en Dios, que asume el ejemplo de Jesús y el testimonio de las primeras Comunidades cristianas. Ya el Concilio proponía la espiritualidad del Buen Samaritano: “el hombre que se desvía de su camino para hacerse cercano a un medio muerto que no pertenece a su
pueblo y al que ni siquiera conoce”..
Como él, somos llamado a ser una Comunidad que “se pone con obras y gestos
en la vida cotidiana de los demás, acorta las distancias, se rebaja, asume la vida humana tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo, cuida de los hermanos y hermanas más débiles, más enfermos y más sufridos”.
Recalquemos unas frases significativas:
“‘Anunciar el Evangelio’ constituye el primer servicio que la Iglesia puede prestar a cada hombre y a toda la humanidad en el mundo de hoy.
El poder de gobierno en la Iglesia no proviene del sacramento del Orden, sino del cumplimiento la misión.
Todo cristiano, en virtud del Bautismo, es un discípulo misionero… Descubre los caminos de Dios en el mundo… Discierne los signos de los tiempos.
Cada uno escuchando a los demás, y todos escuchando al Espíritu Santo, el Espíritu de verdad, para saber lo que dice a las Iglesias.”
Esta ‘Constitución apostólica’ del papa Francisco nos provoca a todas y todos los bautizados para evaluar nuestro compromiso de bautizados al servicio del Reino, la vida de nuestras parroquias como Iglesia samaritana y la organización de las Curias episcopales para acordar sus prioridades y actividades a la reforma vaticana. Provoca también a cada ser humano a trabajar a favor de la vida y del bien común.