Reflexiones sobre el presbítero posconciliar (2ª parte) -- Mario Mullo Sandoval, Rosa Leiva Valles

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En la primera parte del tema sobre el presbítero posconciliar, había tratado los aspectos importantes desde las experiencias de la vida cotidiana que se refieren a los cambios que se produjeron después del Concilio Vaticano II. Ahora quiero participar unas breves experiencias confrontadas al documento Conciliar Presbiterorum ordinis, que fue redactada por la comisión de los Padres Conciliares para los presbíteros de la Iglesia católica.

Señalo algunos puntos importantes.
Según P.O. Presbiterorum Ordinis, en el N.13, El presbítero posconciliar debe buscar su santidad según el espíritu de Cristo, en su triple función; de la palabra, del sacrificio, del pastoreo. La eucaristía debe ser el centro de su vida, la cual le conduce a las obras de caridad.

Recuerdo que durante la formación, en el Seminario Menor y Mayor, los maestros y directores espirituales, nos formaron en ese camino. La guía espiritual era el evangelio, el amor a María y la vida de los santos, señalaban el camino de la perfección, basada en las palabras de Jesús, Mt.5, 48, Sed pues vosotros perfectos como vuestro padre es perfecto. En este tiempo caminar a la perfección es un desafío de todo cristiano que sigue a Jesús en el cumplimiento de la ley de Dios y los principios evangélicos.
P.O. hace un llamado a la oración mental o meditación, a la unión intima con Cristo, a la eucaristía, como fuerzas espirituales para el servicio a los hermanos.

P.O. en el N.6, señala que los presbíteros se deben a todos de modo particular, sin embargo se les encomiendan a los pobres y a los más débiles, con quienes el Señor mismo se mostro unidos, Mt. 25, 35, 44. En consecuencia, el tema de abrazar la pobreza voluntaria, que señala el N.17, consiste en no apegar el corazón a las riquezas, evitando la codicia y absteniéndose de todo género de comercio. Este punto nos hace reflexionar, que el presbítero posconciliar al realizar los votos de consagración ministerial, debe practicarlos, especialmente el de pobreza, que no debe escandalizar a los pobres llevando una vida de escándalo, de apego a las riquezas, de cobros indebidos por los sacramentos y ritos sagrados.

El Concilio invita a los presbíteros a trabajar por la renovación de la Iglesia y del mundo. Renovacion en los términos del Concilio es conversión, esto es, de una vida de pecado a una vida de justicia y solidaridad. La renovación social, como paso de una sociedad injusta, inhumana, egoísta, a una sociedad humana y equitativa.
Renovar la sociedad se concibió como un cambio radical de las estructuras de pecado. El equivalente de la renovación conciliar en América Latina, es de revolución, la época Conciliar coincidió con las revoluciones de Cuba, Nicaragua, Chile.

P.O. invita a los presbíteros a la renovación, el termino renovación, significo actualización, ponerse al día con la época, motivo por el cual algunos presbíteros procuramos asistir a la Universidad para prepararnos y capacitarnos. En aquella época, el estudio del marxismo estaba de moda, contribuyendo a los cambios que se estaban dando en algunos países de América latina. El estudio del materialismo histórico y dialectico, colaboro en la comprensión de la realidad de los pueblos explotados. Apoyo la participación en la organización y marcha de los movimientos sociales del campo y de la ciudad. Algunos presbíteros y cristianos de los movimientos apostólicos dieron un giro en las actividades pastorales tradicionales a compromisos con los trabajadores del campo y de la ciudad.

En nuestro medio, algunos presbíteros, nos comprometimos con la organización del movimiento indígena ECUARUNARI, despertar del indígena ecuatoriano, de igual manera se colaboro en el fortalecimiento de la organización de los obreros y pobres de ciudad.
El Concilio invito a trabajar para renovar la sociedad a un humanismo, basado en los principios cristianos. En nuestro medio al presbítero se le veía como un personaje extraño, situado en un pedestal, acorazado por el clericalismo, en ciertos aspectos alejado de la vida real del pueblo.

El concilio apoyo a romper esos mitos y permitir que sea un miembro más de la comunidad, que se ha comprometido en las luchas populares y reivindicaciones de los pobres. Esa fue la línea trazada por la Conferencia Episcopal de Medellín.
P.O. en el N. 13, señala que el presbítero posconciliar debe ser un ser humano preocupado de la humanidad, de la sociedad en que vive. Debe ser servidor de sus hermanos, debe ser formador de la comunidad. Esta recomendación apoya la tesis de la formación de la comunidad eclesial de base.

P.O. en el N. 16, trata sobre el celibato, como una gracia de Dios, dice que es una legislación para quienes abrazan el presbiterado, la aprueba y confirma de nuevo este sacrosanto Concilio.
Dice: No se exige por naturaleza del presbítero, como parece por la práctica de la Iglesia primitiva y por la tradición de las Iglesias orientales, acogen como una gracia de Dios. Admiran la guarda del celibato y también a los presbíteros casados, entre los cuales hay beneméritos.

Esta nota es importante, porque toma en cuenta la posición del movimiento de los presbíteros casados del continente Latinoamericano y también de los otros continentes, de respetar a quienes guardan el celibato y de igual manera a quienes han optado por el matrimonio.
La realidad ha sido que la experiencia de la Iglesia Oriental no se le ha tomado en cuenta.

Hoy día somos presbíteros casados que hemos formado una familia, en algunos momentos de la historia fuimos mal vistos de las jerarquías, somos marginados, aun por compañeros de nuestra formación. Pero el tiempo y la providencia de Dios, se han encargado en darnos la razón de la decisión que tomamos a tiempo, para no ser escándalo en la iglesia, pueblo de Dios.

Durante el camino de estos años, hemos sido testigos de acontecimientos sucedidos por la providencia de Dios, los cuales se han manifestado por la solicitud de las comunidades cristianas que de una u otra forma han pedido los servicios pastorales en algunos países de América Latina. Creo y creemos que ese es el camino para llegar a la abolición de la ley del celibato y obtener la participación de los presbíteros casados en el pueblo de Dios.

En esta época de cambios rápidos y vertiginosos que se dan en el mundo, en las naciones, en las comunidades, en las familias, el avance de las tecnologías, de la comunicación, el crecimiento de las ciudades, de la población, la globalización de la economía, los problemas urbanos de todo orden, los vacios de una espiritualidad y la búsqueda de la práctica del evangelio, requieren de una actualización de los documentos del Concilio Vaticano II. En ningún momento hemos estado de acuerdo en las políticas de las Jerarquías de haberlo archivado y de no haberlo dado la importancia que se merece. Creo y creemos, que es justo convocar a la celebración de los 50 años de aniversario para retomar con fuerza y provocar una reflexión mundial sobre la importancia y trascendencia del magno acontecimiento.

En momentos que la pastoral tradicional se hace presente para frenar el clamor de las comunidades, de los cristianos, y de los pastores, que caminamos en la búsqueda de Dios, bajo la guía del evangelio, para continuar la construcción del reino, es necesario una concentración y movilización, que ayude a encontrar la unidad proclamada por Jesús: Que sean uno.
Los presbíteros casados del Pueblo de Dios, debemos estar dispuestos a apoyar, a trabajar, en la campaña de la celebración de los 50 años del Concilio Vaticano II, de manera que, se contribuya en la construcción de una sociedad más justa y equitativa.

Mario Mullo Sandoval, Rosa Leiva Valles

Quito, Ecuador, 4 de Mayo 2012

(Información recibida de la Red Mundial de Comunidades Eclesiales de Base)