Secuestrador, torturador, asesino y violador en serie. Sus charlas radiofónicas se hicieron trágicamente conocidas. En ellas animaba a sus ?soldaditos??, entre otras acciones, a violar a las mujeres de los ?rojos cobardes, comunistas y anarquistas??; pero con un buen fin, que conocieran a ?hombres de verdad y no milicianos maricones
El día 5 de febrero se cumplió el aniversario del nacimiento de uno de los mayores criminales de la Historia de España, Gonzalo Queipo de Llano y Sierra, que fuera general del ejército de Franco.
Queipo de Llano es reconocido públicamente como secuestrador, torturador, asesino y violador en serie. Sus charlas radiofónicas se hicieron trágicamente conocidas. En ellas animaba a sus ?soldaditos??, entre otras acciones, a violar a las mujeres de los ?rojos cobardes, comunistas y anarquistas??; pero con un buen fin, que conocieran a ?hombres de verdad y no milicianos maricones??.
Sus insultos, con voz aguardentosa, se extendieron rápidamente entre la población, así, ?indocumentados, ratas, turbas, canallas, hebreo, ????. Por esta actividad criminal resulta razonable que cuando el general Queipo de Llano entró en Málaga con su ejército, el día 6 de febrero de 1937, entre 100.000 y 150.000 hombres, mujeres y niños huyeran por la carretera de Almería. Esta población desarmada fue bombardeada a lo largo del camino, por tierra, mar y aire, por el ejército del general Queipo de Llano, con apoyo de los ejércitos nazi alemán y fascista italiano.
Resulta difícil calcular el número de víctimas mortales, algunas fuentes estiman que fueron entre 5.000 y 7.500, de las cuales han podido ser identificadas hasta ahora, en el cementerio de San Rafael de Málaga, más de 4.300.
Los restos mortales de Gonzalo Queipo de Llano se encuentran en la Basílica de la Macarena de Sevilla, y la imagen de la Esperanza Macarena, hasta la Semana Santa de 2011, procesionó con el ?fajín de honor?? de este militar
Hechos como estos no pueden causar sino dolor a cualquier hombre o mujer con un mínimo de humanidad, y sobre todo a aquellas personas, creyentes en Cristo Jesús, que ven ligada la Iglesia a alguien que dio un testimonio público anticristiano. Muchas voces dentro de la Iglesia se han pronunciado en favor de acabar con el reconocimiento que supone estar enterrado en una Basílica, entre ellas ahora también la mía; pero nos quedaríamos en lo anecdótico si la cuestión fuese la pertinencia o no de un enterramiento, cuando en realidad se trata en este caso, y en otros muchos, de la relación entre la Iglesia y los jefes de este mundo, para decirlo de forma más actual, el poder político-financiero.